Capítulo 1

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N/A: ¡Hola! La primera sorprendida de estar por aquí de soy yo.

No sé cuántos "primeros capítulos" he escrito durante esta semana. Capítulos que luego detestaba, peeero, otra vez, releyendo artículos de Ana Pastor -cosa que le agradezco- he encontrado la inspiración y me ha ayudado a dar forma a esta nueva idea. Idea que me ha gustado y no cómo la de esos primeros capítulos que no han llegado a más. Es más, me ha gustado tanto que lo he subido, me había dicho a mí misma que el próximo fic que escribiera, no lo subiría hasta tenerlo acabado y ¡mira! Necesitaba compartirlo. Solo espero que a vosotros también os guste.

La foto se ve un poco bastante mal. En mi twitter podéis encontrarla - /CaskettSK - por si queréis verla mejor.

No os entretengo más. Ya me contaréis si os ha gustado o no.

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Kate Becketttiene 27 años. Cuenta los días como losas de cemento desde hace demasiado tiempo. Los cuenta desde hace exactamente 36 meses. Desde entonces vive sin madre y se hace cargo de su padre. Desde hace 36 meses las noches se le solapan. Ya casi no recuerda cómo era su vida antes. Ya casi no recuerda cómo era su carácter ni que era una mujer divertida. Ya solo reserva la sonrisa para su hija de 2 años. Pero ni siquiera ella ha conseguido que desaparezca la sensación de náusea que tiene desde que se levanta hasta que se acuesta. Las horas han perdido su sentido. Antes se sentía triste. Ahora ya solo es capaz de mascar su tristeza sin ponerle nombre. No cuenta lo que pasa por su cabeza, pero quienes la rodean lo saben. No da detalles, pero quienes la conocen saben que la palabra infierno se queda bastante corta para describir lo que piensa.

Sus manos tiemblan. Siente... siente una opresión en el pecho. Le falta el aire y empieza a sentirse mareada. Necesita sentarse pero está en mitad de la calle. Lleva una de sus manos a su pecho -a la altura de su corazón- e intenta normalizar su respiración. No logra conseguirlo. Tiene ganas de vomitar. Se limpia el sudor de la frente. Todo el mundo empieza a mirarle por culpa del sonido de sus hipidos.

-¿Estás bien, señorita? -le pregunta un hombre entrado en años, tocándole el brazo lo que le hace dar un respingo. Asiente, sin saber muy bien qué es lo que le ha dicho esa persona. No quiere la ayuda de nadie. Solo necesita estar sola. La mira con pena y sigue su camino.

Después de caminar durante unos metros más, ve un callejón a su derecha. No lo duda, se dirige hacia él y se adentra lo suficiente como para perderse de la vista de los transeúntes -sin importarle que dos personas estén trapicheando -seguramente- con drogas al final de él-.

Se recalca en la pared y se deja caer entre unas cajas, sujetándose la cabeza con las manos. ¿Cómo ha podido llegar a esta situación? ¿Cómo su padre puede seguir sin ver el daño que les está haciendo? Se pregunta retóricamente, -pues sabe que no va a obtener respuestas- mientras deja salir esas lágrimas que lleva varias horas reteniendo.

XXXX

Algunos días antes...

No debe de tener más de dos años. Mide menos de un metro. Llora en silencio. Sorbe las lágrimas y parpadea con fuerza como queriendo borrar los últimos recuerdos; lo que está viendo. Los rizos de su castaña melena se mueven al ritmo de su agitada respiración. La raya del pelo perfectamente hecha en el centro. Un lazo azul decorando su pequeña cabeza. Mira hacia los lados. En cualquier lugar donde ponga la vista encuentra lo mismo. Hombres. Armas. Su abuelo en el suelo. Y a su madre recibir un golpe tras otro. Dolor. El sonido que escucha desde hace un rato también es el mismo. Llantos. Gritos. Dolor.

Entre las manos sujeta con fuerza algo parecido a un bolso. Quizá de su madre. Lo suelta. Grita. Patalea. Un hombre la empuja. La tira al suelo. Y ella, ya solo puede llora en silencio.

Beautiful MessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora