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Si bien recordaba vagamente el lugar, pero todo seguía siendo lo mismo.
El edificio seguía luciendo pintoresco a pesar de los años y las flores en la parte de abajo pareciera que jamás las habían cambiado.

Michael había llevado a Gerard a conocer los departamentos que estaban en alquiler. Y justamente ahí es donde vivía su viejo amigo Ray. El mismo chico que pudo establecer una buena amistad con los hermanos Way.

Estaba emocionado y no lo ocultaba. Con Ray había vivido las cosas más geniales de la secundaria y sabía que a pesar de los años, el chico del afro seguía con la misma pasión por la música.

—Llamaré. —Habló Michael sacando a su hermano de aquel pequeño trance.

El azabache asintió con la cabeza y observó como su hermano tocaba aquél interfón para llamar al departamento de Raymond.

Gerard volvió a observar el lugar. Tenía una gran fachada y si bien recordaba, los vecinos de este edificio eran totalmente agradables. Era un buen lugar para vivir una temporada.

—Bien. —Respondió Michael colgando el interfón.

—¿Qué sucede? —Cuestionó el mayor.

—Nada, dijo que estaba semi desnudo, que lo esperemos. —Explicó Mikey haciendo reír a su hermano.

La risa del mayor cesó y quedaron en pleno silencio. Michael seguía atento observando la puerta principal del gran edificio, mientras Gerard seguía inspeccionando el lugar.

Después de unos cuantos segundos la gran puerta blanca se abrió mostrando a una gran melena castaña.

—¡Gerard! —Gritó sorprendido su amigo.

—Ray Toro. —Sonrió el mayor de los Way, aceptando gustosamente el abrazo que el latino le brindaba.

—Pero si cambiaste un montón. —Habló Ray separándose del azabache. —La última vez que te vi estabas más pequeño... Y tus mejillas eran dos círculos.

Gerard soltó una risita coreada por su hermano.

—Ya ves, la universidad cambia a las personas. —Habló el de lentes.

—No es para tanto. —Se quejó Gerard. —Sólo fueron unos meses en el gimnasio. —Los tres amigos rieron justamente como antes.

—Tenemos muchas cosas de que hablar. —Sonrió totalmente feliz el latino.

—Pues a eso venimos, afro. —Contestó Mikey. —Gerard necesita un lugar donde estar y le comenté sobre los departamentos que están aquí en renta...

—¿Regresarás a vivir aquí? —Cuestionó emocionado Toro.

—Sólo una temporada. —Respondió Gerard. —Allá tengo toda mi vida y sería todo un problemas estar aquí mucho tiempo.

—Ya veo... —Murmuró Ray. —No te preocupes, mientras recuperemos el tiempo perdido y ya no me olvides, eres bienvenido aquí cuando quieras.

Los tres volvieron a soltar una sonora carcajada.

—Mejor entremos porque parecemos maníacos riendo en la entrada de un edificio. —Habló de nueva cuenta el chico del afro dejando entrar a sus viejos amigos al edificio.

*

El departamento de Ray no era muy lujoso pero tenía lo indispensable. Tenía un cocina-comedor, dos habitaciones con bastante espacio, un baño completo y una pequeña sala de estar. Pero todo estaba acomodado de una forma espectacular que daba una buena vista al departamento. 

Ray había dicho que los vecinos habían cambiado un poco y ahora eran un poco reservados pero eran lo suficientemente tolerantes para soportar las melodías en la guitarra eléctrica de Ray a altas horas de la madrugada, cosa que incitó más al azabache para alquilar uno de los departamentos. No era que él fuera tan escandaloso como su amigo, pero le agradaban las personas tolerantes.

—Tienes el que está en el piso de arriba o el que queda a tres departamentos del mío. —Habló Ray sentándose en el sofá verde. —Ambos son totalmente iguales que el mío.

Gerard se sentó a un lado de Ray y Mikey estaba sentado en el sofá individual tecleando en su móvil.

—Creo que tomaré el que está cerca tuyo. —Habló Gerard con una sonrisa. —Necesito escuchar de nuevo esos buenos solos de guitarra.

Ray soltó una risita y tomó un gran sorbo de su fría cerveza.

—Hay un señor muy amable que vive aquí a un lado de mí, y dice que le encantaría escucharlos a diario. —Comentó Ray.

—¿Aquí viven puros señores? —Cuestionó Gerard con curiosidad.

—La mayoría pasa los cuarenta. —Contestó Ray tomando de nueva cuenta un sorbo de su cerveza. —Y los que más somos jóvenes, es la chica que vive en el primer piso y yo.

—¿En serio? —Cuestionó Gerard con los ojos abiertos como platos.

—Ah... Y hay un chico, pero al parecer sólo viene a dormir de vez en cuando. —El latino dejó el envase vacío de su cerveza sobre la mesa de centro. —También toca la guitarra, o eso dicen los vecinos.

—¿Nunca lo has visto? —Cuestionó Gerard.

—No. —Se encogió de hombros. —Lleva como un mes aquí y con lo poco frecuente que es... No he tenido el placer de conocerlo.

Gerard asintió con la cabeza. Estaba dispuesto a vivir con gente mayor que él, pero no era tan tolerante con ellos. Tenía el pensamiento que las personas mayores eran de mente cerrada que jamás entenderían de lo que es vivir en pleno siglo veintiuno. Pero necesitaba el lugar, además era genial, tendría a un buen amigo como vecino.

—Bien, entonces alquilaré el departamento. —Comentó Gerard recargándose completamente sobre el sofá.

—¿Quieres que te brinde el número de la dueña? —Cuestionó Ray.

—¿Tienes su número? —Cuestionó el azabache enarcando su ceja.

—Ella es la dueña de todos los departamentos de aquí. —Respondió. —Nos brinda su número para avisarle si hay un problema con las tuberías, con el agua, con la luz... Ya sabes todo eso.

—Es un buen lugar, Gee. —Habló Mikey entrando en la conversación y guardando su móvil en el bolsillo trasero de sus jeans.

—Iré por el número, lo tengo pegado en el refrigerador. —Ray se levantó del sofá y caminó hasta la cocina dejando a los hermanos Way en la sala de estar.

—¿Crees que a mamá le afecte? —Cuestionó Gerard después de unos segundos en silencio.

—A mamá le gusta que hagamos nuestra vida. —Habló Michael.

—¡¿Seguros que no quieren una cerveza?! —Gritó desde la cocina Ray.

—¡No! —Respondieron Gerard y Mikey al mismo tiempo.

Unas carcajadas de ambos hermanos inundaron la sala. Después de unos minutos el latino regresó con una nueva cerveza recién abierta en su mano.

—Su nombre es Linda Pricolo. —Le extendió aquella tarjeta color carmesí. —Sólo llama, dile que te interesa el departamento y firmarán contrato.

Gerard tomó la tarjeta y la observó por unos segundos leyendo lo más rápido que pudo.
Realmente no venía nada interesante en la tarjeta, sólo el nombre de la supuesta dueña y algunos números telefónicos para contactarla, sólo eso.

—¿Crees que si le llamo ahora...

—Sí. —Respondió Ray sentándose a un lado del azabache. —Ella siempre contesta.

Gerard sonrió de lado y levantándose del sofá, caminó hasta la cocina para realizar una pequeña llamada. Estaba ansioso por vivir su vida en Jersey.



Gerascofobia || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora