En Venecia Con Amor/ Gianluca Ginoble

S e i s

-Esta noche cenaremos fuera –dijo Gianluca–. Para conmemorar tu regreso a Venecia.

–Eso será agradable –contestó Lily.

No permitiría que Gianluca notara que seguía afectada por la discusión. Estaría bien salir del palazzo. Habían pasado menos de veinticuatro horas desde su regreso y, las había pasado hecha un manojo de nervios. No la sorprendía, tras todo lo ocurrido, pero iba a intentar no pensar en ello. Había pasado la tarde intentando concentrarse en un libro, pero ni siquiera uno de sus pasatiempos favoritos, la lectura, había conseguido distraerla de los inquietantes pensamientos que se arremolinaban en su mente.

–Iremos a Luigi's –dijo Gianluca.

 –Eh... no... –Lily inspiró con ansiedad y miró a Gianluca, buscando una excusa para no ir a Luigi's.

Tras lo ocurrido la última noche de Lily en Venecia, sería arriesgado que Gianluca y Luigi entraran en contacto. El restaurante siempre había sido uno de sus locales favoritos para cenar. Estaba lo bastante cerca del palazzo para ir andando, servía algunos de los mejores platos de Venecia y tenía un gran ambiente. Luigi, el propietario, era todo un carácter, de personalidad expansiva y naturaleza generosa. La noche que Gianluca había echado a Lily, la bondad de Luigi había sido su salvación. Atrapada en la ciudad cubierta de niebla, con todos los hoteles al completo y el aeropuerto cerrado, Luigi había salvado el día. Le había ofrecido quedarse en la habitación de invitados de su madre, sin preguntas, y él mismo la había llevado al aeropuerto la mañana siguiente.

–¿No te apetece Luigi's? –preguntó Gianluca, frunciendo el ceño–. ¿Por qué no?

–Iremos, si tú quieres –Lily no supo qué decir. Ella no había hecho nada malo, pero Gianluca era un veneciano orgulloso y sabía instintivamente que no le gustaría que hubiera aceptado la ayuda de otro hombre–. Pero en realidad me encantaría ir a ese sitio en Burano. Me apetece pescado.

–Muy bien –Gianluca se estaba dando la vuelta, pero de repente paró y la taladró con su mirada verde–. Esta cena es una celebración. Vístete para la ocasión.

Lily, irritada, contempló cómo se alejaba, preguntándose si pretendía provocarla con su autoritarismo. Era difícil acostumbrarse. Siempre había sido dominante, pero nunca le había dado órdenes sin más. Cruzó la habitación para mirar por la ventana alta y arqueada. Góndolas negras cargadas de turistas surcaban el canal color verde jade. Observó las lánguidas ondulaciones en la reluciente superficie del agua, pensando en cuánto había cambiado su vida. Ya no era una turista. Ni siquiera una visitante. Estaba en Venecia para quedarse, Subió las escaleras para vestirse para la cena. Le demostraría a Gianluca que entendía las reglas del juego. No le haría perder tiempo aprobando su elección; su instinto de supervivencia no le permitía pasar de nuevo por esa humillación. Había aceptado que Gianluca tenía intenciones serias de casarse con ella, y aunque las circunstancias no eran las que habría elegido, sacaría el mayor partido posible de la situación. No permitiría que la fuerza viril y masculina de su personalidad la apagara. Debía asumir la responsabilidad de crearse una vida en Venecia y preparar la llegada a la familia de su bebé. Sabía que lo mejor era dejar de luchar contra Gianluca y encontrar la manera de adaptarse a sus normas. Debía ser preactiva. Sería mejor intentar influir en el desarrollo de las cosas que pelear con Gianluca después de que hubieran sucedido.

Poco después cruzaban la laguna de camino a la isla de Burano.

–He echado de menos estar en el agua –dijo Lily, mirando a Gianluca. La luz dorada del atardecer doraba su pelo negro y daba a su rostro un cálido resplandor, pero sus rasgos eran inescrutables. Imposible saber qué pensaba–. Era una de mis cosas favoritas de vivir aquí, aunque estuviéramos en invierno.