P.O.V JungKook
Necesitaba esa carta, ahí decía lo siento a Melody, como una carta de reflexión que nos hacían hacer en el Instituto cuando nos portábamos mal.
Fui a la habitación de Sae Ra y la otra chica. Ahí estaba. Toqué la puerta y una Sae Ra sonriente abrió.
La verdad tenía una sonrisa bonita, pero no se igualaba a... tengo que olvidarme ya.
—Sae Es. La carta...—Dije rascándome la nuca.
—¡Ay, es verdad! Que no era para mí, ¿verdad? Toma, lo siento.
—Bueno, gracias—Salí de ahí algo incómodo.
La verdad no sabía que pensar de ella. No sabía si de verdad ella era mala y Melody era la inocente, o si Melody era la mala y estaba compinchada con su mejor amiga para hacer quedar mal a Sae Ra. Aunque de verdad Melody no parece ese tipo de persona, aunque tampoco Sae Ra lo parecía.
Debería hacer caso a esa oración tan conocida, que era verdad: "No juzgues un libro por su portada".
P.O.V Melody
Dormí bien, por la simple razón de que llorar cansa demasiado.
Ayer J-Hope y yo llegamos a las 12 de la noche, porque el autobús le dio la gana venir más tarde de la hora prevista.
La verdad es que desde que J-Hope y yo fuimos ahí, me sentí mejor, además el helado de ayer estaba buenísimo, más que el de cookies. Volveré a comprar más helado porque estaba buenísimo y porque todavía necesitaba recomponerme de todo aquello.
—Sheila, necesito otra vez ese delicioso tarrón de helado. Adiós.
—Yo también quiero helado, voy a comprar contigo.—Dijo cogiendo su chaqueta.
Bajamos y vi ahí a JungKook, que me miró fijamente y yo desvié la mirada. No quería verlo más. Aunque todavía sentía ese apretón en mi kokoro, quería olvidar.
Miré a Sheila que lo miró mal y después le enseñó el dedo del medio.
Yo lo siento por JungKook, que estoy segura de que es la primera vez que se lo enseñan, pero me reí.
Entramos al mini-mercado a comprar nuestros helados, pero en vez de sólo comprar nuestros helados compramos un montón de chocolate y peperó, en mi país sólo vi unos pocos de estos, ¡pero éste era el paraíso de los peperós!
Salimos del mini-mercado y vi una tienda donde vendían dos ancianos filipinos que eran pareja.
—¡Entremos ahí, vamos a ver!—Entré sin que ella dijera nada.
Entré y vi el agua de coco que me había gustado desde siempre. Amaba ese agua tan dulce con los trozos de coco. Quería comprar todos los que había en esa pequeña tienda, pero no era rica, asique compré 10 bebidas de éstas.
En cambio, ella compró pancit canton. Amábamos eso, era oara chuparse los dedos.
—¿¡Compraste para mí!?—Preguntó Sheila metiendo mano en mi bolsa.
—¿Te creías que sí?—Pregunté mirándola mal—Bitch—Dije—Es broma, toma—Le extendí la mano con una bebida.
—Gracias, bitch— Rió.
En el camino, Sheila me contó sobre lo de V y ella mientras yo estaba sobándola con J-Hope. Al parecer, el mánager le echó del cuarto de V. Ese hombre siempre está acechando.
Entramos a nuestro dormitorio y apareció el mánager con Sae Ra y Haneul.
—¿Qué pasa, mánager?—Preguntó Sheila.
No paraba de pensar qué hacían ahí Sae Ra y Haneul. Mi ceño fruncido no podía estar más fruncido.
—Bueno, a ellas ya se lo he explicado—Dijo Haru-Chan—Os lo explican ellas. Tú—Me señaló—Con Sae Ra y tú—Señaló a Sheila—Con Haneul—Se fue sin decir nada más.
¿Qué estaba pasando? Espero que no sea lo que estoy imaginando o sino me va a dar algo.
Miré a Sheila que estaba un poco más relajada, bueno le tocó con Haneul, no sé para qué, pero sabía que no sería algo bueno.
—¿Qué pasa?—Pregunté a Sae Ra—¿Por qué me toca contigo? ¿Y para qué?—Pregunté con pánico y con una expresión que estoy segura, de que si Sheila no estuviera hablando con Haneul y me observavmra, se reiría de mí en estos mismos instantes.
—Que cambiamos de dormitorios, tú vas al mío. Tenemos que convivir 1 mes juntas y después te tocará con Haneul y otra vez con Sheila. Coge tus cosas—Dijo cómo si no lo importara.
—¿¡Qué!?—Pregunté sin poder asimilarlo.
—¿Eres tonta o qué?—Preguntó de brazos cruzados-Vas a dormir conmigo por 1 mes.
Lo sabía, sabía que el mánager se refería a eso. Es que debí decirle que no desde que dijo Sae Ra.
—Qué asco—Me dije en bajo.
Sheila no parecía tener problemas. Me lamenté de verdad. Ella me miró.
—Fighting—Dijo con su puño cerrado.
Cogí mis latas de agua de coco, mi helado y los peperós, además de todo lo demás claro. Y me fui a su cuarto. La seguía con desgana.
—¿Por qué nos cambia de cuartos?—Pregunté casi al borde de las lágrimas. No aguantaba a esta tía. Sé que convivir con ella va a ser lo más difícil que podré haber hecho.
—Sabe que no nos conocemos y sabe que nos llevamos mal, muy mal por cierto—Dijo como si nada.
—Lo sé, por cierto.
Entré por la puerta y ahí estaba la habitación, puse mis cosas donde debían y me puse a comer del tarrón de helado.
Estaba de mal humor. Por ello, me puse a comer mucho helado. Incluso con lo perezosa que soy quería practicar o componer o intentar actuar o ir con la profesora de canto tan seria, pero no quería estar en una habitación con ella. Por primera vez en mi vida quería salir.
Eran pocas veces las que quería salir. Siempre fui una vampira morenita. No me gustaba salir. Y si salía era con Sheila.
Cómo dije me fui del cuarto, pero no sin antes dar un último bocado al tarrón de helado y guardarlo. Allí ya me fui y me dispuse a irme a practicar cualquier cosa, pero con ella no me quedaba en un mismo cuarto.