Capítulo 23: Problemas con el maquillaje y el enojo de Marceline.

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Ya amanecía, la luna se ocultaba y el sol salía, abriéndole paso a la luz que se colaba por las ventanas de la casa del rubio. Una tierna chica rubia despertaba con los restos del sueño todavía en ella, miraba al chico que yacía a su lado abrazándola tiernamente con una sonrisa hasta que logró reaccionar y un sonrojo se apoderó totalmente de sus mejillas.

— Espera, ¿Qué pasó ayer? Solo recuerdo haberme dormido...— Murmuraba la rubia para sí misma. Escuchó como el chico se levantaba y se ponía una mano en su cabeza aun con los ojos cerrados por el sueño. Luego, los abrió lentamente para contemplar a la chica con aspecto confundido que yacía a su lado.

— Oh, hola Fionna, ¿Cómo amaneciste? — Una vez haberle preguntado esto, le dio un dulce beso en la frente.

— Bien, gracias. Espero que tú igual — Finn asintió cansado — Bien, ¿Me puedes decir qué pasó ayer?

— No te asustes, cumplí mi palabra de que no te haría nada extraño — Respondió él mirando hacia la ventana que estaba a su lado.

— Ah, ya entiendo. Me quedé dormida en tu pecho ¿Eh? — Dijo ella todavía ruborizada y mirando hacia abajo.

— Ajá...— Afirmó.

Finn se levantó y se estiró, Fionna pudo notar que Finn estaba vestido con un pijama azul. Cuando ella se levantó, se fijó que estaba vestida con la misma ropa con la que se quedó dormida, algo que al principio la alivió, pero luego se acordó que se había maquillado y ahora debería verse horrible.

— Voy al baño — Dijo antes de salir corriendo. Ella por alguna razón ya sabía donde quedaba.

— Bien — Alcanzó a decir Finn antes de que ella se fuera corriendo.

Fionna se miró al espejo y tenía todo el maquillaje corrido por su cara. Abrió la llave del agua y empezó a quitárselo desesperadamente, pero habían algunas cosas que nunca se quitarían sin su amada esponja para eso. Finn se dio cuenta de que Fionna tardaba demasiado así que se acercó a la puerta del baño que se encontraba cerrada y antes de tocar, escuchó unas palabras salir de la boca de Fionna.

— ¡No puede ser! ¡Qué horrible estoy! Qué pena me da que él me haya visto así...— Decía con un tono de angustia mezclada con desesperación. El chico suspiró y tocó la puerta esperando respuesta. — ¿Sí? — Preguntó la rubia a la llamada.

— Fionna, ¿Qué te pasa? — Preguntó él.

— No, nada, tranquilo — Decía ella simulando una voz calmada y tranquila. Pero ella sabía que por dentro se estaba muriendo de la vergüenza.

— Voy a entrar, ¿Ok? — Advirtió él y abrió lentamente la puerta. Cuando la abrió por completo, Fionna tenía una toalla en la cara que la cubría sin dejar ver nada en especial.

— Hola...— Dijo saludando con su mano libre. No podía ver nada, pero ella estaba pensando que el rubio tenía una cara burlona en él, cosa que no era cierta puesto que él tenía una cara seria.

— ¿Y esa toalla? — Preguntó él.

— Oh, no es nada, me limpio la cara — Ella sabía que esto no era cierto.

— Okey, como digas. Por cierto, si te avergüenzas de tu maquillaje corrido, deberías saber entonces que a mi me da igual — Aclaró antes de darse la vuelta.

— Pero estoy horrible...— Soltó ella. Finn no se había ido, así que se volvió hacia Fionna y le quitó la toalla reteniendo sus manos haciendo que ésta cayera al suelo y pudiendo ver la cara de Fionna.

— ¿Crees que estás horrible? — Preguntó él. Fionna asentía tímidamente con la cabeza. — Pues te voy a demostrar que no es así — Decía él habiendo soltado una de sus manos y quitando un mechón rubio de su cara, para darle un tierno beso que la rubia no dudó en corresponder. Tuvieron que separarse por falta de aire.

— ¿Y eso qué fue? — Preguntó Fionna.

— Quise demostrarte que sin importar lo que digas, para mí tú siempre eres hermosa — Aclaro él y le dio otro beso, pero esta vez más fugaz. Hecho esto, la abrazó y le avisó que bajaría, a lo que Fionna respondió asintiendo.

Ya abajo, Fionna vio a su novio cocinando con una sonrisa divertida. A él le encantaba cocinar, así que ella se le quedó viendo (Ya para entonces, Fionna se había quitado totalmente el maquillaje porque empezó a tener más paciencia para ello) Con una gran y resplandeciente sonrisa en el rostro. Fue entonces que Finn gritó su nombre y la rubia respondió al llamado como si nunca hubiese estado ahí.

— Siéntate, yo te sirvo — Dijo él señalándole una silla en la mesa.

— Finn, cariño, no te preocupes por eso. Yo puedo hacerlo — Respondió Fionna. Finn solo se alzó de hombros y le señaló el plato de ella.

— Bueno pues, tómalo — Le dijo. Fionna fue a tomar su plato y se sentó en la mesa a desayunar con su novio.

Mientras ellos eran felices desayunando, conversando y diciendo cosas sin sentido, en otra parte se desarrollaba una pequeña discusión.

— Bonnibel, no puedes controlar la vida de Finn a tu antojo. ¡Déjalo libre! — Le decía Marceline a Bonnibel. La pelirosada le había contado todo su renovado plan a la pelinegra, haciéndole entender que Gumball había fallado, pero por lo menos los dejaría en paz un rato más.

— ¡Ya te dije que ella no es la indicada para él! — Contestaba Bonnibel.

— ¿Y quién según tú? — Preguntaba alterada Marceline. Respiró hondo y suspiró, se puso las manos en las caderas — ¿Acaso él te gusta?

Un leve sonrojo se produjo en la cara de la pelirosada.

— ¡Claro que no! Soy una de sus mejores amigas, quiero todo para su bien.

— No pareces una mejor amiga ¿Lo sabes, no? — Dijo Marceline. Bonnibel se estremeció ante estas palabras.

— ¡¿Qué dices?! ¡Aquí la que no es buena amiga eres tú! — Dijo esto último señalando con el dedo índice a Marceline. La chica intentó contener su furia y con su mano quitó suavemente el dedo con el que era señalada.

— No, ¿Por qué yo sería la mala de la película? Ese papel te corresponde a ti en este momento, menos mal que yo sí me atrevo a decírtelo — Dicho esto, la pelinegra se dio la vuelta para irse, pero agregó — Por cierto, me enteré de que ambos tuvieron una cita muy linda en la noche. Así que si vas a actuar, hazlo porque no me extraña que una vez que salgamos del liceo, ellos se pidan matrimonio. Pegan más que tú con él — Dicho esto, Marceline se fue hecha un huracán y dispuesta a intentar calmarse con la única persona que ella sabía que lo lograría.

Por su parte, Bonnibel se quedó pensando, estática en ese lugar, preguntándose como era posible que él le hiciera más caso a una rubia hipócrita que a ella misma, que lo había apoyado siempre.

''Eso no tiene nada que ver y lo sabes'' Le decía su subconsciente.

''¿Quién dice que no?'' Respondía ella a sí misma.

Bonnibel tenía por ese momento una mirada fría y una expresión vacía, sin emociones que demostrar.

''Se metió con la chica equivocada. Haré lo que tenga que hacer'' Se decía a sí misma en voz baja, creyendo que nadie la escuchaba y estando dispuesta a cumplir su objetivo. ''Ya lo verá''.

Bonnibel simplemente cree que las personas son unos objetos y que ella puede poseer lo que quiera. Nunca se iba a imaginar lo equivocada que estaba esta vez esa mente tan brillante.

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Mis niños, perdón por no haber subido ayer. Pero tengo excusa (Como siempre -.-):

1.- Cuando iba a subir se me fue el Internet.

2.- Iba a subir antes de la hora y la computadora se puso infernalmente lenta...Así que no pude.

Espero su comprensión, los quiero~

Vic~

See you later ~ HDA · Finnonna · AU EscolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora