"La realidad de la ilusión"

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La espesa oscuridad de aquel bosque le impedía ver al castaño, siendo su única luz que le podía guiar la luna, a pesar de eso, aquella luz era demasiado tenue, debido a que la noche se encontraba nublada.

Los minutos pasaban y con ellos se iban las horas al mismo tiempo que él seguía caminando sin rumbo alguno. La luna se encontraba en su punto más alto, indicando que era el comienzo de la madrugada. Ya era momento de asumir que se había perdido, pero la llama de la esperanza de encontrar el camino a casa aún se encontraba viva, misma que iba a ser un tanto difícil de apagar; como dicen: La esperanza muere al último.

– ¿Listo para hacer un trato Pine? – Se escuchó aquella voz, retumbando por el lugar, a la vez que con su mirada recorría el lugar, pareciendo ser que no procedencia de algún punto en específico, asumiendo que aquello era producto de la imaginación propia con un toque de paranoia.

Rendido se decidió sentar bajo el árbol y pasar la noche ahí, para poder regresar más calmado por la mañana y no imaginar más cosas extrañas; a los pocos minutos de estar en plena tranquilidad el ruido de las ramas del árbol del que yacía, comenzaron a sacudirse sin motivo aparente, debido a que la brisa del aire era muy leve; y fue ahí cuando vio a aquel chico rubio, sentado plácidamente en la rama más cercana del suelo.

– Cuánto tiempo ha pasado. Puedo notar que has cambiado demasiado. – Parecía ser que el aspecto del castaño le había cautivado la atención, ya que era muy diferente a como le recordaba.

Era extraño ver a aquel chico, nunca le había visto antes, pero parecía ser que él sí, aunque le sacaba cierto parecido a... – ¿Bill? – No creía que fuese él, pero era mejor asegurarse, antes que sacar propias conclusiones.

– ¿Quién más? – Musitó al tiempo en que bajó con delicadeza de aquella rama, para quedar a escasos centímetros del chico. Haciendo aquello con intención, pues le quería ver detenidamente, cada facción de su rostro e incluso hasta la más mínima mancha, cortada, rasguño o alguna otra cosa que pudiese tener, por tales acciones este se encontraba algo nervioso, nunca había tenido a alguien a tan poca distancia y mucho menos a un chico.

Podría sentir como aquello centímetros se iban haciendo cada vez más cortos a tal grado de llegar a unos escasos milímetros...

El castaño se despertó confuso, viendo a su alrededor. Todo en completo orden, agregando que apenas estaba amaneciendo. Con la confusión de lo sucedido, pues no sabía si aquello había sido un simple sueño o había sido realidad, debido a no recordar nada de la noche anterior; sólo lo que le había dicho Ford; por lo que decidió volver a acostarse para despejar su mente un poco, a la vez que iba a tratar de recordar lo que había hecho la noche anterior, cayendo en un profundo sueño otra vez.

– Veo que me extrañaste, ya volviste a este lugar muy rápido

– ¿Qué quieres y qué haces aquí? – Quería una explicación a ello. La única forma en que el demonio pudiese estar en la mente de alguien era: invocarle o hacer un trato con él. No había hecho ninguna de las dos, por ello quería que se fuera lo más pronto de su mente.

– ¿Acaso no recuerdas? Tenemos un trato – A lo que simplemente le vio con confusión. Pues no recordaba haber hecho tal cosa y menos con aquel rubio. – El tiempo corre niño, será mejor que recuerdes. – Fue lo último que dijo para que segundos después se despertara, para darse cuenta de lo tarde que era y que su hermana llegaría dentro de poco.

"¿Trato con Bill? Cuándo sucedió aquello, a menos que... pero eso había sido un simple sueño, no, una pesadilla; de la cual no lograré escapar si no encuentro la forma de detenerlo y evitar que atormente a más personas" Pronto se vio estresado el chico al ver que no tenía ni la más mínima idea de cómo lograr aquello, la única persona que conocía la debilidad no se encontraba en aquel lugar.

– ¡Dipper! – Se escuchó el grito de la castaña desde el otro lado de la puerta.

– Ya voy – Replicó con cierta pesadez y fatiga, para consiguiente arreglarse y salir con ella. Necesitaba encontrar una forma de mantener a su hermana alejada del lugar, en especial alejada de Bill.

– Mabel, necesito decirte algo... – No le dio oportunidad de terminar aquello, cuando la chica lo traía jaloneando por el lugar, sin dejar de hablar de todo lo que le había sucedido.

Durante aquel día no había forma de contarle a Mabel lo ocurrido, pues no quería arruinar la bienvenida de ella con pésimas noticias, mucho menos ponerla en riesgo; por lo que decidió no contarle nada y dejar que todo transcurriera.

El verano para su suerte pasó rápido, la única preocupación que le quedaba era el examen de la universidad para por fin tener su doctorado a tan joven edad, y podría pensar que Bill, pero ya llevaba mucho sin rastro de él por lo que dio por terminada aquella tarea de derrotarlo. Por fin las cosas se habían estado mejorando. O eso parecía ser...

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