Capítulo 3

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N/A: ¡Buenas!

Es un capítulo bastante teórico, por así decirlo. Si no entendéis algo o no os ha quedado claro, preguntarme y yo con os gusto os lo intentaré explicar mejor.

Para el caso y todo esto de Haley y los servicios sociales, me rijo por las leyes españolas y su modo de intervención. En USA no sé exactamente cómo va, en España tengo algo de idea, así que... De todas formas, voy a reducir todo lo posible intentando que quede de manera lógica y no se vuelva un tostón.

PD: gracias a MYDREAMSCOMETRUE por la corrección del capítulo.



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-¡No! ¡Haley! -Grita Kate con el terror reflejado en su rostro-. ¡Haley! -grita otra vez, acercándose al cuerpo inconsciente de su hija, pasando muy despacio sus manos trémulas por el cuerpo de su niña, como si temiera hacerle más daño.

-Llama a una ambulancia, Ryan. Deprisa -le pide Rick, agachándose al lado de Beckett-. Déjame mirar si tiene pulso -dice mientras acerca dos de sus dedos al cuello de la pequeña.

Y es que todo ha ocurrido demasiado rápido. La bofetada alcanzó a la niña en vez de a Kate. Haley se interpuso entre el cuerpo de su madre y la mano de aquel hombre, que había salido corriendo -junto con sus compañeros- nada más ver caer y golpearse la cabeza a la niña contra la esquina del mueble en el que, con anterioridad, habían empotrado a su abuelo. Todo había ocurrido tan rápido que ni a Kevin ni a Rick les dio tiempo de reaccionar para frenar el golpe.

-Tiene pulso -informa un aliviado Richard.

-Mi niña -susurra Kate, retirándole el pelo de la cara, manchándose sus propios dedos de la sangre de su hija, lo que hizo que su llanto aumentase al vérsela-... Haley -murmura, colocando su cara en el pecho de la pequeña, abrazándose a ella con cuidado.

Richard la mira con pena, colocando una mano en sobre hombro en el mismo momento que se escucha el sonido de la ambulancia acercándose.

Abre la puerta de la habitación donde han instalado a la niña, sin hacer apenas ruido. Coge aire mientras observa a la madre de la pequeña sentada al lado de la cama de su hija. Todavía algunas lágrimas se deslizan por sus mejillas y sabe que lo que tiene que decirle no va a ser fácil sino todo lo contrario, va a hacer que se sienta mucho peor y que su estado empeore, si es que eso es posible; está totalmente destrozada. Realmente le da pena, pero no puede hacer otra cosa. No está en su mano.

La mujer gira su cabeza al notar otra presencia en el cuarto.

-Eh... hey -lo saluda con la voz rota-. ¿Qué ha dicho el médico?

Castle había estado hablando con él después de que éste le comunicara el estado de su hija. Nada grave, un golpe bastante fuerte que necesitaría de unas cuantas horas de observación y varios puntos de sutura en la frente, pero nada de lo que se debiese preocupar demasiado.

El trabajador social respira hondo.

-Va a tramitar los documentos necesarios para entregarlos a los Servicios Sociales -Kate contrae el rostro ante esas palabras-. No voy a mentirle, Kate, la cosa pinta bastante mal. Haley ya no se encuentra en situación de riesgo, sino de desprotección. En estos casos no solemos trabajar con la familia para buscar solución a sus problemas, sino que intervinimos de una forma bastante más drástica -suspira.

-Señor Castle -una expresión perpleja y confusa se refleja en los rasgos de Kate-, la verdad es que yo...no entiendo muy bien todo lo que me dice. No sé mucho de términos legales. Si pudiera explicarme, por favor.

-Por supuesto -contesta-, es más, es mi deber hacerlo. Mire Kate, cuando hablo de situación de riesgo me refiero a aquéllas en las que existen carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas como alimentación, vestido, vivienda. En estos casos no tiene por qué haber una separación del medio familiar, solo ocurre en situaciones muy puntuales -hace una pausa-; sin embargo, estar en situación de desamparo o desprotección es muy diferente. En tal caso no hay carencias, que también, pero lo fundamental de estas circunstancias es que suelen producirse abandono voluntario de los menores, malos tratos de cualquier tipo, abusos sexuales, drogadicción habitual en las personas que integran la unidad familiar, convivencia en un entorno socio-familiar que deteriora gravemente la integridad moral del menor o perjudica el desarrollo de su personalidad -vuelve a parar con su explicación, por si Kate quiere preguntarle algo, pero ésta sólo solloza y se masajea el cuello-. Y, como puede ver, en su caso se cumplen muchos de dichos escenarios. Antes, si se separaba de su padre, Haley, estaría en situación de riesgo, pero esto ha cambiado con lo que ha pasado hoy. Cambia porque la vida está en riesgo -traga saliva; la mujer que tiene en frente está cada vez más nerviosa-. En los casos de desprotección se interviene retirando, en principio, la guarda solamente; es decir, el cuidado del menor ya no estaría a cargo de la familia, sino del Estado. Pero también se puede perder -en situaciones de no colaboración o cuando las circunstancias son tan graves que la vida del menor está en riesgo- la tutela; para que me entienda, se exime los derechos naturales de los padres con los hijos y el Estado dispondría sobre él en todos los sentidos.

-¿Me la vais a quitar? -Pregunta con un hilo de voz.

-No lo sé -se pasa una mano por el cabello-. Estoy intentando que no pase pero no depende de mí...depende de usted.

-¿De mí? -inquiere.

-Sí, la única forma en la que puede seguir manteniendo la guarda y tutela de la niña es que salga de su casa, que deje a su padre y siga nuestros consejos; de lo contrario, la guarda se le retiraría en este preciso momento y la tutela también podría perderla eventualmente. Pero también tengo que decirle que eso no asegura nada, será el juez quien decidirá si le da la oportunidad de poder empezar de nuevo. Lo que ha pasado hoy es muy grave, Kate.

Se tapa la boca con una de sus manos. Sus ojos están totalmente brillantes. No puede -o no quiere- creer lo que está escuchando.

-No puedo perderla. Yo... Yo haré todo lo que me digáis pero no lo me la quitéis.

Llora, mirándolo, de manera suplicante, a través de su mirada nublada. Siente que sus piernas tiemblan y que ya no pueden sostenerla, haciendo que se vuelva a sentar donde estaba. Mira hacia el lado izquierdo, donde su hija descansa acostada en esa cama del hospital.

-Yo -esta era la parte que más odia de su trabajo, pero no es algo que él pueda decidir-... Yo no puedo asegurarle nada, como ya le he dicho. El juez es quien decide. Yo sólo puedo aconsejarle que se aleje de su padre; si sigue a su lado, el juez no dudará en retirarle a Haley; de la otra forma, puede tener una oportunidad.

La muchacha asiente y el trabajador social se acerca hasta la silla, arrodillándose a su lado.

-Voy a ayudarla, Kate. Haré todo lo que esté en mi mano para que el juez le permita empezar de nuevo; pero debe prometerme que se va a alejar de su padre y que va a hacer todo lo que le diga. Sé que la quiere y que haría todo por ella, y es por eso que la ayudo, pero entiéndame que no puedo equivocarme. Es mi trabajo asegurarme de que la pequeña esté protegida y a salvo y en esa casa no lo está. Y usted tampoco.

Kate asiente.

-No tenemos adónde ir -confiesa, nerviosa.

-No se preocupe por eso. Yo mismo me ocuparé de que lo tengáis cuando salgáis de aquí -agarra su mano-. Necesito pedirle que sea fuerte. En las próximas horas tendremos la decisión del juez y, pase lo que pase, tiene que seguir adelante con esto; si no, el juez nunca permitirá que Haley vuelva con usted.

-Sí -asiente-, pero...

-Mami -murmura la niña con la voz ronca, recién despertándose.

-Cariño -dice, colocándose a su lado. La pequeña se lleva la mano a la frente, intentando tocarse la herida que está cubierta por una gasa-. No, cariño, no puedes tocártela.

-Duele -se queja, provocando que un largo suspiro salga de la boca de su madre.

-Lo sé y... -no puede seguir hablando, su voz se rompe y mira a Richard, que está a su lado.

-Tranquila -le susurra él, conteniendo las ganas de abrazarla. Puede que la haya conocido hace tan sólo unas horas pero es tanta la tristeza que desprende esa mujer, que sólo quiere protegerla y ayudarla-. Se va a poner bien -la intenta animar.

-Pero todo esto es mi culpa -dice con un tono demasiado bajo como para que su hija pueda escucharla-. Y... -se lleva una mano a su boca.

Se calla cuando escucha el quejido de la niña.

-Iré a avisar al médico -dice Richard, dejando un leve apretón en el brazo de Beckett antes de alejarse.

-Es mi compañero Ryan -informa a Beckett cuando su móvil suena.

-¿Es la decisión del juez? -inquiere, preocupada.

-Es posible.

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