XII

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  —Sí, estoy bien, Mikey. —Respondió por sexta vez Gerard.

Llevaba por lo máximo unos cinco minutos hablando por teléfono con Michael y durante esos minutos, Mikey trataba de asegurarse de que su hermano mayor estaba bien.

  —Me preocupaste muchísimo. —Comentó de nuevo. —Pensé que había sido algo grave.

—No es nada grave. —Gerard rodó los ojos ante la insistencia de su hermano, ya tenía bastante con la de Ray. —Ya estoy mejor, sólo fue ese día.

—Tienes que ir a un médico. —Aseguró Mikey.

  —No iré a un maldito médico. —Respondió molesto. —Sólo fue una cosa de nada, ¿no lo entiendes?

Pudo escuchar a Mikey suspirar, y por un momento se sintió culpable de hablarle de esa forma. Michael sólo se preocupaba por su salud y él era un hijo de puta que se alteraba cada vez que tocaban el tema.

—Está bien, Gerard. —Mikey habló tranquilo. —Te creo.

—Lo siento, es que...—Ahora fue su turno de suspirar.—Ray también se preocupó, y... no creo que sea necesario todo eso.

—Nos preocupamos porque nos importas, Gee. —Explicó Mikey. —Sólo es eso.

Gerard se recargó sobre la pared. Sabía que le importaba a su madre, a su hermano y hasta a Ray, pero para él no era necesario tener que llamarlo para preguntar su estado de salud, él estaba bien y él lo sabía.

—Después iré al médico. —Accedió. —Pero, por ahora... ¿podemos olvidar ese asunto?

—Me alegra. —Pudo escuchar el cambio drástico del tono de voz. —Yo mañana iré a la segunda ecografía del bebé, no sé si quieras venir.

Gerard mordió su labio inferior. No quería decir "no", pero tampoco la idea lo animaba para decir "sí".

  —Lo pensaré. —Pensó en voz alta.

—Bien. —Replicó el menor de los Way.—Avísame si quieres ir, podemos pasar por ti.

—Lo agradezco. 

—Bueno, me voy. —Avisó Mikey.—Tengo que seguir trabajando.

  —Suerte con ello. —El azabache colgó la llamada. 

Por alguna extraña razón, el tema de su sobrino no lo alegraba bastante como él quisiera que fuese. De hecho, ni siquiera lo alegraba, le daba hasta cierto punto asco. Y no era por el simple hecho de que los niños fuera insoportables a veces, más bien porque él no quería ser tío, no por ahora.

Sí, estaba en sus planes ser tío, hasta incluso estaba en sus planes tener sus propios hijos, pero sentía que todo avanzaba demasiado rápido para su gusto. Jamás había sido una persona que lleva prisa, y creía que la decisión de tener un hijo era algo que se debía planear muy bien, y con mucho tiempo de anticipación.

Escuchó un par de golpes sobre su puerta. Dejando su nube de pensamientos a un lado, fue atender el llamado. 

 —Hola. —Saludó la pelinegra con una sonrisa en su rostro.

  —No te esperaba, Lynz. —Confesó el azabache. 

—De hecho, ni yo lo tenía planeado. —Se encogió de hombros. —Pero encontré a Mikey en la mañana en el supermercado y me contó lo que había pasado, y... 

—Estoy bien. —Interrumpió el ojiesmeralda.—No era necesario que vinieras hasta acá.

—Gerard, es de mala educación interrumpir a las personas. —Se quejó la artista. —Y más a mí.

Gerascofobia || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora