Capítulo 13: Aferro

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* Este capítulo tiene un vídeo con música para ambientarlo, si gustas reprodúcelo para oírlo. 



«Los años pasaban y me di cuenta de cómo me mirabas, tus ojos decían que te gustaba, tu acciones lo demostraban y tus palabras lo confirmaban... Pero aun así, no te atrevías a decírmelo directamente. Odiaba cuando mirabas a otra, odiaba que te pongas nervioso cuando una chica te hablaba y odiaba lo cobarde que eras».

«El amor es una competencia, si yo me declaraba primero entonces seria quien tendría más que perder. Necesitaba que me abrieras tu corazón, que me entregues tus sentimientos y volverme lo único que necesites en tu vida. Solo así regresarías siempre a mi lado, sin importar las consecuencias, mi amado Marx tendría que volverme a buscar y todo porque no tendría otro sitio donde refugiarse».

Era de noche, Nora arrastraba algo pesado por un suelo lleno de polvo, se trataba de un saco de gruesa tela, amarrado con sogas, con el tamaño y forma de un cuerpo humano. Dentro alguien abría los ojos, se desesperó al verse en esa situación y el miedo fue en aumento. Nora se detuvo por que había llegado al sitio que quería, abrió el saco para ver dentro y solo mostraba una sonrisa siniestra.

—Vaya, Nadia. Parece que cierta perrita se despertó ¿Tienes idea del por qué te he traído aquí? —Preguntó Nora quitándole la mordaza que callaba a su prisionera.

—¡Ayúdenme! ¡Por favor alguien! ¡Quien sea ayúdeme! —Gritaba con fuerza una muchacha de piel clara y cabellera negra, tenía unos lentes redondos mal acomodados por el movimiento previo. Esta recibió un fuerte golpe en la boca, Nora le había dado con una cachiporra de policía.

—¿Crees que te quitaría la mordaza si alguien pudiera oírte? Estos son edificios abandonados, nadie es tan estúpido o valiente para venir sin una buena razón... Aunque antes de traerte aquí, me encargué de algunas personas uhm... Desagradables... Como vagabundos, drogadictos y borrachos que nadie extrañara, debieron pasarse rumores pues hace mucho que no los veo. —Nora la había arrastrado a un cuarto destruido, habían algunas manchas de sangre en las paredes y suelo.

—¿Por qué haces esto? ¿Qué te he hecho? —Le decía Nadia viéndola con miedo, dentro del saco intentaba liberarse pero tenía las muñecas y piernas bien atadas.

—Es simple, te acercaste mucho a Marx como la anterior putilla ¿Cómo fue que te enamoraste de él? —Nora la había sacado fuera del saco.

—¡De que estas hablando... Yo nooooooo! —Ella sintió como su vientre fue punzado fuertemente con esa cachiporra.

Lismatus: Treceava HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora