Capítulo 2
No estaba en condiciones para distinguir, estaba ciega, y por la rabia que me causó su brusca aparición, no reparé en inspeccionar si era mi móvil que justo ahora estaba en manos de quién sabe quién...
- ¡Me robaron! -exclamo sin poder creerlo.
Bienvenida a Venezuela, escucho de una vocecilla interna lista para apuñalarme con mis errores.
- Gracias por la ayuda -respondo indignada.
Di un respingo e intento encender el aparato pero estaba agotada la batería.
- Estupendo -farfullo con ganas de batirlo contra el piso, pero me abstengo.
Aquel era objeto de un delito, vital evidencia mediante la cual, daría con el infeliz que tomó mi teléfono.
A regañadientes e injuriando improperios bajo y llego hasta mi amigo, quien me esperaba recostado de la puerta de su camioneta azul.
- ¡Verga! Me iba a hacer viejo aquí...
Ruedo los ojos, puesto que no estaba de ánimos para discutir.
- Estás apurado ¿no? ¡Muévete, pues!, si no te das prisa, no llegamos.
Me subí al asiento del copiloto y luego descargo mi frustración en mi amigo, quien tuvo de otra que calarse mi mala costumbre de pensar en voz alta. Me pasaba a menudo cuando la rabia me sobrellenaba.
Luego de que me calmo, pude explicarle cómo seria nuestra jugada, él queda satisfecho por mi trabajo. Por suerte pudimos evadir los terribles embotellamientos viales y llegamos justo a tiempo a la audiencia.
...
Como era de esperarse, la parte actora presenta sus alegatos soltando de una vez toda la artillería pesada, acontece que la señorita Magaly García, una estudiante de noveno semestre de arquitectura comenzó -a efectos de la pasantía- a laborar con la firma Albano Constructores. No recibía remuneración alguna, por lo que aquello no era una relación laboral debidamente constituida, pero terminada la pasantía, continuó prestando servicios y como si fuera poco recibió un pago. Mi querido amigo había contribuido en tejer la soga que ahora se extendía sobre su pescuezo.
Una vez probada la relación laboral, manifiesta la exigencia del reenganche y debido pago de sueldos caídos, el juez puso su mirada en mí anunciándome que era mi turno de hablar, de pronto tuve que cargar con el peso de la atención de todos los presentes, y no pude contener la sonrisa. Durante toda la exposición de alegatos de la contra parte me mostraba seria y hasta podía decirse irritada pero la verdad era que disfrutaba cada cosa que decía puesto que sin saberlo estaba cayendo en mis redes. Tal y como había previsto que pasaría.
- Antes que nada voy a dar inicio mencionando algunos de los principios por los cuales se erige este decreto ley que impera en materia laboral -comienzo sosteniendo la ley en mis manos de manera que sea visible para todos-. Y que afines de dirimir esta controversia, lo más breve posible, encuentro relevante. -Cruzo las piernas.
Deposito mi ley sobre la mesa evocándome en cuidar mi postura, denotando elegancia y confianza al hablar.
- Es bien sabido que existe el principio de la igualdad jurídica, lo ha mencionado la contraparte clamando su cumplimiento, la cual si no mal recuerdo tiene la finalidad de poner a todos los hombres y mujeres, ricos y pobres, en igualdad de condiciones en cuanto a la ley se refiere. Pero también debo decir que la ley de trabajo se rige por un principio de razonabilidad, la cual aplica tanto para el empleador como para el empleado, y cuyo objeto es equilibrar las desigualdades, con esto estoy invocando y reafirmando los derechos de los que goza mi cliente. -Le dedico una mirada de victoria a la contraparte-. También cabe destacar en este caso, el principio de la inamovilidad laboral, el cual ha invocado suficientemente la contraparte, y ante esto debo decir, que la señorita García no goza de tal protección debido a la figura que desempeñaba en la firma. Tenía bajo su cargo labores que solo desempeña un trabajador de dirección y si no mal recuerdo, están desarrollados en el artículo 37 de la Ley Orgánica Del Trabajo, y para probarlo en este caso, presento ante usted el debido poder, en la que pasó de ser asistente de mi representado, a trabajadora de dirección, interviniendo en la toma de decisiones en la entidad de trabajo, así como servir de representante en ausencia de mi cliente, sustituyéndolo también en parte de sus funciones.
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Temporales
RomanceNada dura para siempre, eso lo sé muy bien. Todo en la vida es transitorio, temporal y eso hace que el sabor de los frutos que nos ofrece este mundo, sean mucho mas placenteros. Y creanme, yo no quisiera que fuera de otra forma.