CAPITULO 4: Secretos

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Britney y yo decidimos que lo mejor sería que ese día ella pasara la tarde en su casa, ya que si estábamos cada una con nuestra pareja de trabajo en mi casa, nos entretendríamos demasiado.

Josh se presentó en mi puerta cinco minutos antes de lo acordado. Vestía una camisa blanca con los botones superiores desabrochados y unos vaqueros. Le estudié minuciosamente de arriba a abajo y él hizo lo propio conmigo. De pronto, nuestros ojos se encontraron y ambos nos echamos a reír.

-Pasa. -Dije, sonriente-.


[...]


*Narra Liz*

No me hacía gracia tener que trabajar con la manipulable Kim, pero era lo que había. Su chófer la trajo en su coche super-pijo a mi casa, en las afueras de la ciudad. Bajó del mercedes con unos tacones de al menos cinco centímetros que se hundieron en el barro en cuanto puso un pie fuera del coche. Contuve la carcajada al ver su cara de horror.

-¿Tacones para ir al campo? ¿En serio? -Reí mientras Kim me fulminaba con la mirada-.

Le di uno de mis pares de botas, las cuales miró con cara de asco.

-Si no los quieres, puedes perder tus tacones bajo el barro.

Solo tuve que decir esa frase. Me arrancó las botas de la mano y se las puso con expresión airada.

-Vamos. -Dije, procurando que me siguiera a través del camino que llevaba a la puerta de la casa-. Límpiate los pies antes de entrar. -Añadí, señalando la alfombrilla colocada ante el escalón de entrada-.

Iba a ser una tarde muy larga.


*Narra Christian*

Llegué a casa de Rose con escasas ganas de verla. Me abrió con la cara de tonta que siempre pone al verme. Más cara de tonta que normalmente, aunque parezca imposible. Le devolví la sonrisa más realista que pude fingir y entré en su piso. Me cogió de la mano y me condujo hacia una habitación pintada de rosa pastel con miles de fotos suyas colgadas en la pared, y cerró la puerta.

-El trabajo, ¿de qué lo hacemos?

-Oh, no te preocupes, no hay por qué hacerlo. Kim lo hará por mí. -Informó-.

-¿Me explicas por qué me has hecho venir, entonces?

-Por pasar un rato contigo. -Dijo, con una estúpida sonrisa en la cara-.

Sonreí. Todo estaba sucediendo según lo previsto. Kat me había dicho que tenía que vengarse de Rose y yo, como su mejor amigo, me ofrecí a ayudarla. Comencé inmediatamente con el plan.

-Me parece buena idea. -Dije, con una media sonrisa que pareció gustarle-.

Comencé a hablar con ella como si nada, tocando muy diversos temas, hasta que llegó lo que yo estaba esperando.

-¿Te gusta alguien?-Preguntó, arqueando una ceja y desviando la mirada-.

-Pues la verdad es que sí... -Respondí, tratando de adoptar una expresión similar a la que ella me ponía a mí-.

-¿La conozco? -Indagó-.

-Sí -reí- si te lo cuento, ¿me guardas el secreto?

-Claro.

-Es Kat. No puedo sacarla de mi cabeza... Esa mirada... y su voz, su voz es preciosa. Y cuando sonríe... lo ilumina todo.

La expresión de Rose cambió. Bajó la cabeza, evitando mirarme a los ojos. Sabía que iba a contárselo a todo el mundo, pero me daba igual que pensaran que estaba enamorado de Kat. Me daba exactamente igual lo que pudieran decir de mí.

-¿Y a ti? -Pregunté, como si nada-.

-A mí. -Respondió, con un hilo de voz-. A mí no me gusta nadie.

En ese instante, mi móvil comenzó a vibrar.

-Tengo que irme. -Dije-. Mañana nos vemos.

Le di dos besos procurando no reír.

-Sí, hasta mañana. -Respondió-.

Salí del edificio con una sonrisa de satisfacción surcando mi cara.


*Narra Liz*

Me equivoqué por completo, la tarde estuvo bastante bien al final... Tras más o menos media hora, el ambiente se destensó y comenzamos a hablar con naturalidad. Casi habíamos acabado el trabajo.

-Bueno, ya casi está. -Sonreí-.

-Nos queda aún el otro. -Dijo ella con cara de fastidio-.

-¿Qué otro?

-El de Rose, me ha encargado que se lo haga yo, para estar ella con Christian un rato...

-¿Perdona? -Me indigné- Yo no pienso hacerle el trabajo a nadie. ¿Por qué haces todo lo que ella te pide? No eres su sirvienta, ella solo te utiliza, ¿no lo ves?

-Soy su amiga.

-¿Amiga? Esa chica no sabe lo que significa esa palabra. Solo va contigo porque eres... manipulable, y de su clase social. -Hice una parada, esperando a que Kim explotase para gritarme que eso era mentira, por ello me sorprendí cuando respondió-.

-Tienes razón. -Dijo, con voz sorprendida, frunciendo el ceño-. Ayer por la mañana no quise amenazar a Diana, pero Rose me miró de tal forma que... me sentí obligada a hacerlo.

-Y ¿realmente quieres hacerle el trabajo?

-...No. -De pronto cambió su expresión abatida por una de enfado-. No voy a someterme más a ella. Dios mío, me he vuelto tan insensible, me he convertido en lo que ella quiere que sea. Yo no soy así... Ayúdame. -Me pidió-.

En ese instante supe que estaba siendo sincera.

-Quédate conmigo mañana en el recreo. No estarás sola, vente conmigo, ¿vale?

Me dedicó una sonrisa de agradecimiento.

-Lo que no entiendo... -continué- es cómo puedes ser amiga de la persona que provocó que tu hermana se intentara suicidar. Si no tienes una buena explicación, pensaré que realmente eres cruel.

Su cara cambió de nuevo. Se puso pálida y me miró fijamente.

-¿Qué has dicho?


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Foto de Elizabeth(Liz) en multimedia

El Misterio de la Adolescencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora