CAPÍTULO VII: Selene

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Selene

-Hola señorita Bellado –murmura El Mayor- Espero que haya pasado una agradable noche.

-Sí Señor –contesto sincera- Esto... Señor...-intento preguntar.

-Dígame agente Bellado –responde tajante.

-Me preguntaba si me daría permiso para trasladarme aun piso menos excéntrico en la ciudad –digo esperanzada.

El Mayor que estaba de espaldas a mí se voltea con cara seria.

-¿No le ha gustado su nueva morada? Porque estoy segurísimo de que es mucho mejor que la suya en Cali. ¿Me equivoco? –pregunta curioso.

-Sí Señor. Por ese motivome gustaría mudarme a otro piso. No estoy acostumbrada a tanta suntuosidad.

-Pues tendrá que hacerlo, porque no puede vivir en otro sitio, por motivos de seguridad. Olvídese señorita Bellado –termina- Puede salir ya. Aquí tiene el papeleo de su primera misión en Dubai –comenta entregándome una carpeta negra con el símbolo de la agencia.

-Gracias Señor –y salgo de la sala.

Salgo de la sala y me dirijo a la tercera planta para buscar a Jace.

Llevo un solo día en este sitio y ya me estoy agobiando, no debería ser así. Pero ¿por qué me siento tan vacía? A lo mejor es que de todas las personas que viven aquí incluyendo El Mayor, con las que he mantenido mejores vibraciones solo han sido Menech y Abdul. Nadie más, nadie. No me siento como en casa. Allí en Cali, todos son distintos, sí, algunos pueden ser bastante macarrillas pero ya he lidiado con ese tipo de personas y la mayoría tienen buen corazón, el problema es que la vida que les ha tocado tener es muy dura y por ello deben mostrarse como no son para que nadie les hiera. Es una forma de defenderse de los males que acechan en cada esquina.

Por todo eso decidí crear un lugar en donde la gente podría pasar el día fuera de la calle que tan peligrosa es. Numerosos chavales de muchos barrios contiguos al mío venían a aprender todo tipo de cosas. Allí yo me dedicaba cada día a hacer varias cosas, una de ellas era bailar. Para mí el baile es una de las cosas más importantes en mi vida y a ellos les gustaba también mucho, tanto llegó a ser así, que algunos de ellos me preguntaron si podía crear un grupo de baile para competir por premios nacionales. Y muchas veces ganamos el primer puesto. Me hacía tan feliz ayudar a todos esos críos que ahora, aquí en Dubái, no tengo ninguna expectativa excepto el trabajo, pero no quiero que mi vida esté solamente vinculada al trabajo. Tengo que pensar en algo ya mismo.

De repente alguien toca mi hombro delicadamente, haciendo que me de la vuelta.

-Jace –digo mirándole- Pensaba que tu ofi...

-Te dije en el tercer piso, no en mi despacho –me espeta enfadado, aunque el entrecejo que le he visto fruncir antes ha sido sustituído por un gesto más suave.

-Yo... Lo siento no pensé...

-Pues pensaste mal –comenta un poco cabreado. Vuelve a ser él otra vez. Pongo los ojos en blanco. Este chico me saca de mis casillas- Ven, entremos aquí.

Jace me coge de la mano sin preguntar siquiera y me guía hasta la cafetería del piso de oficinas. La verdad es que este sitio es inmenso. En mi antigua central tan solo teníamos un pequeño bar con cinco mesas y una fina barra donde poder tomar algo, peroesto,una vez más, me deja alucinada.

-Nunca pensé que la cafetería de una central sería ochos veces más grande que mi antiguo piso –comento a Jace, que tiene la mirada perdida, buscando entre la marea de agentes una mesa vacía en la que poder sentarnos, hasta que encuentra una al final del todo pegando a un gran ventanal.

Let me be yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora