Capítulo 6: Confianza

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* Este capítulo tiene un vídeo con música para ambientarlo, si gustas reprodúcelo para oírlo.

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Eran cerca de las 10:00 pm, la casa donde vive Marx estaba hecha un lio, pues él se encontraba buscando entre todas las cosas algo en especial. Sacaba los cajones de la cocina, buscaba en la habitación cinta, soga y demás objetos.

—Es increíble que no tengas un arma en casa ¿Qué clase de hombre eres? —Le decía Selena algo decepcionada.

—¿Por qué tendría una? ¿Qué clase de vida crees que llevo? —Preguntaba el muchacho algo molesto, estaba sosteniendo un par de palos de escoba hechos de madera.

—Mi padre siempre guardaba una como seguro en su escritorio, solía decirme que un hombre tiene que proteger sus intereses a como dé lugar. —Selena se recordó de niña, viendo a su padre limpiar una pistola y Marx también vio este recuerdo.

—Bueno Selena, con los negocios turbios en los que estaba metido es razonable. Debió tenerla como un seguro, por si alguno de sus "inversionistas" quería cobrarle por las transas que hacía. —En la mente Marx estaba las memorias que vio de Selena mientras dormían, por ellas sabía que el padre de ella tenía negocios con estafadores y mafiosos.

—Por como hablaba mi padre pensaba que era algo normal... Oye ¿Eso lo vistes de mis recuerdos? —Le dijo con algo de sospecha.

—¿Eh? Si, si lo vi... Te pedí perdón por ello, fue algo que no pude evitar. Al menos estamos a mano, tú también vistes los míos —Marx estaba amarrando cosas al palo de escoba—. ¡Listo! esto debe servir de algo. —El muchacho se levantó contento, en sus manos tenía un consistente palo de escoba, en cuya punta había atado con cinta aislante y sogas unos tres cuchillos de cocina.

—Muy inteligente, Marx, eso puede que te defienda de algunos demonios pequeños... Pero si te encuentras con los grandes, no te sorprendas si se ríen en tu cara. —Mencionó Selena con un tono algo despectivo.

—Lo que ves es lo que hay, que bueno que los cuchillos son casi nuevos y aún tienen buen filo... Solo espero no perderlos, fueron algo caros y son los únicos que tengo. —Agregó Marx asegurando más los mangos de los cuchillos al palo de escoba.

—Trabajas con esa máquina —señalando la computadora en su escritorio—, no te pagan mucho, pero te alcanza para las cuentas. —Selena vio en los recuerdos de Marx, que este tipiaba documentos en su computadora.

—Sí, mi trabajo consiste transcribir documentos y otras cosas, me da lo suficiente para vivir tranquilamente. Lo bueno es que esta casa me la dejó mi tío para que la cuide, me ha servido para alejarme de todo y pensar. —Marx puso más empeño en su siguiente arma, nuevamente estaba haciendo otro palo de escoba con cuchillos.

Lismatus: Treceava HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora