XIII

231 15 7
                                    


A las cuatro de la mañana ya le había mandado un whatsapp, a pesar de que Male me había dicho cientos de veces que evitara los mensajes de borracha desesperada. Pero sabía que Bárbara había salido por Palermo también.
El boliche estaba en su mejor momento. Nosotras, por supuesto, borrachisimas y todavía bien de plata.

- Es cuestión de hidratación- me dice Male.

- Pero se ve que a vos la piel te absorve bocha- contesté yo que, a diferencia de ella, tengo poca resistencia al alcohol.

- Hay que tomar dos litros de líquido por día

- De agua, no de cualquier líquido- contesté patinando las consonantes, muestra irrefutable de mi estado de ebriedad.

- Bueno, ¿pero tenias que mandarle ese mensaje?

- Si- contesto con esa cara de superada que mi mamá tanto conoce

- Si hubieras estado tan segura, no se lo hubieses mandado desde el baño.

- Quería pensar. No se puede pensar acá con tanto ruido- me justifico.

Así de sin sentido son nuestras conversaciones cuando estamos escabio, sobre todo porque qué tanto se puede pensar en el baño de un boliche, pero a esa altura Male no estaba para juzgar a nadie.

- Igual... ¿Ahora qué? La mina no te contestó y vas a estar flasheando el resto de la noche.

- No. Para nada. La mina está haciendo la suya... Andá a saber. No pienso mambear.

Dicho y hecho: mambié, obvio. No enseguida, a la media hora más o menos. Alguien nos había ofrecido un trago de procedencia dudosa y yo estaba evaluando si hacer uso del gesto generoso o mandarlo a la mierda. Y digo alguien porque no me acuerdo la cara, pero debía estar rozando los 30, porque me acuerdo que nos contó que le decían "La Rata" y no puedo imaginar un chabón con un seudónimo de esa índole que tenga menos edad. Yo dudé pero finalmente le entré duro y parejo. Al trago. A La Rata nada más le hice una sonrisa y ya. Male me llevó a que bailemos pero yo ya estaba rara. Y sí: mambié.

- Vos te das cuenta tu nivel de pelotudez, no?- me dijo con confianza, porque tanta amistad y fernet nos dan la tranquilidad necesaria para putearnos siempre que hace falta-. La mina no te iba a contestar, era obvio. ¿Y qué ganás? Te cagás la noche.

- A mí una mina no me caga la noche. 

- Escuchame... estás flasheando. Justamente lo que dijiste que no ibas a hacer.

Me llega un Whatsapp de Bárbara.
Los argumentos de Male se derrumban y yo feliz. No solo porque turnthatforwhat sino porque me respondió.

Dejé a Male en la parada del bondi y me fui en busca de Bárbara. Me quedé sin batería por lo que todo el camino de un boliche al otro pensé en lo difícil que iba a ser encontrarnos, pero llegué y no tardé ni cinco minutos en verla. Como que cuando unx está borrachx le salen todas bien. Creo que si dios existe está siempre cuidando de lxs borrachxs. Como esa vez que con dos amigos nos tomamos el 8 para el otro lado y terminamos en Plaza Miserere un martes a las 4am. Es hasta surrealista que no nos haya pasado nada.


Bueno, cuestión: la encontré. <Ajjjj que forra, que linda que es>. Ella también estaba borracha. Bien. Nada peor que no estar en la misma sintonía. Fuimos a mi casa caminando. No recuerdo de qué hablamos en el camino, pero la escena sí. Las dos ebrias, a paso lento. Sintiendo que las calles eran nuestras, más allá de que más de uno ya estaba baldeando la vereda. Y llegamos a mi casa:
-Están mi mamá y mi hermana – digo.
Me respondió con un beso. De esos que se roban con consentimiento. Ahí me di cuenta de que no nos habíamos dado un beso aun y recordé lo mucho que me gustan los besos. De ella, no de cualquiera.
Bajoneamos como reinas y nos dormimos.
A eso de las 12 me desperté y pus claro lo primero que hice fue ir a verificar que no haya nadie en mi casa. Ya a la noche nos había resultado complicado contenernos. Volví a mi cuarto y la vi con los ojos cerrados y la boca hinchada. Con una remera vieja y enorme que le presté para dormir. No pude evitar acostármele al lado y mimarla. Entreabrió los ojos, me miró y volvió a cerrarlos. Le susurré un perdón y dejé de tocarle la espalda. Pero emitió un "Mhjm" y me cabeceó la mano. Así que seguí tocándola. Le corrí el pelo de la cara. Se dio vuelta y nos miramos.
Toda la ternura con la que la miré toda la mañana se disolvió en el beso más salvaje que dí en toda mi vida. Ir y venir, seguir y guiar, dar y recibir. El resto lo dejo a interpretación de quien me lea.
Pero solo con Bárbara me pasa que amo la trama más que el desenlace.


https://www.youtube.com/watch?v=7Fq2VagWTR8 

Bárbara Martínez y yoWhere stories live. Discover now