Prólogo

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Un mundo sin hombres, sin machos violadores, un mundo sin morados en la cara y sin gestos obscenos en el transporte público o en la calle.

Un mundo sin penes erectos, sin besos forzados, sin dedos atrevidos y morbosos por debajo de la mesa, un mundo sin ellos.

Esas eran las palabras de mi madre, palabras que estaba leyendo de aquel libro viejo que robé del cajón que tenía mama al fondo de su armario.

Pero fue hasta un año después que entendí a lo que se refería.

Espermatozoides CongeladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora