S i e t e

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La tumbo en la cama y se quito la chaqueta y la corbata antes de arrodillarse a su lado y terminar de desabrocharle el vestido. Ella lo miró sonriendo al ver cómo le caía el flequillo sobre la cara. Alzó la mano y acarició su espeso pelo negro. De repente, le pareció muy íntimo tocarle el pelo. Era una tontería, tras lo que había ocurrido en el barco y lo que estaba a punto de ocurrir. Pero en ese momento se encontró pensando que todo iría bien. Casi podía imaginar que las últimas seis semanas no habían existido.

–He echado esto de menos –dijo Gianluca, quitándole el vestido. Miró su cuerpo sólo cubierto por un sujetador de encaje, un tanga, medias y zapatos de tacón. Era deslumbrante. –Eres bellísima –murmuró, tomando un seno con cada mano. Eran deliciosamente cálidos bajo sus dedos y sintió como sus pezones se tensaban instantáneamente contra sus palmas. Ella se revolvía en la cama y supo que no tardaría mucho en volver a excitarla por completo.

Había respondido muy bien en la laguna y ver cómo la afectaba también había sido un afrodisíaco para él. En realidad ella nunca había tenido que hacer mucho para excitarlo, sólo mirarla era bastante. Y esa noche pensaba hacer mucho más que mirar. Iban a casarse y la convertiría en su esposa en todos los sentidos.

Con dedos hábiles le desabrochó el sujetador y lo tiró a un lado. Las pupilas de ella se dilataron de deseo y se arqueó hacia atrás, ofreciéndole los senos. El supo exactamente qué deseaba.

–¡Ah! –gritó Lily cuando su boca se cerró sobre un pezón. Sintió un glorioso cosquilleo recorrer todo su cuerpo mientras la lengua de él hacia magia con su carne–. ¡Oh, Gianluca! –gimió. No podía creer que estuviera ocurriendo por fin.

Gianluca le estaba haciendo el amor y todo volvía a ser como antes. El movía las manos por su cuerpo, quemándola, mientras le quitaba las braguitas y las medias, haciendo que su pulso se acelerara cada vez más. Desnuda en la cama, jadeaba cuando Gianluca alzó la cabeza para mirarla. Se tensó de excitación sexual. Sabía que él la deseaba en la misma medida. Pero llevaba demasiada ropa. Necesitaba sentir su piel contra la suya, tocar su cuerpo duro y musculoso. Alzó las manos para quitarle la camisa.

–Eso está bien –dijo Gianluca con voz ronca, mirando cómo sus dedos peleaban con los botones–. Debería haberlo recordado, cenar fuera siempre te excitaba.

–No ha sido eso –protestó Lily, librándose por fin su camisa. Hizo una pausa y lo miró. Era verdad que la mayoría de sus noches románticas se habían iniciado cenando fuera.

–Ah, ahora lo recuerdas –dijo Gianluca, quitándose el cinturón.

–No era por cenar fuera –insistió Lily. Sintió un extraño vacío al comprender que en realidad había sido por tener su atención. Cuando pasaba una velada con ella, en vez de trabajando, hacía que se sintiera especial. Deseada. Digna de él. Cuando se acostaba a su lado tras volver tarde de la oficina, siempre lo recibía con los brazos abiertos. Pero era distinto. La complacía que la buscara tras un largo día de trabajo. Pero no era igual que cuando había pasado tiempo con ella.

–Mañana probaremos de nuevo –dijo Gianluca besando su estómago y haciéndole cosquillas con el aliento–. Iremos a Luigi's. Lily se tensó involuntariamente. Gianluca se incorporó y escrutó su rostro. –¿Qué pasa? –exigió con voz fría y dura–. Cuando mencioné Luigi's antes también reaccionaste de forma extraña. Dime qué ocurre.

–Nada –Lily se apoyó en los codos y, de repente, se avergonzó de estar desnuda.

–Dímelo –Gianluca se puso de pie con ira–. ¿Es él? ¿Es con quien me traicionaste?

–¡No! –gritó Lily. Subió las rodillas hasta el pecho y las rodeó con los brazos, asustada. Se había producido un aterrorizador cambio en él, sus facciones se habían oscurecido y vibraba de cólera.

En Venecia Con Amor/ Gianluca GinobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora