XI

234 18 2
                                    


El sábado tuvimos un cumpleaños de un amigo en común. No nos veíamos hace mucho, creo que ella está en otra y la idea de que asi sea me desespera.

Tenía el pelo suelto. Ella. Llegó y por algún motivo decidí no saludarla todavía. Bárbara tiene eso, pinta quedarse mirándola. Y eso hice. La vi saludar, la vi servirse cerveza negra, vi como lograba la cantidad perfecta de espuma y la vi hablar con varias personas. Y yo estaba feliz en mi nube de adoración no viendo la hora de saludarla, pero la forma en la que habló con una piba me desfiguró la cara. Solo se saludaron y solo charlaban, pero hay formas y formas de charlar. Yo miraba mi celular buscando nada, solo para no mirarlas tanto, pero ya estaba adentro de ese espiral horrible en el que me meto. El espiral está solo en mi cabeza, ahí todo parece más complicado. Una vez adentro del espiral muero.

Muero de celos.

Desfallezco.

Infierno, apocalipsis, meteoritos.

Agujero en la cabeza, arma de destrucción masiva, feriado sin planes, cualquier cosa sin sal.

Me colapsa el sistema. Todo me da celos. Y si yo te digo todo, vos anotá todo. Esas pequeñas insignificancias imperceptibles para el ojo despreocupado, en mi vida son un mundo en sí mismas.

Dejemos de lado lo que podría llegarme a causar un amor, que es el colmo del colmo. Esta enfermedad se extiende a lo laboral, a lo familiar/amistoso, a la vida cotidiana; el celoso compulsivo te cela todo y siempre hay una razón para celar. Y si no la hay, se la imagina.

Simplemente estoy compartiendo lo que me sucede. Que es la mismísima mierda representada en un sentimiento. Sí abuela, dije mierda. Los celos hacen que todo sea una mierda.

Sobre cómo lidiar con los celos:

Qué se yo. Respirá.

Y empezá a creer que valés mucho, aunque vos no te permitas verlo.

Lo único lindo del celo es el momento en el que te das cuenta que flasheaste y que al final todo bien. Pero no deja de ser idiota. Como si me gustaran las pesadillas por el momento en el que entendés que era un sueño. Que igual es alto momento, pero hasta ese momento Infierno, apocalipsis, meteoritos.

El sábado me llevó casi dos horas entender que no era más que una pesadilla. Es que desde mi lugar era complicado verlo de otra forma:

Yo miraba de lejos. La chica rubia a quien llamaremos bastarda se ató y desató el pelo tres veces antes de ir a saludar a Bárbara y si eso no significa interés yo no entiendo nada. No pude descifrar de que hablaron pero bastarda se le acercaba más de lo que a mi –y espero que a Bárbara- me hubiese gustado. En una se rieron y bastarda le agarró el brazo, para ese momento yo ya estaba violeta y la yugular estaba que me explotaba, pero ahí respirar y ahogar los mambos en cerveza.
Me di vuelta y dejé de mirar, pero ya estaba metidísima en el espiral. Pensaba que si no miraba era solamente porque si a bastarda se le daba estar con Bárbara prefería no verlo. Pero podían estar chapando ahí atrás mío y yo como una pelotuda que fui al cumpleaños pensando que quizás podía volverme a mi casa con Bárbara y que Bárbara seguro ni había pensado en que yo iba al cumpleaños y que blablablá. Pero por suerte, en el climax de mi espiral y en la mitad de un ataque de Infierno, apocalipsis, meteoritos me tocan la espalda. 

Me doy vuelta,

me sonrie.

Fiuf, fue solo un sueño.

Bárbara Martínez y yoWhere stories live. Discover now