12. "El club del duelo"

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La noticia de que habían atacado a Colin Creevey y de que éste yacía como muerto en la enfermería se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes. El ambiente se llenó de rumores y sospechas. Los de primer curso se desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si temieran que los atacaran si iban solos.

Ginny Weasley, que se sentaba junto a Colin Creevey en la clase de Encantamientos, estaba consternada, pero a Noa le parecía que Fred y George se equivocaban en la manera de animarla. Se turnaban para esconderse detrás de las estatuas, disfrazados con una piel, y asustarla cuando pasaba.
Un día, Noa los vio detrás de una estatua y antes de que pudiera preguntar qué hacían, Fred la agarro de la muñeca y la acercó hacia ellos, le puso el tapado de piel encima y George la empujó, haciendo que Ginny, que pasaba por allí, se asustara y saliese corriendo.

-¿Estás bien? -preguntó Fred.

-Qué idiotas. Ahora Ginny se enojará conmigo -se quejó Noa.

-No la hubieras empujado tan fuerte -dijo Fred a George.

-Lo siento, señor sobreprotector -se burló George.

Pero tuvieron que parar de molestar a Ginny cuando Percy se hartó y les dijo que iba a escribir a su madre para contarle que por su culpa Ginny tenía pesadillas.

Mientras tanto, a escondidas de los profesores, se desarrollaba en el colegio un mercado de talismanes, amuletos y otros chismes protectores. Neville Longbottom había comprado una gran cebolla verde, cuyo olor decían que alejaba el mal, un cristal púrpura acabado en punta y una cola podrida de tritón antes de que los demás chicos de Gryffindor le explicaran que él no corría peligro, porque tenía la sangre limpia y por tanto no era probable que lo atacaran.

—Fueron primero por Filch —dijo Neville, con el miedo escrito en su cara redonda—, y todo el mundo sabe que yo soy casi un squib.

Durante la segunda semana de diciembre, la profesora McGonagall pasó, como de costumbre, a recoger los nombres de los que se quedarían en el colegio en Navidades. Maddie, Noa, Harry, Ron y Hermione firmaron en la lista; habían oído que Malfoy se quedaba, lo cual les pareció muy sospechoso. Las vacaciones serían un momento perfecto para utilizar la poción multijugos e intentar sonsacarle una confesión.

Por desgracia, la poción estaba a medio acabar. Aún necesitaban el cuerno de bicornio y la piel de serpiente arbórea africana, y el único lugar del que podrían sacarlos era el armario privado de Snape. A Maddie le parecía que preferiría enfrentarse al monstruo legendario de Slytherin a tener que soportar las iras de Snape si la pillaba robándole en el despacho.

—Lo que tenemos que hacer —dijo animadamente Hermione, cuando se acercaba la doble clase de Pociones de la tarde del jueves— es distraerle con algo. Entonces uno de nosotros podrá entrar en el despacho de Snape y coger lo que necesitamos. —Los chicos la miraron nerviosos—. Creo que es mejor que me encargue yo misma del robo —continuó Hermione, como si tal cosa— . A ustedes tres los expulsarían si los pillaran en otra -dijo a Maddie, Harry y Ron -, Snape las detesta muchísimo a ustedes -dijo a Maddie y Noa-, mientras que yo tengo el expediente limpio. Así que no tienen que hacer más que originar un tumulto lo suficientemente importante para mantener a Snape ocupado durante 5 minutos.

Todos asintieron.

-Ahora que recuerdo... -murmuró Maddie.

Pequeñas Black y la Cámara de los Secretos [II] [Harry Potter] (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora