Capítulo 19

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Estaba en mi habitación. Pero no dejaba de dar vueltas en mi cama, así que decidí salir.

Tomé una manta que puse en mis hombros y llevé el celular conmigo. Bajé a la primera planta, salí a la terraza y me senté en el columpio largo. No veía nada en específico, solo pensaba y pensaba. Y ahí estuve por mucho tiempo.

Cerré mis ojos y las palabras de mi hermana vinieron a mi cabeza: ¡Fuiste tú, Alejandra! Tú le dijiste a Brandon que nos trataran con el debido respeto. Que, viviendo en esta casa, esperabas que estuvieran al tanto de sus posiciones.

Abrí los ojos de golpe —Esto no puede ser verdad... —me dije en un susurro.

Pero ya no estaba tan convencida de ello, había tantas cosas que me señalaban como culpable. En mi cabeza apareció el recuerdo de una conversación con mi hermana hace algunos días atrás

—Después de que te caíste por las gradas del patio, cambió algo en ti. Cambiaste de personalidad. Te convertiste en una chica más dura, más fuerte. Y más... Difícil.

Ahora entendía que quería decir mi hermana con ser "difícil"

Y con todo lo que había sucedido, mi cabeza dibujó varias caras, pero me llamaban la atención en especial unas cuantas.

Primero Cristi y el accidente con la bebida en la cena; segundo Vanessa, mi secretaria y su cara de miedo constante y estrés con solo mi presencia y tercero la chica a la que, supuestamente, despedí, ella y su cara de horror me habían seguido todo el día. Esos tres rostros destacaban, pero había más. Brandon y Lydia, por ejemplo. La recepcionista Valeria y el vigilante del estacionamiento de la empresa, cada uno con su nerviosismo cuando me veían. Y... ¡Oh Dios mío! Daian.

Recordé la forma en que me miró y lo que dijo: Yo tendría que estar muerta para ti... Como tú lo estás para mí, Alejandra.

No. No podía seguir pensando en esto, tenía que hacer algo y tenía que dormir. Miré el reloj de mi celular. 12:30 de la mañana. Ni siquiera me di cuenta del tiempo, llevaba casi una hora sentada en el columpio.

Levanté mi cabeza y mi mirada topó con las gradas que llevaban al jardín... y a la alberca. De repente me sentí furiosa y tenía ganas de romper algo. Cerré mis manos en puños y también estaba ese sentimiento de impotencia. Me paré y caminé hasta las puertas de vidrio. Observé las gradas desde ahí, con mis puños fuertemente apretados, temblando de frío y de furia.

—No sé en qué me convertí estos dos malditos años —dije con los dientes apretados. Una lágrima cayó por mi mejía—. Pero juro, que eso termina hoy.

Dejando las escaleras atrás, me di la vuelta y entré a la casa.

***

A la mañana siguiente me desperté muy temprano, más bien no dormí del todo. Así que no me costó mucho dejar la cama. Me bañé y me puse ropa de oficina (ropa que utilizaba cuando estaba en mi micro empresa). Comencé a peinarme y a prepararme.

Antes de dormir había hecho algo que podía llamarse un plan de todo lo que necesitaba hacer. Lo que estaba en primera posición de mi lista era el recuperar mi memoria, pero eso no iba a suceder, o bueno, no era tan sencillo; así que me fui a lo siguiente de la lista: Buscar información y saber de mi pasado. Tomé en cuenta que mi familia, incluyendo a Chris, no quería meterse en esos aspectos, así que necesitaba ayuda de otras personas. Y por amor a lo que más quiero, lo iba a conseguir.

Me arreglé lo suficiente y bajé a desayunar, aún era un poco temprano. No había nadie. Pero mi plan iniciaba desde el desayuno, así que ¡Aquí vamos!

Yo lo amaba. Él me amaba. ¿Qué pasó? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora