IX

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Me había quedado en la parte en la que me invito Bárbara a su casa con Pablo a grabar un video. Venia todo tan bien que estaba cantado que iba a cagarla. Y viste cuando no da? Bueno, quebré. Había tomado bastante pero dale, vomitar? Te parece? Y vos pensas <por qué a mí? por qué acá? por qué hoy?> y la respuesta a esas tres preguntas es solo una: no había cenado. O sea, pelotuda. Fui fugaz igual, ninguno de los dos lo notó. Pero me sentía muy mal así que taxi y a casa. 

El viernes hizo su cumple en su casa. «ESTO SE VA A DESCONTROLAAAAR» Efectivamente. Se puso todo bizarro cuando unos pibes robaron. Un cumpleaños, una casa, dale chabón. Cuando podía y la fiesta nos encontraba le sacaba unos besos porque ella me dejaba. A eso de las 6am me tiro la de que me quede a dormir. De una, yo me había quedado manija de aquella vez cuando la cagué con mi no-cena y mi si-vómito. Igual sabía que se quedaban también un par de personas más. Pablo, su hermana, una amiga de su hermana, no me acuerdo si alguien más.

Es mediodía pero ella todavía no se despertó. Ayer nos olvidamos la persiana levantada y el sol blanco me pincha los párpados. Es temprano, pero ya estoy despabilada. Ella no. Duerme como si nada. Es uno de los pocos sábados en los que me despierto antes de la una. Con sigilo le doy un beso, la hago a un costado, me deshago de las sábanas y me levanto. Cierro un poquito la persiana, para que duerma un rato más.
Después de los aseos matutinos, cara, dientes, pelo y etcéteras voy hacia la cocina. En el living hace sus primeros maullidos del día Toto y rasguña un almohadón rojo que ahora es una maraña de hilos. Toto es el dueño de casi todos los espacios del hogar. El gato me recuerda a ella y se lo dije pero me preguntó por qué y le dije que por los bigotes y escapé de decirle que hice una lista mental de todo lo que me gusta de ella y el gato está incluido, porque el gato la compone a ella y ella compone al gato <mi diagnóstico: psicópata> 
En la cocina, obviamente, el lío de ayer a la noche. Me dispuse a agarrar un vaso de agua y aparece su hermana. <Noooo, paja> Estoy segura de que ayer borrachas intercambiamos palabras pero ahora es todo tan distinto. La casa postapocalíptica, las dos en pijama, yo en su casa, invadiéndole la cocina. Me ofrece un nesquik <SIIIIII> Charlamos un toque y aparece pablo con algunos sueños todavía jugándole en el lagrimal. Cuchareo el fondito intenso del nesquik y vuelvo al cuarto. Ahí está ella que levanta la cabeza cuando me ve entrar. Ella que me sonríe entre sueños. Remolona y cara hinchada está todavía más linda que ayer. Yo que me acuesto al lado suyo y le doy un beso. Ella que maulla. Las sábanas que están frías. Yo que le doy unos besos en el cuello y ella que me acerca el cuerpo. Yo que titubeo ¿tendrá ganas? Ella que abre muy sutilmente las piernas,  pero me avivo. Con falsa delicadeza paseo mi mano por su pantalón de pijama ridículo. Basta, suficiente previa. Enseguida agarra viaje y responde con un pequeño gritito. Yo suavemente la detengo: shhh... afuera están todos despiertos. Ella comprende. Me acerca la boca al oído. Yo que sigo y ella que decide expresar cada suspiro en mi oreja. Me maniobra, me muerde el lóbulo, gritito, desespera, ojo que afuera están todos, se va a estrellar, esto es un quilombo, shhhhhhhhhhh. 


Bárbara Martínez y yoWhere stories live. Discover now