Alberth
Cavally
Cuanta calma, las reparaciones de la mansión han quedado terminadas casi en su totalidad, no puedo evitar pensar en aquellas cortinas de seda que mi amada Sophie cambiò unas horas antes de nuestro festejo de aniversario, tambien en aquellos adornos florales que mando a hacer para el salón central y... ¡Flores! Ella pidió flores. Ella pensó en un invernadero.
Camino lentamente hacia lo que antes era el jardín, los escombros han sido removidos y solo veo las grietas del suelo en donde cayeron las estatuas de mármol que teníamos aquí. Camino lentamente y a mi derecha contemplo aquel asiento en el que tuvimos nuestra última platica hace ¿Cuánto? ¿Casi un mes o mas? Me duele la cabeza de solo intentar contar los días que han pasado desde entonces, en los cuales no he hecho más que intentar alejarme de aquí pero, al final todos vuelven a donde tienen que estar. Sigo caminando hasta el final de nuestro jardín, en el que hay un pequeño lago y sigo con la mirada la corriente del rio que lentamente avanza hacia la presa que tenemos al borde de la ciudad. Los rayos del sol me alumbran anunciando un nuevo día, esta vez necesito hablar con la gente del distrito 1, y luego regresaré al 2 para organizar a la gente. Después de contestar las dudas que tenían y prometer una mejor consideración con ellos cuando la rebelión acabe, mucha gente se torno tranquila y me dieron a entender que nunca hubo un intento de levantamiento, pero que sí tenían varias muestras de inconformidad. Ahora que eso ha acabado debo asumir que cualquier intento rebelde que llegue al distrito 2 para organizar una revuelta será capturado por los mismos ciudadanos que afirman que nadie se ha puesto a organizarlos para dicha hazaña. No me quedó más remedio que informarles de supuestos líderes rebeldes que están viajando de distrito a distrito para incrementar su ejército.
- Alberth – me llama Brandom -. La nave está lista.
Asiento y veo el aerodeslizador materializarse sobre el jardín, el agua ondula por culpa de las corrientes de aire que lanza la maquina. Me volteo para ver las compuertas abrirse paso. El dolor en la pierna me devuelve a la realidad después de la conmoción que me provocó volver a este lugar. Brandom estaba prevenido y me ofrece el bastón que dejé en la sala principal. Ahora puedo soportar el dolor físico mucho más tiempo pero las heridas en mi interior no han sanado del todo.
La gente del distrito 1 está igual de enojada que los del 2, tardo un poco más en obligarlos a prestarme atención. Intento explicar de la misma forma que hice para con el 2, pero aquí me cuestionan sobre el paradero del sujeto que aparece en la grabación, tengo que abstenerme de responder con rabia pero veo que no es suficiente, también me preguntan sobre sus producciones, lo cual es nuevo. Después de un debate exhaustivo llego al mismo acuerdo que llegué con el pueblo del dos, para asegurar una mejor "Claridad" a los asuntos del Capitolio, ellos deben elegir a un representante del distrito, una persona confiable que se encargue del control del pueblo y que estará en contacto con el Capitolio para cualquier aviso o movimiento que haya mientras las líneas de comunicación directa no se hayan recuperado.
Casi es medio día cuando llegamos de nuevo al 2, los demás aerodeslizadores aterrizan con los cargamentos. Otra de mis condiciones para ganarme su confianza fue revitalizar al pueblo nuevamente en cuanto aceptaran colaborar con nosotros, mientras la carga es subida a los transportes terrestres yo me dirijo con Brandom al Edificio de Justicia. La gente espera impaciente a ser alimentados, a ser atendidos medicamente y a saciar su sed. En cuanto los convoyes aparecen en la plaza, la gente pierde todo sentido y se abalanza hacia ellos para intentar ser los primeros en recibir aquello que necesitan. Los Guardianes tratan a toda costa de mantener la calma pero parece salirse de control. Tomo la palabra para tranquilizar a la muchedumbre y entre gritos y gemidos me prestan atención, debí haber gritadoel mantener el orden tan alto porque las miradas se postran de inmediato en mi, cual bestias hambrientas que intentan darse un banquete y son interrumpidas en el acto. Podría arrojarles una hogaza de pan y probablemente se matarían entre ellos hasta que uno lograra comérselo. Es una idea salvaje y por un segundo me viene a la mente tal atrocidad.
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Días Oscuros: El Comienzo de Los Juegos del Hambre
Ficção Adolescente"A veces para entender cómo terminan las cosas, primero hay que saber cómo empiezan" Alex, un joven trabajador de las minas de grafito del Distrito 13, en compañía de su vecino Lucas, descubre un importante mundo subterráneo debajo de su pueblo y po...