Capítulo 8: Pérdida

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* Este capítulo tiene un vídeo con música para ambientarlo, si gustas reprodúcelo para oírlo.



El timbre del despertador suena incesantemente y una desganada mano lo busca en el velador para apagarlo. Marx despierta con los rayos del sol entrando por la ventana, esta todo desalineado mientras se rasca el pecho algo adormilado, el pobre tiene tanto sueño que esta por volver a caer rendido en su cama, pero la voz de Selena desde su interior lo detiene. Ella suena como una madre que saca de la cama a su hijo para que vaya a la escuela, aún desganado este muchacho se levanta medio entendiendo los comentarios de su compañera.

Él hace ejercicios de estiramiento al levantarse, la acostumbrada ducha con agua fría y ponerse la ropa para la universidad, son las rutinas diarias de Marx, pero ahora tiene una compañía que se ha adaptado bien a su vida. Ver la vida del otro los a acercado de una forma envidiable, se comprenden al punto de personas que pasaron años juntos. Aunque ninguno lo diga, se sienten contentos de compartir este tiempo.

Selena encontró a un muchacho que pensó no existía, nació bajo la sombra de un hermano el cual era el favorito de sus padres, nunca apostaron nada por él y aun así se esforzó por lograr sus metas, era un chico sincero que amó a alguien de forma verdadera. Fue lastimado por las personas más importantes en su vida y quiso poner fin a su existencia, a pesar de ser tan débil sentimentalmente y no conocerla bien, este muchacho se arriesgó por ayudarla.

Marx vio la vida de Selena, tan diferente a la suya y podría decirse que más difícil. Nació en una familia adinerada, con padres que pensaban en ella como una inversión, casi siendo vendida como un objeto para el placer de desconocidos y por esas cosas desarrolló un odio por todos los que intentaron aprovecharse de ella. Él respetaba a Selena por la forma en que sobrevivió a los tratos de su familia, por cómo se defendió cuando muchas veces estaba en peligro. Para Marx ella no era solo un lindo rostro en un buen cuerpo, era una chica que a pesar de todo logró conservar lo más valioso que tenía y por eso se negó a verla con los mismos ojos que todos esos hombres que intentaron lastimarla.

Ambos comprendían la vida, motivos y sentimientos del otro, esto hizo que se naciera un vínculo entre ellos para sobrevivir a las adversidades de estos días.

Tras un ligero desayuno él ya se estaba listo para ir a su universidad, cogió su mochila y salió de casa. Durante el viaje en bus se puso a leer los libros para sus exámenes, necesitaba mantener su mente alejada de todas esas presencias extrañas que ahora podía ver, es algo incómodo leer en el bus pero era su deber como estudiante. Marx notó algo peculiar, si enfocaba sus ojos como lo hizo al lanzar las piedras a esos símbolos dorados de la treceava hora, pareciera que la información del libro fuera directo a su cerebro, después de que pasara esto cerró el libro y al pensar sobre algún tema se dio cuenta que lo sabía a la perfección y era como si todo el libro estaría en su memoria.

Lismatus: Treceava HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora