**30 seconds to mars - This is war / multimedia**.
HACE UN MES.
Me acerco a ella, tirada entre los escombros y llorando sin saber qué hacer; está sola, sin nadie que la proteja del peligro que aún sigue persiguiéndola sin descanso. La cargo en volandas y ella no musita una sola palabra, solo se acurruca contra mi pecho y llora. A pesar del calor al que estuvo sometida en la explosión, su cuerpo está helado, siento la frialdad en su piel y ella la inmensa e irremediable calidez en la mía; una calidez tan relajante que termina empujándola hacia los brazos de Morfeo, el dios de los sueños en la mitología griega. Me percato de que en sus brazos, hay algunas quemaduras y heridas de escasa gravedad; las curo con unas simples lágrimas que, al impactar contra su piel, producen un vapor blanquecino.
La llevo, en mis brazos, por los oscuros rincones de una ciudad completamente en ruinas y casi sin supervivientes; tal vez, ella sea el único ser bueno que siga con vida en esa inmensa ciudad, triste y oscura. Siento a los insectos sobre mi piel completamente desnuda y carente de ropas, las cuales, se fulminaron junto con la ciudad y sus habitantes.
Camino con Leah en brazos hasta una granja a las afueras de Nueva York que tiene un pequeño refugio anti-bombas en el sótano. Allí, es donde me dejé caer y donde la amable familia que vivía allí me brindaron ropa; seguramente, esa familia esté muerta, como todo lo demás. La granja no es muy grande, y los pocos animales que la familia poseía yacían muertos por todas sus tierras, sus huesos crujían al yo pisarlos. De la casa no quedaba ni el recuerdo, lo único, la portezuela metálica que daba al refugio subterráneo. Antes de abrirla, soy testigo de la imagen más dolorosa que alguien puede imaginarse; el esqueleto de una madre con la mandíbula desencajada por los gritos abrazando el esqueleto de su hijo de ocho años. Inocentes que no merecían morir de una forma tan deshonesta. Entro en el refugio y dejo a la chica sobre una de las inertes camas. Puedo oler la tristeza de Leah, su rabia, su desesperación incluso estando dormida; ver sus oscuras pesadillas, sus dolorosos recuerdos y sus más profundos miedos.
EN LA ACTUALIDAD.
Es pequeña... pequeña y llena de significado, así es su sonrisa. Una sonrisa capaz de cautivar a cualquiera que la mirara más de la cuenta, aunque, ella se la mostrara a un pequeño conejo milagrosamente vivo.
-Está deseando que lo engullas -digo, acercándole la navaja para que sacrificara al animal.
-No voy a matarlo, Kai. A saber todo lo que tuvo que pasar para sobrevivir... no sería justo.
-Arthur no tendría las misma contemplaciones contigo, pajarillo.
-Yo no soy él -deja al conejo nuevamente en la húmeda tierra gris a causa de las cenizas, y se incorpora.
-¿Y qué vas a comer? no hay mucho con lo que subsistir, por no decir que no hay nada; necesitas fuerzas para poder teletransportarte y, no sé si te has dado cuenta, pero estás muy delgada.
-No voy a irme de La tierra hasta que no los encuentre, Kai, lo hemos hablado un montón de veces.
Agacho la cabeza en señal de rendición; si algo tengo claro es que Leah Davis es una auténtica mula cabezota con la que no vale la pena discutir, su rebeldía es una mala mezcla de orgullo y testarudez. Ella me empuja con suavidad y me insta a sonreír.
-Seraphine no es como tú -dice-, ella respeta mis decisiones.
-Yo no te pertenezco, Leah; por eso no las respeto -Ella nota el tono jocoso con que digo esas hirientes palabras y sonríe.
-Tú y yo somos muy parecidos, Kai -se acerca notablemente a mí-, los dos decimos las cosas claras, tal y como las pensamos. Te quiero porque eres totalmente transparente, puedo confiar en ti.
-Siempre, pajarillo.
Comencé a llamarla pajarillo a las dos semanas de haberla ayudado; recuerdo a la perfección el por qué: encontró entre los escombros una cadenita con un colibrí de plata y me lo regaló, según ella, fue una muestra de agradecimiento por lo que había hecho por ella. Ese mismo día, encontró un equipo para hacer tatuajes y me obligó a tatuarle una pequeña paloma en la muñeca izquierda. El mote en sí, es una soberana tontería, pero cada vez que la llamo así sonríe... y no es que Leah sonría demasiado.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Ya estás haciendo una -me burlo.
-Es en serio, Kai...
Asiento, y espero pacientemente su pregunta; por la expresión que adquiere su rostro imagino que no es fácil para ella formular dicha cuestión.
-Me he dado cuenta de que por las noches, cuando crees que duermo, mantienes un duelo mental que te agota y que nunca ganas... quiero saber si es por mí, ¿ es por mí? ¿estás cansado de mí?
-No, Leah -contesto sobre la marcha-. Tú puedes comunicarte telepáticamente con Seraphine y, yo, puedo comunicarme con todos los fénix aunque estemos en planetas diferentes. Seraphine es mi superior, ella me envió para asegurar que tú y Lucas volviérais... Lucas ha vuelto, pero tú no; y ella no está contenta conmigo.
-Pero, no puedo marcharme sin...
-Por eso no te he arrastrado hacia allí todavía, porque no quieres perderlos; el problema es que a Seraphine le da igual, teme por tu seguridad y no puede venir aquí porque debe dirigir todo un regimiento, además, los fénix están a cargo de todo ahora y Seraphine es la que controla que nada se salga del guión. Algunos fénix tenemos el sentido de la justicia algo humanizado, por así decirlo, y Seraphine no quiere que nadie se tome la guerra por su propia mano.
Roza la piel de mi brazo con la yema de sus dedos, con ojos brillantes me mira y dice:
-¿Soportas todas las noches las reprimendas de Seraphines porque te importo? -no me hace falta responder a esa pregunta para que ella sepa que es afirmativa; se aparta y me muestra una sonrisa distante-. Supongo que te importo de forma amistosa; ya tengo bastante con dos tíos enamorados de mí en un mismo cuerpo, Kai.
-No estoy enamorado de ti, y tampoco sabes si están vivos... recuerda que estallaron.
-Lo están. Sé que lo están.
La miro sin expresión; había aprendido a ocultar mis emociones tanto como he podido, porque, me perturbaba que me mirara directamente a los ojos, como había hecho hacía un momento, y asegurara que estoy enamorado de ella... no lo negaré, lo estoy, desde que la recogí de entre los escombros y me la llevé conmigo para protegerla; es imposible mirarla, y no quererla.
Leah me sonríe y me da la espalda, se aproxima al refugio donde ambos vivíamos desde hacía un mes y me deja allí plantado con los ojos sobre ella. Al mirarla, cualquiera con decencia, puede ver el respeto que emana de sus ojos.
Pero, no soy la clase de fénix que se ilusiona por algo o alguien, mi misión es proteger a Leah mientras estemos en esta tierra muerta y llevarla junto a su familia y amigos, y... junto a mi hermana, Seraphine.
Éste será el último adelanto que subiré para promocionar. Recuerdo que no comenzaré a actualizarla hasta que no acabe Abraza la oscuridad.