Mi gusto

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La mera verdad es que empezó a gustarme de a madres. De a poco me fue conquistando, al grado de que ahora sin ella nomás no me hallo. Y no pueden verlo a uno feliz porque inician las habladurías. Me dicen que ella no es buena para mí, que debería hacerla a un lado de mi vida. La neta, he optado por mandarlos por un tubo con salida directito a la chingada. Y son burros, tercos con ganas. Basta que me vean para volverme a advertir que no me fíe, que cuando menos me lo espere ella le hará daño a mi corazoncito. Y a mi, me importa un pito lo que digan o lo que piensen. Total, ¡pinches doctores!, si yo disfruto de la grasa saturada en los alimentos que consumo es muy mi gusto, qué no.

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Historias e histerias (en retazos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora