Capitulo 22: Final

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Blaine llegó a casa devastado, no sabía cuánto tiempo le tomaría darse cuenta que Kurt nunca volvería, que probablemente ya se había ido. Sin embargo y a pesar de afrontar la situación con la mayor fortaleza posible, cuando llegó a su habitación perdió toda la fuerza que le quedaba, cayó de rodillas junto a la cama, y entonces parecía que lloraba, o al menos el deseaba hacerlo, y todo lo que tenía dentro gritaba que solo quería un beso más, una palabra más, una mirada más, una más.

En las horas siguientes, lo que lo ayudaba a mantener la tristeza a raya, era el movimiento, no la inmovilidad, así que recorría la casa de un lugar a otro, limpiaba cada mancha, enderezaba cada cuadro, organizaba cada cosa que no estuviera en su lugar.

Pam, trataba con su mejor voluntad de hacer sentir mejor a su hijo, de levantarle el ánimo y de evitar que llorara más. Pero a este le agobiaba la compañía de los demás, aunque también lo paralizaba la soledad cuando se alejaba de la gente. Estaba aterrado y ni siquiera sabía de qué, porque ya lo había perdido todo.

Por toda la habitación habían fotos y portarretratos de Blaine y Kurt cuando vivían los más felices momentos, inclusive en la cabecera de su cama había un letrero que decía "KLAINE" el cual Rachel había hecho para ambos, así era como a ella le gustaba llamarlos. Blaine se aprietaba los ojos con las manos como si así pudiera volver a introducirse las lágrimas en el cráneo. "No llores", se ordenaba. Él sabía que si dejaba escapar parte de sus emociones, saldría todo afuera y no acabaría nunca.

Ya casi eran las 12 de la noche, Blaine estaba a punto de irse a dormir, cuando su madre tocó la puerta insistente.

-Cariño, ¿Puedo entrar? –Inquirió la Pam, a través de la puerta.

-¡Claro! –Indicó Blaine desde su cama.

La señora Anderson entró a su habitación, estaba jugueteando con sus dedos y poco a poco le comenzaban a sudar las manos. Sus ojos se cristalizaron al ver a su hijo en ese estado.

Pam le rodeó a Blaine los hombros con los brazos, y eso hizo que el dolor empeorara, porque le recordaba todas las veces que los delgados brazos de Kurt lo rodearon, primero vacilantes, después más fuertes, más confiados, más seguro de él.

Le recuerda que ningún abrazo volverá a ser igual porque ninguno será como los suyos, porque él se ha ido. Se ha ido y, aunque llorar le parecía inútil y absurdo, estúpido, es lo único que podía hacer. Pam lo mantuvo erguido y no dijo ni una sola palabra durante un buen rato.

Al final Blaine se apartó, pero ella dejó sus manos sobre sus hombros, cálidos y llenos de tristeza.

-¿Sabes? –Comenzó la señora Anderson –Kurt, era un muy buen chico, y ustedes se amaban tanto... siempre soñé con llamarlo "Yerno" algún día, y sé que algún día hubiera sido así. Pero ahora, quiero que mires adelante, mi amor, la vida es una sola, y la debes aprovechar. –Ella alzó un poco las cejas y puso una media sonrisa, tratando de reconfortar a su hijo.

Blaine solo lloró de nuevo, como cuando vio el cuerpo casi apagado de su novio, y esta vez con las lágrimas, llegó el dolor, un dolor caliente y agudo que se le clavaba en el pecho. Apretaba las sabanas con el puño, desesperado por conseguir el alivio que ofrecía, la protección contra el dolor de todos los recuerdos que le desgarraban las entrañas, como si fuera un animal.

En este mundo hay muchas formas de ser valiente. A veces, la valentía implica dar la vida por algo más importante que tu o darla por alguien. A veces implica renunciar a todo lo que has conocido o a todos los seres queridos por un bien mayor.
Pero no siempre es así.
A veces no es más que apretar los dientes para soportar el dolor y el trabajo de cada día, y así caminar poco a poco hacia una vida mejor.
Y esa era la valentía que el necesitaba ahora.

Love At First Sight (Klaine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora