II

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Las calles parecían estar totalmente iguales. Las luces de la ciudad estaban recientemente encendidas y el sol se escondía para darle paso a la noche.

Gerard iba en su auto observando cada rincón de la ciudad. Le costaba trabajo creer que hacia años que no iba por esos lugares.

Quería llegar a la galería de Lindsey para entregarle ese ramo de rosas blancas que llevaba consigo. Estaba ansioso de verla porque prácticamente no la veía desde que se había ido a estudiar la universidad.

Estacionó su auto unas cuantas cuadras atrás de donde lo había citado Lindsey en la carta que le había enviado. Salió del auto con el ramo de rosas entre las manos y empezó a caminar hacia la dirección que se había aprendido en la mañana.

Pudo observar que una gran oleada de personas estaba en una calle y supo que ahí era el lugar. Con una sonrisa adornando su rostro, caminó hasta donde estaba la gente y se introdujo entre ellos.
Había miles de personas portando trajes lujosos y se sintió tan estúpido por hacerle caso a Donna y llevar una vestimenta totalmente negra.

Cuidaba que las rosas no chocaran con ninguna persona. Había tratado de buscar entre la gente a su amiga pero sabía que iba a ser difícil entre toda esa gente.
Caminando con cuidado y esquivando cada persona que se encontraba, encontró a la pelinegra que con una sonrisa en sus labios brindaba un par de fotos a unas chicas.

Se acercó lo necesario para que su amiga lo observara, y así fue. Lindsey se despidió con un gran abrazo de esas chicas y corrió a los brazos de azabache.

Gerard recibió gustoso el abrazo de su antigua amiga y después de romper el contacto le extendió las rosas.

-Felicidades. -Habló Gerard.

-Gracias. -Lynz tomó las rosas y las olió. -Son hermosas.

-Como todo lo que haces. -Sonrió Gerard.

-¿Cuándo llegaste? -Cuestionó la pelinegra.

-Ayer, mi madre me acogió en su casa. -Se encogió de hombros. -¿Qué tal? ¿Nerviosa por todo esto?

-Más de lo que imaginas. -Sonrió. -Ayer no pude dormir absolutamente nada por estar pensando en esto.

-Lo entiendo. -Contestó Gerard. -Me pasa cuando gente importante para mí va a mis aberturas o a ver las galerías.

-Lo sé. -Soltó una risita. -Es tan increíble esto. Espero que no me abandones porque tenemos un concierto pendiente. -Ordenó la pelinegra.

-Oh, es cierto. Olvidaba lo del concierto. -Comentó el azabache. -Igual, sé que eres tan extremista que iremos a algún bar por ahí.

-Adivino. -Sonrió la pelinegra.

*

La abertura fue todo un éxito, los pasillos de la galería estaban llenos de gente que se detenía a observar cada uno de los cuadros que la pelinegra había hecho.
Gerard no se había separado de su amiga, y a pesar de que tuvo que brindar un par de entrevistas o palabras a sus acompañantes, se quedaba justamente a un lado de ella.

Lindsey le había brindado un recorrido por toda la galería para explicarle a su amigo todo lo que la había inspirado para hacer todos los cuadros que se exhibían.
La sonrisa del azabache nunca abandonó su rostro y es que realmente se sentía genial, había gente en ese lugar que lo había reconocido por el artista que es, además de que ya había brindado uno que otro autógrafo a personas que lo reconocían.

La hora de cerrar las puertas se hizo presente y las personas que estaban ahí tuvieron que desalojar el lugar.

-¿Listo? -Cuestionó la pelinegra cuando ya estaba al lado de su amigo.

-¿Qué? -Preguntó un tanto confundido.

-Iremos al concierto que se dará a unas calles de aquí. -Explicó Lynz.

-Vamos por mi auto y vamos. -Sonreí.

-Prácticamente esta a dos cuadras.

-Bien, caminaremos. -Gerard se rindió.

La pelinegra soltó una risita y empezó a caminar sobre toda la cuadra en la que se encontraba su galería.

-Y, ¿qué tal todo? -Cuestionó la pelinegra tratando de crear una conversación.

-Pues todo bien. -Contestó. -Me gusta mi vida en New York.

-¿Con quién vives?

-Vivo solo. -Masculló.

-¿Totalmente solo? -Preguntó sorprendida.

-Sí. -Aseguró el azabache.

-Pero vas a visitar a tu novia, ¿no? -Cuestionó.

-No tengo novia, Lynz. -Contestó un tango incómodo. -Desde la universidad no tengo novia.

La boca de la pelinegra delineó una "o" y sólo le quedó apresurar el paso para llegar al bar que estaba colocado en la esquina.

-¿Es aquí? -Cuestionó el azabache cuando estuvieron en la entrada.

-Sí, te dije que estaba cerca. -Comentó la pelinegra acercándose al chico de la entrada.

Gerard observó como Lynz intercambiaba un par de palabras con el chico y después de unos minutos Lindsey se despidió cortésmente del joven y regresó por Gerard que se dejó ser arrastrado hasta la entrada.

El lugar era como un bar tradicional. La barra se extendía en una de las paredes laterales, ahí se encontraban las pequeñas mesas. Del lado contrario estaba el escenario, resaltaba ante todo por las luces que destellaban de la parte superior de ahí, había mesas alrededor del escenario.

A Gerard le agradó el lugar. No habían muchas personas pero tampoco estaba totalmente vacío.
Lindsey le susurró al oído un "sígueme" y el azabache acató la orden siguiendo a la pelinegra por todo el lugar.

La gente en su mayoría iban vestidos de una forma peculiar. Pero hubo un grupo de amigos que llamó la atención de Gerard, se vestían de un estilo totalmente punk, con cabellos de colores y cortes resaltantes, sus grandes botas y sus chaquetas de cuero.

La pelinegra jaló de su manga y se apresuró en desviar su mirada de aquel grupo de chicos.

-Gerard, ¿un trago? -Cuestionó la pelinegra que atentamente escuchaba al barman.

-No, gracias. -Contestó lo suficientemente fuerte para que Lindsey lo escuchara.

Cuando Lynz obtuvo su bebida, tomó a Gerard del brazo para arrastrarlo hasta una de las mesas que estaban ver a del escenario.

-La banda es genial. -Comentó Lynz dando un gran sorbo a su whisky. -Son un desastre total, pero son buenas personas.

-¿En serio? -Cuestionó Gerard sin interés.

-Claro, después de tocar sería genial que los conocieras. -Sonrió Lynz. -Son geniales como amigos.

Gerard se encogió de hombros y siguió observando el lugar.
Una chica con el cabello totalmente rosado subió al escenario, todas las miradas junto con la de Gerard y Lindsey dieron hacia el escenario.

-Buenas noches, Jersey. -Saludó la chica con buen entusiasmo. -¿Listos para Pencey Prep?

Los gritos empezaron a llenar el bar. Muchos de los clientes empezaron a sentarse en las mesas cerca del escenario.

-¡Pencey Prep! -Gritó la chica abandonando el escenario.

Enseguida entraron cuatro chicos que tomaron sus instrumentos.
Un chico con su cabello castaño cayendo levemente sobre sus hombros con tomó una guitarra y fue al mismo micrófono a donde estaba la chica.

-Somos Pencey Prep, ¿están listos? -Habló el chico llamando fuertemente la atención del azabache.

-Él, es Frank. -Habló Lindsey al observar la mirada brillosa de su amigo al observar al chico. -Es un chico genial.

Gerard le sonrió a su amiga y volvió a poner toda su atención a la banda que empezaba a tocar sus instrumentos.

Gerascofobia || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora