Ray

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Recuerdo aquel día como si fuera ayer, pues fué el día en el que pasé más miedo. Era un 24 de diciembre, un día gris y oscuro que amenazaba con lluvia y adornos navideños. Al ser la víspera de Navidad fuí a comprarle un regalo a mi hermano pequeño esa misma tarde. Fuí al chino más cercano y compré el juguetillo más decente que había en aquella ruín tienda.

Al salir pude comprobar que estaba chispando, pero no le dí importancia. Ahora sé que fué un terrible error ya que a los pocos minutos cayó una tremenda tromba de agua. La lluvia dificultaba la vista y cuando medí cuenta estaba yendo en la dirección contraria. Pronto tuve que refugiarme en lo que parecía una pequeña arboleda. Otro error a mi cuenta, pues aquello era en realidad un oscuro y siniestro bosque en el que reinaba la niebla.

Grité en busca de ayuda y pronto oí unos pasos. Lo más raro de todo es que acompañando a aquellas pisadas se podía apreciar el tintineo de unos cascabeles. Seguidamente y con voz seca y aguda alguien dijo entre risas y burlas " ¿A que soy la pera?" soltó unas macabras carcajadas propias del mismísimo Diablo. Me giré asustado para ver quién pronunció aquellas palabras, pero no divisé a nadie. Justo detrás de mí aquella persona, si es que era una persona, continuó diciendo con tono burlón y siniestro "¡Feliz Navidad amigo! ¡Feliz Navidad!". Rápidamente me giré de nuevo y ví a escasos metros de mí a un muchacho recostado sobre el tronco de un árbol viejo.

El chico llevaba puesta una chaqueta roja con capucha y un ayo turquesa en el hombro. Las mangas de la chaqueta era blancas, tenía capucha puesta sobre la cabeza y su cabello rubio peinado hacia la derecha. Pero lo que más me aterró de todo aquello es que tenía un máscara amarilla, bastante real y con las mejillas grandes y sonrojadas y con salpicaduras de sangre. La máscara tenía pintada con un rotulador permanente negro media sonrisa y unos cómicos ojos entreabiertos. También llevaba agarrado con firmeza un bate de béisbol ensangrentado. Ágilmente se levantó y se acercó a mí entre risitas. Eché a correr tanto como me fué posible , pero al final me dió caza. Me dió varios golpes con el bate. Nunca me habían pegado con tanta fuerza.

Corrí y corrí, pero me alcanzaba una y otra vez. Mi exhausto cuerpo chorreaba sangre y no soportaría mucho más aquel suplicio. Se notaba en él que disfrutaba increíblemente haciéndome sufrir tanto, pues creo que se puede llegar a decir que estaba muy feliz. En ese momento pensaba que nada ya me podía salvar, cuando iba a poner punto y final a mi vida con un doloroso golpe mortal, de repente y sin previo aviso, un milagro vino a mí en forma de luz. No fué otra cosa la que me salvó que la simple luz que pasaba cerca del lugar. Él se asustó por la luz y pude escapar de de aquel demonio.

Desde entoces he velado por mi seguridad todas las noches por si vuelve a por venganza. Tampoco me he adentrado en bosques ni salido de noche desde entonces. Ni siquiera veo las navidades del mismo modo. Él es tan rápido como el rayo y sus golpes son como un trueno enmedio de la noche, su risa diabólica hiela la sangre y su voz augura la muerte, así que si alguna vez vas a ir al bosque, piénsatelo mejor.

 #QueTenganBuenDía -Dark

Creepypastas :3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora