Roommates [Yoonmin]

Verdad

— Kookie, tenías razón, Yoongi hyung es... un hombre de la vida galante.

[...]

Jimin se levantó perezosamente de su cama mientras tallaba uno de sus ojos, arrastrando los pies fuera de su habitación y dirigiéndose al baño. Todo el departamento se encontraba en penumbras, pues no serían ni las cuatro de la mañana.

— Ho... seok —aquel peculiar sonido provocó que Jimin despabilara al instante.

En la habitación frente a la suya, una pequeña rendija de la puerta entre abierta dejaba escapar un rayo de luz artificial. En la habitación de Yoongi hyung alguien seguía despierto.

— Mierda, Yoongi, quita el pie de ahí.

Y no era solo una persona, eran dos.

El de cabellos anaranjados se relamió los labios y tragó grueso. Se cubrió la boca para evitar hacer ruido y se acercó a la puerta.

— Esto duele, apúrate y muévete —ordenó la voz de Yoongi.

— ¡Ah!

¡Jimin definitivamente no estaba loco! Aquello había sido un gemido.

El espía se ruborizó y acercó un poco más a la puerta, pues los dos pervertidos se susurraban algo que él no alcanzaba a escuchar. Se recargó levemente en la puerta, y cuando menos lo pensó, esta se abrió bruscamente, provocando que casi se fuera de boca.

— ¿Se te perdió algo? —Le preguntó un Yoongi tranquilo, con una expresión de molestia en el rostro.

— Yo... Yo... —Jimin paseó sus ojos por el cuerpo de su compañero de piso, por la habitación, y por el azabache sonriente recostado en el piso.

Un tapete de Twister en el centro de la habitación y dos muchachos completamente vestidos. Jimin se encontraba tan apenado que no se atrevió a cuestionar por qué alguien estaría jugando ese raro juego a las tres de la madrugada. Se disculpó y echó a correr hasta su propia habitación.

Yoongi se rió por lo bajo y volvió a su cama.

—  ¿Escuchó? —Preguntó Hoseok.

—  Ajá.

— ¿Creyó que teníamos sexo?

— Ajáp.

— ¿Sigue creyendo que eres prostituto?

— A-jáa...

— ¿Y le piensas decir que en realidad sólo eres un aburrido productor y rapero underground?

— Nop —sonrió maliciosamente—. Dejemos que su imaginación vuele...