Capítulo 6

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Por un momento no sabía en donde me encontraba. Estuve a punto de entrar en pánico. Pero luego mi cabeza me dijo que me encontraba a salvo.

O algo así...

Estaba en mi habitación. Estaba durmiendo en la habitación de la casa de mis papás.

Me levanté de la cama y fui al baño. Me acerqué al espejo que se encontraba arriba del lavamanos, me vi y... si, aún estaba en esta clase de mundo extraño y paralelo. Después de todo no lo había soñado. Seguía en esta casa, con la misma gente.

Abrí el espejo para sacar mi cepillo de dientes y me encontré con una infinidad de productos para antes y después del baño. ¿Esto era mío? ¿O a alguien se le habían perdido? Alargué la mano y tomé una de las tantas cremas, era una mascarilla para la textura de la piel, con un nombre impronunciable, bueno, para mí lo era. Estaba en otro idioma, si me preguntaran en cuál, diría que era algo como francés. Lo dejé de nuevo en su lugar y me puse a leer para qué servía cada cosa. Dime ¿quién gasta para tanta crema? Había crema para el brillo del cabello, textura del cabello, para mantener el color natural del cabello. Es decir, es bonito tener el cabello hermoso, pero ¿tanto?

Entré a la ducha y utilicé solo UN shampoo. El que se veía más normal.

Al salir del baño fui al closet para escoger mi ropa y cuando lo abrí no podía creer lo que había encontrado ¿Estaban seguros que esta seguía siendo mi habitación?

Habían colgados vestidos de verano muy bonitos. Faldas que jamás me habría puesto en mi vida. Habían muchas chaquetas, blusas formales y otras muy sexy. En el closet habían ropas que solo había visto en maniquíes o en mujeres de alta categoría. El tipo de ropa que mi mamá siempre ha querido ver en mí. Había muchos zapatos y, para mi horror, la mayoría eran tacones. Ouch. Había carteras, bolsos de mano, bolsos para viaje. Accesorios para el pelo. Me acerque para verlas mejor y para mi sorpresa, el dolor de mi alma y al mismo tiempo una clase de emoción ¡Eran de diseño! Y diseños muy finos.

Podías entrar y encontrarte con marcas como Dolce&Gabanna, Zara, Pull and Bear. Zapatos Gucci, Nike. Accesorios de Tiffany. No podía creerlo.

Yo no podía permitirme esto. Claro, podía tener alguna que otra, por regalos de mis papás. Pero yo aún no había progresado lo suficiente en mi micro empresa como para permitirme algo así y menos en semejante cantidad. Mike tampoco podía aún, pero yo era feliz con las pequeñas cosas que él me regalaba.

Busqué entre la ropa algo que realmente fuera mío o que tuviera algún vago recuerdo de haberlo comprado por mi cuenta. Encontré unos shorts de lona y una camiseta con mangas corta, rezaba con que aún me quedara y para mi sorpresa, lo hacía. Me puse unas zapatillas deportivas y me amarré el pelo en una coleta alta.

Antes de salir, revisé la hora en el reloj de pared. Eran las 6:45 de la mañana. Muy temprano. Ni siquiera había notado la hora cuando me levanté al baño.

Pero ahora que ya estaba bañada y cambiada, podía dar algunas vueltas y aprovechar que la mayoría de la gente dormía. Estaba lista para ir a dar una vuelta por la casa de mis papás para ver qué mas había cambiado y qué cosas permanecían igual.

Salí de mi habitación y me dirigí escaleras abajo, hacia la cocina. Tomaría algún jugo o una manzana antes de iniciar mi tour.

Al llegar a la cocina me topé con Lydia, la cocinera.

—Buenos días, Lydia. —me dirigí hacia el centro de la cocina al desayunador de granito y tomé una manzana. Me volví hacia ella de nuevo. Había levantado la vista de, lo que yo creería, era nuestro desayuno. Me vio con recelo y dijo—: Em, buenos días, señorita Alejandra.

Yo lo amaba. Él me amaba. ¿Qué pasó? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora