Capítulo 2

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—¿Perdón? —fue la única palabra que puede articular en todo este desastre, en toda esta noticia, en toda esta… ¿broma?

—Ale…

Sí. Eso tenía que ser, alguien me quería jugar una broma, una broma muy pesada. Pero ¿quién? ¿Daian, mi mejor amiga? No creo, ella sabe como odio ese tipo de bromas. ¿Mike? No, él me ama lo suficiente para no hacerme pasar este mal rato, ¿Catherine? ¿André? Mi papá los mataría si supiera que han hecho eso, además mi mamá estaba aquí, ella…

—Alejandra…

¡Mi mamá! Esto no era una broma, no PODÍA ser una broma. Mi mamá estaba aquí y ella no participaría en algo así, ella no se prestaría a este tipo de juegos. Entonces… ¡NO! Esto… esto… ¡No puede ser!

—¡Alejandra! —levanté la cabeza de golpe, y me maree un poco.

—¿Qué?

Era el doctor —Tranquila, esto pasa a veces ¿sí? No te alarmes…

Exploté. —¿¡Qué!? ¿Cómo quiere que no me alarme? —levanté  más la voz—. Usted está aquí, diciéndome que hoy es veintinueve de abril de dos mil quince ¡DOS MIL QUINCE! Por Dios, eso es para estar alarmada. Estar casi al borde de la locura. Eso…eso quiere decir que me he perdido ¿qué? ¿Dos años? Eso significa que…  por Dios tengo veintitrés años. ¿Dónde están esos dos años? Esto no debe ser… esto… esto está mal… tan mal….Yo…. No…. —no podía respirar, me faltaba aire  y veía borroso.

Vi como Lisa y el doctor se me acercaban rápido y manejaban algún tipo de máquina, mientras Adele trataba de tranquilizarme, y mi mamá les preguntaba qué rayos me sucedía.

—¿¡Qué le pasa!? —preguntaba mi mamá, con desesperación genuina—. Doctor…

—Tranquila, señora Cameron —decía el doctor Williams—,  ella está hiperventilando, manténgase atrás.

Creo que ella le hizo caso, pues ya no la escuché hablar, ni la vi en mi campo de visión.

—Tranquila, Ale…—decía Adele—. Respira calmadamente. Vamos tu puedes. Respira…. Adentro… afuera….

Trataba desesperadamente de seguir las instrucciones de Adele, luchaba contra todo mí ser. —Vamos, Ale….

Aire. Ahí estaba. Llegaba a mis pulmones. Lo sentía. ¡Gracias Dios! Aire.

Me quedé tranquila y sentía mucho sueño.

—Se estabilizó —dijo Lisa. Comencé a ver mejor y  vi como inyectaba algo en mi brazo.

—Bien hecho, Ale— me dijo Adele. Fue lo último que escuché.

***

No podía creerlo.

¿Dos mil quince?

Esto no es cierto, ¿dónde están esos dos años? ¿Y el dos mil catorce? ¿Simplemente no los recuerdo?

Recordaba mi reacción al momento de haber despertado después de lo que me inyectó Lisa:

—Te veo más tranquila —me dijo el doctor.

—Gracias a lo que me dieron, supongo —le contesté, sin mirarlo.

—Pero ahora que te encuentras más tranquila, puedo explicarte mejor —me dijo él—. Lo que está pasando no es nada malo. Me refiero a cuestiones en tu sistema, tu cerebro. Esto es bastante normal después de tener un golpe en la cabeza. Sin embargo,  entiendo que estés frustrada por no recordar muchas cosas, en especial, cuando la cantidad de recuerdos es tan significativa como la que tú has perdido.

Yo lo amaba. Él me amaba. ¿Qué pasó? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora