CAPITULO 2: Kat Collins

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-Tirando, aquí no hay nada que ver. -Dijo Britney-.

La pequeña multitud que nos rodeaba se dispersó, excepto una chica bajita, de 1'60 más o menos, que se acercó a Britney y le dijo:

-¿Te gustaría entrar en el grupo de baile?

-Déjame pensarlo. -Respondió Britney para hacerse la interesante, aunque yo sabía que en el fondo se moría de ganas de aceptar-.

-Bien, puedes responderme cuando quieras -dijo la chica, con una sonrisa en los labios- soy Rebecca Houston.

El resto del día transcurrió con normalidad, con la salvedad de que todo el instituto se giraba cuando nos veía pasar. Bueno, cuando veía a Britney pasar. Me encantaba ser invisible. Por mí, el resto del curso podía seguir así.

-Te aseguro que mañana todos me habrán olvidado. -Me comentó Brit-. Rose pasó dando un golpe premeditado a Britney.

-Más te vale que mañana te hayan olvidado. Te arrepentirás de esto. -Aseguró alejándose altivamente por el pasillo-.


[...]


No fue así. A la mañana siguiente, al llegar al instituto, todo era normal... Obviando el hecho de que en absolutamente todas las taquillas había pegada una foto de Britney, con una sonrisa triunfante en el rostro y su pelo rubio cayendo en cascada por su espalda, detenida enfrente de una enfadada Rose en el momento de acabar su coreografía.

-¡Joder! -Exclamé al verlo-.

Britney rio, anonadada. Nos dirigimos a nuestras taquillas. La foto pegada en la puerta era realmente increíble, así como la escena que representaba. En el momento en que Brit abrió su taquilla para coger los libros de la primera clase, una masa marrón y espesa cayó a sus pies. Los escasos alumnos que se encontraban alrededor la miraron extrañados. De pronto, una chica con el pelo rosa se le acercó.

-Es evidente quién ha sido.

-Rose. -Respondí yo, recordando de pronto sus palabras del día anterior.- ¿Verdad? La chica asintió, serena.

-Esta me la va a pagar. -Amenazó Britney-.

-¿Podría ayudarte a hacérselo pagar? Soy Kat Collins. -Añadió, tendiendo la mano a Brit y luego a mí- experta en venganzas. Esa chica ha hecho muchas de las suyas, tranquila, no es solo contigo.

-Gracias, soy Britney y ella es Diana. -Nos presentó Brit-. Bueno, ¿ y qué tipo de venganza tienes planeada?

En ese preciso momento, el timbre sonó, recordando que teníamos que ir a clase.

-Búscame en el recreo, suelo estar en las gradas de campo de fútbol. -Sonrió la chica-.

Tras una tediosa clase de alemán y otra de física, al fin llegó el recreo.

-Adelántate tú -le dije a Britney- yo voy a la fuente un segundo.

Antes de llegar a la fuente, me abordó nuestra súper animadora, Rose, con su perrito faldero que, según había oído, se llamaba Kim Williams.

-Espero que tu amiga se haya dado por enterada. -Me dijo-.

Yo continué andando sin prestarle atención pero, ya junto a la fuente, me agarró del brazo, obligándome a darme la vuelta y encararme con ella.

-Te estaba hablando. -Dijo fríamente-.

-Y yo te estaba ignorando. -Respondí con descaro-.

Ella me agarró por los hombros y trató de empujarme hacia atrás, pero yo, con un elegante movimiento, agarré su brazo y lo coloqué flexionado detrás de su espalda, con la única intención de defenderme.

De pronto la tal Kim, la pelirroja, levantó la mano para darme una bofetada en la cara, pero antes de que pudiera hacer movimiento alguno, un atractivo chico moreno de ojos verdosos agarró su muñeca. Ella se dio la vuelta hacia el chico, quien le dirigió una mirada de advertencia.

-Christian, ayúdame, esta chica intenta pegarme. -Lloriqueó la teatrera de Rose adoptando una actitud sumisa y asustada-.

-¿Qué? ¡No, yo...! -Protesté, mientras soltaba el brazo de esa hipócrita-.

-Tranquila, Diana, ya me figuro que Rose está mintiendo. La conozco lo suficiente. -Dijo el tal Christian fijando sus ojos en los míos-.¿Cómo sabía mi nombre? Me dirigió una cálida sonrisa mientras Rose le miraba con cara de atontada.

-Gracias... Christian. -Dije, bebí un sorbo de agua y me dirigí a las gradas, a contarle a Brit lo sucedido-. Allí estaba, enfrascada en una conversación con Kat. Determiné que lo mejor sería reservar la historia de mi pequeño percance para cuando estuviéramos a solas. Llegué corriendo y pregunté:

-¿Y bien? ¿Cuál será la venganza?


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Foto de christian en multimedia

El Misterio de la Adolescencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora