Capítulo 18

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Yo ¿qué? No podía entender lo que estaba diciendo.

"... y ni siquiera te importa." ¿"Y ni siquiera te importa"? Corrección, gritó mi cabeza, ¡No lo recuerdo! Y eso es diferente.

Estaba perdida en mis pensamientos y fue cuando ella aprovechó. Madelin se levantó y se me lanzó de nuevo, alcanzó mi camisa y tiró de ella. Cerré los ojos y luchaba con mis manos para que no me hiciera nada más, pero la fuerza de su furia podía contra cualquier esfuerzo mío.

De pronto ya no la sentí. Abrí mis ojos y ella estaba siendo sostenida por dos hombres que, podía decir por su vestuario, eran de seguridad.

—¡Suéltenme!

—Señorita, estamos pidiendo que por favor se retire —le decía uno de ellos. Y prácticamente la arrastraron hasta el pasillo.

Fer se puso delante de mí.

—Alejandra ¿estás bien? —preguntó

Yo me quedé ahí, sin decir nada. Miré alrededor, toda la gente me observaba. Vanessa, me observaba con el miedo dibujado en el rostro. Pude localizar a Miranda, que me observaba de arriba abajo.

Se acercó un tercer hombre de seguridad

—¿Está bien, señorita?

Yo solo lo miré. Luego asentí.

—Gracias —le dijo Fer al de seguridad. Luego me tomó del brazo y me llevo a mi oficina. Yo apenas podía caminar. Cuando llegamos, me sentó en una silla y salió. Al cabo de unos segundos estaba de vuelta con un vaso con agua.

—Bébete esto, Alejandra —me entregó el vaso y yo a duras penas podía sostenerlo con mis manos, temblaba como gelatina.

Entró Vanessa —Aquí están las pastillas, Licenciado.

—Gracias, Vanessa —tomó las pastillas, sacó dos y me las entregó—. Tomate estas también.

Al inició pensé que no podía hacer que pasaran por mi garganta, pero me esforcé y las hice pasar.

—¿Algo más, licenciado? —preguntó Vane.

—No, solamente. Gracias.

No sé cuánto tiempo pasó, hasta que hablé.

—¿Qué pasó ahí? —le pregunté a Fer.

—Pues, no lo sé. No lo tengo muy claro. Ella mencionó... los despidos.

¿Despidos? ¡Dios! ¿Cómo podía defenderme, si ni yo sabía de qué hablaba esa mujer? Entonces, supe que no podía seguir aquí, necesitaba aclarar esto YA.

Me levanté y caminé hasta el escritorio

—¿Qué haces, Alejandra? —me preguntó Fer.

—Necesito salir de aquí e ir a mi casa.

—Pero ¿Cómo? Aún no es hora.

—¿Y? —tomé mi bolso y metí mis cosas—. ¿Qué pasa con eso?

—Que, si mal no recuerdo, tú no te movilizas en tu auto. Es decir, no creo que Brooks se vaya aún.

Demonios, eso era cierto ¿y ahora? —Bueno, no importa. Tomaré un taxi —caminé a la puerta y pasé por su lado, saliendo de la oficina.

Claro, no pude dejar de lado todas las miradas que me seguían cuando pasaba por los cubículos, y tampoco dejé de escuchar los cuchicheos y susurros que intercambiaban entre ellos.

Yo lo amaba. Él me amaba. ¿Qué pasó? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora