Ciprian
La seguí, observé que iba directa a casa, lo que se me hizo raro porque ella no era de saltarse muchas clases. Lloró más o menos durante todo el camino. Sería mentir si digo que no sentí... algo al verla de esta manera por mi culpa.
Mientras andaba se masajeaba la muñeca derecha, donde el imbécil de Víctor la había agarrado anoche, me había fijado que le había dejado marca y parecía doloroso. Si pudiera le partiría la cara por eso, pero las normas eran las normas, y Víctor ya era prácticamente uno de los nuestros.
Ella no se había dado cuenta hasta ahora de que la estaba siguiendo, ni ahora ni los demás días, pues desde esa noche, básicamente no dejaba que saliese sola a la calle. Se lo debía, no podía permitir que nada malo le pasara. No entendía cómo no se había dado cuenta aún, algunas veces había caminado prácticamente al lado suyo y me había reído de su torpeza. Juraría que era la persona más patosa que había conocido; como el otro día que las llaves se le cayeron dos veces hasta, por fin, abrir el portal. Me había reído bastante con eso, aun no podía contener una sonrisa cuando pensaba en aquel momento.
De todas formas esperaba que con esta última conversación se alejara de mí. Mi mundo era tan complicado ahora mismo, no era para ella, no era para nadie. En realidad, el único problema era si yo sería capaz de alejarme de ella también.
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Estúpido niño engreído. Estaba enfadada con él, ni siquiera esa sonrisa sexy iba desenfadarme esta vez. No podía sacármelo de la cabeza, no podía ni seguir durmiendo aunque aún no eran ni las siete de la mañana.
Dando por perdidas mis últimas horas de sueño, decidí levantarme. Hoy iba a ser un buen día, yo iba a hacer que hoy fuese un buen día; iba a dejar de lado todas esas cosas malas que habían pasado y me iba a concentrar en mí misma, solo en mí misma.
Me puse mi mejor vestido y algo de maquillaje y salí corriendo de mi residencia, pues aun con todo el tiempo que tenía me las había arreglado para llegar tarde, como siempre. Entré en la facultad con bastantes prisas y de repente Ciprian estaba al lado mío, había aparecido de la nada.
—Buenos días —me dijo educadamente.
—Hola.
—Maddi... —intentó pararme él cogiéndome del brazo.
—No me toques —dije y con un rápido movimiento me liberé y entré en clase. ¿De qué iba ahora? Ayer ya habíamos hablado de todo lo que teníamos que hablar. Seguro que con esa reacción, al menos, le había sorprendido.
Él nunca llegó a entrar en clase después de que yo lo hiciera lo que hizo que me sintiera bastante mal porque seguramente se había ido por la reacción que había tenido con él.
Me esforcé mucho por sacarle de mi cabeza con que a la noche estuve encantada de acompañar a Tara a un bar donde tenía algo así como una cita a ciegas con este chico con el que había estado hablando algo más de un mes por chat. Ella no quería ir sola porque aunque se habían pasado mil fotos aún tenía miedo de que no fuese ese chico o, peor aún, que la dejara plantada allí sola. Por supuesto que yo no tenía ningún problema en ser su reserva en caso de que sus planes se fueran a la mierda, Tara era mi mejor amiga.
La dejé allí con Mikel una vez que nos aseguramos de que se trataba del mismo chico que de las fotos. La verdad es que ellos dos congeniaron bastante deprisa y yo me fui disimuladamente, pues ya no pintaba nada allí. Volviendo a la residencia no pude no acordarme de Jordan... la forma en la que Mikel había mirado a Tara me había recordado tanto a él...
Pero algo me distrajo de repente de estos pensamientos ya que tuve la sensación, de nuevo, de que me estaban siguiendo. Esta vez no era tan tarde como la última vez pero aun así era ya de noche. Me giré bruscamente y él estaba tan cerca que se chocó contra mí. Me sujetó poniendo una de sus manos en mi cintura. Grité debido al susto que me había dado.
—Shh... —dijo Ciprian aun sujetándome por la cintura y me atrajo hacia él.
Le aparté las manos de mi cuerpo.
—¿Qué haces aquí?
—¿Puedo subir? —preguntó él como si no hubiera escuchado mi pregunta. Señaló el portal. ¿Cómo sabía que vivía aquí?
—¿No? —dije yo aunque sonó más a una pregunta— ¿Para qué?
—Quiero hablar contigo.
—Yo no, ya he dicho todo lo que quería decir.
—Maddi, quiero hacer las cosas bien —aseguró. Puse los ojos en blanco pero le creí.
Suspiré y entré en el portal con él pegado a mi espada. Una vez en el ascensor ninguno de los dos dijo nada. Mi piso era el quinto y ese ascensor es muy probable que tuviera más de 40 años así que la velocidad no era precisamente su fuerte.
Un mechón de pelo me tapaba mitad cara lo que hizo que me sintiera segura para mirarle de reojo.
—¿Qué estás mirando? —preguntó con una sonrisa —. Supongo que tendremos que hacer algo respecto al hecho de que yo te guste.
Se empezó a reír aún más como si le hubiera hecho gracia su propia broma. Lo que provocó en mí una rabieta de niña pequeña.
—¡No me gustas!
Él continuó riéndose.
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Con ella sí (#Wattys2016)
Teen FictionJusto antes de girar por una estrecha calle escuché un ruido. No iba a mentir, daba miedo. Me giré y miré hacia atrás para ver si alguien me estaba siguiendo pero no había nadie. Me volví y caminé de nuevo, pero esta vez más rápido, casi corriendo c...