Capítulo 9

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Alberth

Cavally





La cabeza me da vueltas, la luz que entra por la ventana me lastima la vista, veo algunos puntos en el techo, respiro pero poco a poco el dolor me invade, me agito cada vez más, tengo un tubo que me llena de aire y me lo quito, tengo más tubos en los brazos, intento moverme pero mi pierna derecha me punza haciéndome gritar, una enfermera del centro médico entra rápidamente al cuarto y me lanza palabras para tranquilizarme, otras dos señoritas se unen a ella.

- Sophie... ¿dónde está? ¿ya la atendieron también? – por más que intento recordar algo después del estallido en el edificio central, no recuerdo nada más que fuego y destrucción, nada en concreto.

Brandom entra y al verlo le pido que venga, él se acerca dudoso y consternado.

- Brandom, Brandom, que alegría verte... ¿Dónde está Sophie? ¿Está bien? ¿puedes decirle que venga?

Él me mira y abre la boca pero no dice nada, espero a que me dé una respuesta pero no llega así que le insisto. Lo saco de su conmoción y le ordena a dos de las enfermeras retirarse, mira a la que se queda, la misma que llegó primero hace rato y le asiente, ella se voltea y comienza a hacer unos ruidos con los instrumentos de metal que están sobre un escritorio, no me había percatado pero estoy en mi habitación... ¿Dónde está Sophie?

- Alberth... ¿no recuerdas nada de lo que pasó?

- Oh, claro que lo recuerdo, un maldito bastardo logro entrar al edificio ¿Dónde está? ¿lograron atraparlos, tienen la nave?

Brandom no contesta, me mira analizándome, ¿a qué rayos está jugando?

- ¿Qué te pasa? – le pregunto consternado.

- Anoche atacaron el jardín de la mansión, te trajimos porque insististe...

- ¿Quiénes? ¿los bastardos de la nave? ¡malditos! – pero después asimilo lo que trata de decirme, atacaron mi casa, aquí, lo veo mientras trato de descifrar si lo que me va a decir es algo bueno o malo. - ¿Qué pasó, Brandom? Dímelo.

Toma aire y lanza un suspiro muy largo, aprieta sus dientes, veo cómo le tiemblan los labios.

- Lo lamento, Alberth... Sophie está muerta.

El calor y el dolor del cuerpo se desvanecen en un santiamén, mi respiración se corta ante sus palabras, trato de asimilarlas, ella está muerta... ella está muerta ¡ella está muerta! Me muevo para salir de la cama negando que sea verdad lo que ha dicho, él me detiene y comienzo forcejear, le grito, acusándolo de mentiroso, esto debe ser una broma, una broma de mal gusto, pero veo su rostro y no hay gota de burla ni gracia, sino compasión, se compadece de mí, dejo de luchar poco a poco, la cabeza me da vueltas nuevamente.

Abro los ojos poco a poco, la luz naranja del atardecer ilumina el cuarto, la cortina se alza por el aire, volteo a mi alrededor y veo a Brandom sentado sobre una silla, leyendo un libro, entonces la tristeza me inunda. Mis pensamientos se van reacomodando, los últimos acontecimientos llegan como si fuese el recuerdo de una espeluznante pesadilla, el hueco es real, tan real que no siento que haya reparación para ello, se ha ido, ella se ha ido.

- Brandom – lo llamo, él se percata de mi conmoción y vuelvo a decir su nombre, esta vez como si fuera una súplica, esperando que me diga que realmente fue una terrible pesadilla.

Pero se levanta y me toma del hombro, susurrando un "lo lamento" mi cuerpo se desmorona al escucharlo, mi mente se nubla y las lágrimas caen como un torrente de lluvia desenfrenada, Brandon me abraza y es el mayor consuelo y la mejor ayuda que tengo para no caer completamente, ella se ha ido, se ha ido para nunca volver... no, ella no se ha ido, me la han quitado, me la arrebataron, fueron esos malditos bastardos, mi dolor se convierte en ira, el torrente se vuelve tornado.

Días Oscuros: El Comienzo de Los Juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora