Abrí los ojos y juraría que aún todo me daba vueltas. Un horrible dolor de cabeza hizo que me quedara al menos dos minutos tumbada con los ojos cerrados.
—Buenos días —me di un pequeño susto a pesar de que la voz era familiar. Me di cuenta en ese momento que no estaba en mi residencia y que estaba en casa de Ciprian. Me incorporé bruscamente aunque después tuve que sujetarme la cabeza como un intento de parar las vueltas que me daba. Cuando me relajé un poco miré hacia él. Me di cuenta de que estaba sin camiseta sentado al lado mío en la cama, sin poder evitarlo me eché un vistazo a mí misma para comprobar que seguía con la ropa de ayer—. Tranquila, no hemos hecho nada.
Levanté las cejas. Intenté acordarme de cosas de anoche. Al mirarle a la cara y ver ese pequeño corte que tenía en el labio me hizo recordar como él le había dado un puñetazo a Valer, porque Valer había intentado besarme... Pero aun así era imposible que Valer le haya golpeado a él y si hubiera sido así no me acordaba.
—¿Qué te ha pasado en la cara? —le pregunté—. ¿Dónde has estado estos días?
Él miró para abajo.
—Es... complicado.
—Claro —murmuré con sarcasmo—. Como si algún día fueras a contarme la verdad...
Me levanté de la cama, pero se me había olvidado de que tenía resaca y todo comenzó a darme vueltas de nuevo. Me hubiera caído de no ser por los brazos de Ciprian que me agarraron.
—Hay cosas que no puedo contarte —me dijo y con su mano levantó mi mentón para que lo mirase a los ojos.
—¿Y qué es lo que sí puedes contarme? —inquirí.
Él suspiró lentamente.
—Valer intentó liarse contigo anoche —dijo de repente cambiando de tema por completo.
—Lo sé, me acuerdo. Pero yo no quería.
—¿Por qué no? —preguntó él y me apartó uno mechones de pelo de la cara—. Pensaba que te gustaba.
Me aparté de él y me di un golpe en la frente con la palma de mi mano. Lo que hizo que mi dolor de cabeza aumentara.
—Tú ya sabes quién me gusta —dije.
Él se quedó así durante un minuto. Como al parecer, él no tenía ninguna intención de hablar, tuve que ser yo. Le pregunté que si podía ducharme antes de irme a lo que él asintió, ya no hablamos más del tema y también pedí algo para el dolor de cabeza. Volvió al minuto con un vaso de agua y una pastilla que me tomé sin protestar. Después me dejó una toalla blanca y fui al baño.
Cuando salí, él no estaba por ninguna parte, pero vi que en la cama me había dejado una camiseta suya. Sonreí. Después de secarme me la puse y menos mal que me había dejado el saco del otro día aquí con mis cosas. Me puse también unas mayas negras y unos calcetines y salí en su búsqueda. Estaba en el primer piso en el sofá comiendo un plato de pasta, que al parecer es lo único que comía, mientras miraba la tele. ¿Qué hora era? Miré el reloj que estaba colgado en la pared y vi que marcaba las tres menos cuatro. Vaya. Había estado en la cama medio día. Me recogí el pelo en una trenza y fui hacia donde estaba él.
—Creo que me voy ahora —le informé—, gracias... ah... por todo.
Él se levantó del sofá y caminó hacia mí. Estaba muy decidida a irme y nada de lo que me dijera iba a hacer cambiar de opinión. Pero no pasaron ni unos minutos antes de que sus manos estuvieran sobre mi cuerpo.
—Quédate —pidió.
—¿Para qué? ¿Para acabar en la cama contigo? —pregunté siendo realmente sincera.
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Con ella sí (#Wattys2016)
Teen FictionJusto antes de girar por una estrecha calle escuché un ruido. No iba a mentir, daba miedo. Me giré y miré hacia atrás para ver si alguien me estaba siguiendo pero no había nadie. Me volví y caminé de nuevo, pero esta vez más rápido, casi corriendo c...