Paraíso perdido

73 14 22
                                    



Sus cuerpos desnudos se mecían en llamas. Caricias, besos, mordiscos, rasguños, eran parte del festín epidérmico. Su piel se encontraba a punto de la ebullición. Se aproximaba el cenit, la erupción volcánica de esta danza amatoria. Cuando, justo en ese instante, compartieron una simultanea visión. Un idílico paisaje llenó su mirada: en rededor, vastos prados verdes, fauna y vegetación exótica, aguas cristalinas, venidas de los cuatro puntos cardinales, cual brújula acuática, desembocaban en un majestuoso lago céntrico. Infinidad de árboles frutales, tantos que no los abarcaba la vista. Uno, de entre todos ellos, era el que les imantó los ojos. Un luminiscente árbol del que pendían frutos rojos como la sangre y en cuya corteza tenía grabado un extraño símbolo. De entre sus raíces emergió una serpiente que, al tenerlos a la vista, les lanzó una cínica sonrisa. Luego surgió un haz cegador.

Tras una exhalación orgásmica, se encontraron nuevamente en el aposento de sus pasiones. Extenuados se fundieron en un abrazo, había concluido el ritual. Recostados, ella colocó su cabeza sobre el pecho de él, sus miradas parecían extraviadas. Con el pulgar y el índice de la diestra, él retiró un mechón de pelo que cubría parte del rostro de ella y lo sujetó tras su oído. Sus ojos se trenzaron, se miraban fijamente. Después de un instante de cavilación él le acerco su voz y, en tono convencido, le susurró: ''Algún día volverás a formar parte de mí, seremos un sólo ser...y cuando eso suceda, regresaremos a nuestro anhelado hogar...algún día Eva''

Historias e histerias (en retazos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora