CAPÍTULO XX: Selene

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Selene


-¿Crees que saldrá todo bien? –me pregunta Abdul. Le he dicho que suba a ayudarme con la maleta, porque, sinceramente, aunque Luna me ha dado las instrucciones de todo lo que necesito para el viaje, ando un poco perdida.

Suspiro.

-La verdad... eso espero –respondo a su pregunta- Supuestamente cuando todo esto termine podré volver a hacer mi vida. Para eso me reclutaron –tras un minuto escaso de silencio por mis palabras, me levanto del suelo donde estaba preparando la maleta, y me giro sonriente en dirección a Abdul. Pero no está.

-¿Abdul? –lo llamo.

Cuando llego a la parte principal de mi dormitorio, me encuentro con las ventanas del balcón abiertas, haciendo que las cortinas bailen por el refrescante aire que viene del exterior.

Camino en silencio hasta allí y cruzo el umbral.

Mi amigo está apoyado en la barandilla negra cubierta por enredaderas verdes con diminutas flores violetas.

-¿Estás bien? –le pregunto dulcemente cuando llego a su lado.

-La verdad es que no –dice con un tono melancólico- Pero supongo que volveré a acostumbrarme.

Estoy un poco perdida, pero me siento triste por mi nuevo amigo.

-¿Volver a acostumbrarte? –pregunto serena- ¿A qué te refieres?

Abdul gira su cabeza en mi dirección y un nudo se me forma en la garganta. Tiene los ojos rojos y muy brillantes. Lágrimas se agolpan tras esos preciosos y dulces ojos suyos, pero no derrama ni una sola.

-A la soledad.

Y con esas tres solitarias palabras, me parte el alma. Sé exactamente a lo que se refiere. Lo he vivido tanto tiempo que es mi manera de vivir.

-Abdul... nunca estás solo. Siempre hay alguien que está escuchando tus consejos o riéndose de lo que dices solo para alegrar a los demás. El resto somos los que, de no ser por ti, estaríamos solos.

Abdul saca una sonrisa, pero una sonrisa tan triste que solo hace que el corazón se me parta en muchos más pedazos de lo que ya está.

-Solo tú Selene –me mira- Tú eres la única que se ríe de mis comentarios estúpidos, solo tú eres la que escucha a este chico sin ningún tipo de estudios que, porque viene de una familia pobre, haría cualquier tipo de trabajo para poder sobrevivir día a día. Eres la única que ha permitido que, un tipo que ya no cree en nada ni en nadie, pueda ser tu amigo, parte de tu familia –me mira con el alma cada vez más rota- Eres la única persona que me ha visto como a un igual y no como escoria, como basura. Tú has hecho que vuelva a creer en la humanidad, preciosa.

Let me be yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora