Roommates [Yoonmin]

Ula-ula

— ¿Qué haces?

Yoongi entra perezosamente a la estancia, aún usando sus holgados pantalones de chandal rojo y un hoodie negro. Ve a Jimin en medio de la sala (frente al televisor) con un gran aro de plástico en su cintura, girando constantemente.

— Estamos practicando una nueva coreografía, y el líder dice que el ula-ula es bueno para controlar los movimientos de pelvis y cintura.

Yoongi mantiene la boca ligeramente abierta, todavía un poco dormido. Recordaba que Jimin era bailarín profesional (de esos que salen en los escenarios junto a cantantes y raperos). El de cabellos verdes se echa en el sofá detrás de Jimin, recargando la cabeza en una de sus manos que a la vez se recarga en el mullido cojín con el codo.

Desde aquella posición, Yoongi aprecia perfectamente la silueta de Jimin; su musculosa espalda, su estrecha cintura en comparación a sus hombros, y...

Madre de Dior.

¿Desde cuándo el trasero de Jimin era tan grande?

Llevaban viviendo juntos cerca de un mes, pero la verdad es que no se veían mucho entre semana, y los sábados y domingos Jimin se adhería al sofá como lapa para ver películas. Ciertamente nunca había tenido la perfecta oportunidad como en aquel momento para juzgar la retaguardia del menor.

Pero es un diez. Un mil.

Jimin continúa su movimiento circular, siguiendo las instrucciones del sujeto en la televisión. Yoongi no puede evitar que su boca se abra ante la erótica escena, hipnotizado por el trasero del menor girando frente a él. Una y otra, y otra vez.

El pálido se acerca más, ladeando la cabeza, con la baba cayendo de su boca...

¡Y bang!

— ¡Santo cielo, hyung! ¿Estás bien?

Jimin se arrodilla en el suelo junto a Yoongi, quien se cubre la cara con ambas manos mientras gime de dolor. El ula-ula golpeó directo en su nariz.

— Valió la pena.