Muy mamón

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La vejiga me lo exige, respinga y me pide que le aligere la carga. Y me parece bien escabullirme por un instante del calor que inunda el sitio. En el mingitorio, mientras desecho la cerveza que he bebido, pienso en la falsa promesa que anunciaba a la entrada, en una manta chafa, el bar: "Dj en vivo". Mientras orino, escucho la música que suena afuera donde muchos bailan. Casi puedo jurar que estoy meando en el sanitario del salón de fiestas de cualquier colonia. Suenan esas canciones que he escuchado miles de veces en los XV años de fulana, en la boda de mengana, en el bautizo de zutano, en la celebración de perengano. Junto con la cerveza consumida, mi cerebro también mea pensamientos: ahora un Dj es un tipo sentado frente a una laptop. No puedo evitar sonreír cínicamente. Si en España le dicen Pinchadiscos, por fuerza ahora para nombrarlo habría que decirle Pinchateclas. Y es que eso es justamente lo que tales tipos hacen, presionar unas cuantas teclas y ya pueden ser llamados Dj's. Pienso que esa definición les queda muy grande a estos cabrones. O no sé, quizá es que soy muy mamón.

Salgo del baño y vuelvo a experimentar ese vapor cálido en exceso que semeja un baño sauna. Basta caminar un poco para que te sude hasta la consciencia. Llego a la mesa y vuelvo a darle cauce a la sed. Y no me refiero precisamente a empinar el codo sino a llevarme a los labios ese líquido ambivalente, místico, capaz de mitigar el sopor en mi boca y al mismo tiempo generar un incendio en mis tripas: sus besos.  Como desde que llegamos, si tengo que comentarle algo a mi Chamaca, tengo que hacerlo pegando las palabras a su oído porque el volumen no te deja conversar. A falta de un momento propicio o de las ganas de gritarle para que me escuche, le hablo a mi cabeza aturdida y algo mareada. Y entonces basta el primer acorde, ese maldito acorde que he memorizado sin querer, para alebrestar al rebaño y éste se acomode para seguir las órdenes del pastor Dj. Éste les permite tomar posición y de vuelta a iniciar desde el principio la canción. Retumban esas malditas palabras que a fuerza de repetición se te incrustan en el seso: "Cruzando la frontera me encontré con él, era un tipo medio raro pero me cayó bien..." Los miro y me parece que son marionetas movidas por un titiritero musical.

Y el ambiente va en aumento. Se escucha ese mismo y estúpido segmento donde todos hacen esas coreografías anodinas. ¡Diablos! hay que estar demasiado idiota para no sentir fastidio de mirar a todos moviéndose acompasados y casi en sincronía perfecta con "los éxitos imperecederos" de toda la vida. Y más que pendejo para ser partícipe de semejante espectáculo circense. Ellos, los que bailan, sí saben lo que es disciplina y constancia, pasarán los años y nada les hará aburrirse ni soltar su bonita tradición. Creo que por eso disfruto más bebiendo en mi casa, con la música que a mí me gusta, al nivel que a mí me gusta y sin pagar tanto por lo mismo que estoy bebiendo acá. O a lo mejor es que soy demasiado mamón.

Reconozco esa sensación. Me apetece fumarme un cigarrillo. ¿A quién chingados se le habrá ocurrido la brillante idea de no permitir que se fume en lugares cerrados? Ahora tengo que descender del segundo nivel y caminar hasta la entrada para fumar. ¿Por qué no hicieron inmunes a los bares de tan pendeja ley? "La exposición al humo de tabaco reduce la vida de quien lo inhale". Y la exposición a esa cara mamona de los no fumadores cuando uno se chinga un cigarro, para mí, produce el mismo efecto. Cuando uno se va a morir, sucede y ya...no importa si bebes, fumas, te drogas...todos estamos expuestos. Ahí tienen, cientos de casos de deportistas jóvenes, que llevan vidas sanas caen fulminados en un instante. Basta dar una caminata y no sabes si la flacucha descarnada te va a elegir ese día para danzar con ella su ritmo macabro.

¡Rayos!, todo lo que uno está dispuesto a soportar cuando está idiota, estúpida e irremediablemente enamorado. No soy mucho de bailar, de hecho lo detesto cada vez más, pero como a mi Chamaca le encanta no me queda de otra. Además que lo prefiero antes que los ojos, las manos y el cuerpo de cualquier otro sujeto estén sobre ella. Aunque, como no me agrada para nada bailar una tras otra, pues me es imposible evitar que baile con cualquiera en algún momento... y así fue. Prefiero mirar a otro lado. ¡Chale!, y por qué chingados ando yo recordando esas cosas, escribiendo sobre ellas... sobre ella. Mentira. Por estos días fue cumpleaños de sus padres y fue inevitable no visitar el archivo de mi tatema. Y si de algo me ha servido revolotear en los recuerdos es para comprobar que tengo una excelente memoria que, a veces, no lo niego odio y maldigo. Pero sobre todo para corroborar que, sinceramente, no echo de menos aquellos días. Aunque quién sabe, tal vez sólo es que soy orgulloso...y sí, infinitamente mamón.

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Historias e histerias (en retazos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora