Ciprian apareció de la nada y deshizo el abrazo que me estaba dando Valer. No entendí muy bien a qué había venido eso, a decir verdad, pensaba que las cosas entre nosotros iban a seguir tal cual hasta ahora, que tanto él como yo íbamos a pretender que lo de anoche nunca había pasado. Nos saludó a todos y le devolvimos el saludo. Cara y Berta estaban un poco extrañadas por la situación y no eran las únicas.
—Bueno, ¿qué me dices? ¿Quedamos esta noche? Si no estás ocupada ni nada... —dijo Valer con esperanza de que dijera que sí, que era justo lo que quería decir cuando Ciprian habló por mí.
—Sí, está ocupada —dijo.
—¿Y tú cómo lo sabes? —preguntó Valer tan extrañado como todos nosotros.
—Porque estará conmigo.
¿Por qué estaba teniendo este comportamiento? ¿A caso tenía... celos? No. No podía ser, él y yo no éramos nada y lo de anoche había sido simplemente un desliz que no creo que se volviera a repetir. Pero entonces, ¿por qué había dicho que esta noche estaría conmigo? Nada tenía sentido.
—Espera, ¿qué? -dije yo confundida. Sonreí por lo incómoda que era aquella situación y miré a Valer—. Claro que puedo quedar esta noche, luego hablamos y quedamos, ¿vale? Y muchas gracias.
Valer sonrió y dejó estar lo de Ciprian pues no tenía ni pies ni cabeza, tal vez se lo había tomado como una broma sin más, y yo esperaba que fuera simplemente eso porque si eran celos, aunque en el fondo me gustaría que fueran celos, no entendería el por qué, si yo a él no le gustaba.
Él aún tenía los puños apretados con fuerza y solo los relajó cuando Valer se había alejado lo suficiente. Me miró entonces, pero yo miré a las chicas.
—Chicas, ir yendo que necesito hablar... de una cosa —les dije y ellas me entendieron y se fueron.
Ciprian y yo nos quedamos cara a cara en el pasillo. Él evitaba a toda costa encontrare con mis ojos, parecía muy avergonzado por lo que acababa de pasar. Como vi que él no tenía ninguna intención de hablar, fui yo la que dio el paso.
—¿Puedes explicarme a qué ha venido eso? —me crucé de brazos y esperé que diera una explicación lógica y coherente.
—No me gusta este tío -fue, sin embargo, lo que dijo él—, apenas le conoces...
No dejé que continuara más. Esta no era la explicación lógica y coherente que me había esperado.
—Apenas te conozco a ti, es más, le conozco más a él que a ti —dije yo pensativa. Aquel comentario hizo que apretara los puños de nuevo. Este chico necesitaba controlar esa rabia que tenía, no podía ser bueno, pensé para mí. No sé por qué pero las palabras salían de mi boca diciendo lo primera que se me venía a la mente sin pensar muy bien lo que estaba diciendo—. Te puedo asegurar que no me va a asustar a las tantas de la noche en un callejón...
Este último comentario más que hacerle enfadar, que lo hizo, también le hizo daño. Observé como contuvo la respiración durante unos tres segundos antes de explotar. Me agarró del brazo, con fuerza algo más de la necesaria.
—¡Maddi, lo único que quiere de ti es sexo! —me advirtió él.
¿En serio? Claro que él, después de lo que había pasado anoche, era el más adecuado para decir lo que acababa de decir. Yo también me enfadé, de un tirón me liberé de su agarre y dije:
—Lo mismo que quieres tú, al parecer —dije sin pensar.
Comencé a caminar hacia la salida de la facultad y él también a mi lado. Aunque yo ya había dada por terminada aquella conversación, él no.
—¿Eso es lo que piensas de mí? Escúchame, no es verdad —me aseguró él. Arrugué la frente. ¿Cómo que no era verdad? Ayer mismo me había dicho que me alejara de él, luego quiso subir a mi habitación, para follar básicamente, se había escabullido por la mañana y ahora, para rematar, me venía con que él no quería solo sexo de mí.
—¿Qué más te da lo que piense de ti? -pregunté yo, no a él sino a mí misma. No esperé ni que respondiera—. ¿Por qué me estas siguiendo?
No contestó. Suspiró y abrió la puerta grande de la facultad y la sujetó para que yo pasara primero. No le di las gracias, no estaba de humor.
—Voy a acompañarte a casa —me informó.
Yo no hice caso y caminé como si estuviera sola. Mis pensamientos rápidamente invadieron mi mente por completo dejándome en un gran empanamiento. Ni siquiera me di cuenta de que ya habíamos llegado. Una vez en el portal me metí para dentro, no quería que él subiera y creo que se lo dejé bastante claro al ignorarle el resto del camino, pero él no iba a rendirse tan fácilmente al parecer y me agarró la cintura con ambos brazos, me dio la vuelta. Mi rabieta de niña pequeña ya se me había pasado, porque mis enfados eran así. No duraban ni diez minutos.
—Me... importas —confesó él al fin.
¿Qué?
No tuve tiempo ni de procesar lo que acaba de decirme porque sus labios estuvieron sobre los míos. Fue sólo un pico pero me dejó más impactada incluso que todos los besos de ayer.
—Tienes que alejarte de mí, Maddi —dijo y se dio la vuelta y se fue.
Me quedé en el portal al menos diez minutos hasta finalmente sacar las llaves y entrar.
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Ciprian
Ni yo mismo podía creerme que acabara de confesarle eso. Claro que ella me importaba pero hasta que no se lo había dicho no me había dado cuenta. Por eso la había estado siguiendo desde que pasó lo de Víctor, aunque ella no lo sabía, y la verdad tampoco quería que lo supiese, a decir verdad lo hacía por mí también, porque no soportaría ver que alguien le hiciera daño por mi culpa. Porque lo de Víctor había sido mi culpa.
Si ella se enterara algún día de lo que yo era, de lo que yo hacía... No. Tenía que alejarme de ella. No paraba de decírselo a ella pero en realidad era yo el problema. Lo que había sentido antes, con Valer, era tan nuevo para mí... Tenía como ese sentimiento de que ella me pertenecía, de que ningún otro chico podría jamás, volver a tocarla. Estaba siendo tan posesivo con ella... ¿eran esto los celos? Jamás había sentido esto por nadie. Jamás había entendido esas parejas que rompen por celos o por infidelidades o... en realidad, jamás había entendido a las parejas. Pero Maddi no era mi pareja y no iba a serlo. Yo no podía estar con nadie. El Clan jamás me lo permitiría.
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Con ella sí (#Wattys2016)
Teen FictionJusto antes de girar por una estrecha calle escuché un ruido. No iba a mentir, daba miedo. Me giré y miré hacia atrás para ver si alguien me estaba siguiendo pero no había nadie. Me volví y caminé de nuevo, pero esta vez más rápido, casi corriendo c...