Cuando volví a abrir los ojos estaba sola en la habitación. La luz del sol se colaba por las pequeñas rejillas de la persiana que aún seguía bajada, pero era lo suficiente para iluminar medianamente bien la habitación. Me estiré y me quedé unos cuantos minutos pensando en si levantarme o quedarme un rato más. Al fin elegí levantarme. De la bolsa que me había dejado el otro día saqué mi cepillo de dientes y me fui al baño. Después de asearme fui a buscarle.
Era sorprendente lo grande que era esta casa solo para una persona. ¿En serio necesitaba todo este espacio? Por ejemplo, en el piso donde estaba su dormitorio podía contar otras cinco puertas cerradas, además de la del baño. Lo que más extraño era, es la poca decoración que había. Este hecho ya había captado mi atención con anterioridad pero, ¿tan difícil era colgar un cuadro en las paredes blancas? Aunque sea el cuadro más horrendo del mundo, esas paredes... inspiraban soledad. Y en el piso de abajo estaba todo ese espacio abierto que unía la cocina con el comedor o sala de estar. Tenía una gigantesca tele de no sé cuántas pulgadas. Todo parecía tan nuevo y... caro. Estaba claro que no le faltaba de nada, es más, en mi opinión, le sobraba.
Sin poder evitarlo me paré de nuevo delante de la única estantería donde estaban las dos fotos enmarcadas. La foto Instagram, de él fumando un cigarro, me hizo sonreír de nuevo. No entendía qué sentido tenía enmarcar eso. Y la otra foto; Ciprian con el hombre que tenía un bastón y un traje de lujo, me provocó un escalofrío. Era extraño como dos fotografías que estaban una al lado de la otra, me podían provocar esas reacciones tan diferentes.
No le veía por ninguna parte me empecé a desesperar un poco. Pero justo antes de entrar en pánico escuché ruidos de lo que parecía ser un sótano. En vez de ser las típicas escaleras que daban a un cuarto oscuro como en las películas de terror, éstas eran igual de lujosas que las otras y el "sótano" ni siquiera tenía puerta. Se veía que estaba iluminado y se escuchaba música desde abajo.
Sin tener nada de miedo comencé a bajar los escalones. Cuando bajé el último levanté las cejas por la sorpresa. Todo aquel "sótano" era en realidad una especie de gimnasio. Una sala llena de espejos, pesas, barras, máquinas de todo tipo y... me quedé bastante sorprendida. En mitad de la sala había un saco de boxeo y Cip le estaba dando. Me mordí al labio mientras le observaba. Estaba con un pantalón de deporte corto y tenía la parte de arriba descubierta. Tuve que mirar sus abdominales bien marcados y brillantes por el sudor de su cuerpo. Tenía que reconocer que me había parecido demasiado sexy.
Caminé despacio hasta que él se percató de mi presencia.
—Buenos... días —dijo entre puñetazo y puñetazo que le daba al pobre saco.
De repente tuve una idea un poco loca. Tal vez él me podría enseñar a pegar, y tal vez así le podría dar una patada en los huevos a Víctor y no morir en el intento. Lo seguí analizando mientras golpeaba el saco.
—Quiero probar —dije al fin.
Él dejó de golpear el saco y lo sujetó hasta que dejó de balancearse y lo dejó listo. Sujetándolo aún me indicó con la cabeza de que intentara darla.
—Prueba —me dijo.
Puse mis dos manos delante de mi cara y cerré mis puños. Me sentí un poco ridícula haciendo eso. Pero con un poco de fuerza golpeé el saco. Él dejó escapar unas carcajadas, sin importarle si me hacía sentir mal o no. Negó con la cabeza. Claro, como él tenía todos esos músculos, debería de ser muy fácil darle al estúpido saco. Le puse mala cara. Con una sonrisa caminó hasta donde estaba yo y me intentó colocar bien.
—Así —dijo y levantó mis puños, me colocó los pies también y después me puso ambas manos en las caderas, pegó su cuerpo con el mío—. Coge la fuerza desde aquí.
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Con ella sí (#Wattys2016)
Teen FictionJusto antes de girar por una estrecha calle escuché un ruido. No iba a mentir, daba miedo. Me giré y miré hacia atrás para ver si alguien me estaba siguiendo pero no había nadie. Me volví y caminé de nuevo, pero esta vez más rápido, casi corriendo c...