VI

884 125 36
                                    

Y tal como lo había dicho Ray, Linda era una genial persona. Había aceptado en acelerar el papeleo del departamento para que Gerard pudiese establecerse en un lugar seguro lo más pronto posible.

Donna había dicho un millón de veces que no era necesario, que ella podía soportar a su hijo mayor por una larga temporada, pero Gerard le había convencido que era lo mejor porque sabía de ante mano que cuando fuera hora de irse de nuevo a New York le haría el drama del año, o tal vez de su vida.

Ray y Michael le ayudaron con su mudanza al departamento que era igual al de Ray y que a pesar que le faltara un poco de pintura era lo demasiado agradable para él.

Había acomodado sus últimas prendas en el clóset, ayer había terminado de acomodar las cosas en la cocina y había decidido que haría una gran compra para hacer un pequeño estudio de dibujo, aunque se quería tomar esa pequeña temporada en Jersey como vacaciones, sabía que terminaría haciendo bocetos en alguna servilleta de papel.

Tomó asiento sobre su cama y suspiró exhausto. La mudanza entre tres personas fue su peor idea pero no tenía otra opción. Talló su rostro con ambas manos y observó la habitación, era todo un milagro que el departamento se rentaba amueblado porque de otra forma sabía que iba a terminar estresado y con ganas de regresar a New York.

Dos pequeños golpes en la puerta principal lo sacaron de su burbuja de pensamientos. Se levantó y sacó su móvil de su bolsillo, el reloj marcaba justamente las siete con dos minutos.
Frunció el ceño y confundido caminó hasta la puerta para saber quién era.

Abrió la puerta sin ni siquiera preguntar.

-Señora Iero. -Habló Gerard sorprendido. -Buenos días. -Saludó tratando de no verse cansado.

-Buen día. -Saludó la pelinegra. -Sólo venía a decirte que vendrán a pintar el departamento. Claro si no tienes ningún inconveniente.

-Vaya, no me esperaba que fuera tan pronto. -Habló el ojiesmeralda rascando su nuca.

-¿Hay algún problema? -Cuestionó la dueña de los departamentos. -Si quieres podemos esperar y...

-No, no. -Interrumpió el azabache. -Está bien. -Sonrió de lado. -¿A qué hora vendrán los trabajadores?

-Dentro de dos horas. -Contestó la pelinegra.

Gerard abrió los ojos como platos haciendo reír a Linda.

-No te preocupes, hijo. -Habló amablemente. -Los trabajadores no tocaran tu mudanza ni nada, yo misma los voy a supervisar.

-Ah... -Suspiró aliviado. -Supongo que está bien. -Volvió a sonreír. -Entonces, si me permite tengo que acomodar varias cosas.

-Bien. -Sonrió cálidamente la pelinegra. -Nos vemos.

Gerard sonrió una vez más y observó como la pelinegra con sus altos tacones rojos caminaba hacia las escaleras.

Dejó ir un largo suspiro y cerró la puerta.

-Sólo dos horas... -Se susurró.

*

Había movido la caja más pesada adentro de su habitación, ahí se encontraban un montón de cosas importantes para él, como su primera figura de acción, un montón de bocetos que hizo en su infancia y más cosas que consideraba importantes para dejarlas en New York.

Quedaban aún diez minutos para que los trabajadores llegaran a su departamento para limpiar y pintar aquellas paredes desgastadas.

Caminó por todo el departamento en busca de alguna caja que se pudiese manchar de pintura o hiciera estorbo pero todo estaba completamente bien ordenado y cubierto con plástico.

Caminó a la cocina para beber un poco de agua, la mudanza había sido demasiado rápida pero sabía que era algo bueno, no quería brindar incomodidades a su madre y quería simplemente vivir su vida solo en Jersey.

Cuando terminó de beber el agua que estaba en su vaso de cristal, sacó su móvil de su bolsillo, quería hablar con Ray para pasar el tiempo que los trabajadores estarían en su hogar con su viejo amigo y también para pedirle el gran favor de ayudarlo con la decoración y la compra para su pequeño estudio que tendría.

-¿Hola? -Se escuchó la voz somnolienta de Toro.

-Ray, soy Gerard. -Saludó el azabache.

-Hola. -Contestó. -¿En qué te puedo ayudar?

-Pues simplemente darme alojamiento unas cuantas horas. -Habló Gerard. -Vendrán a pintar el departamento y no quiero ser un estorbo.

-Ah. -Se escuchó un largo bostezo. -Está bien, te espero.

-Bien, llego en cinco. -Gerard soltó una risita y colgó la llamada.

Guardó de nueva cuenta su móvil en su bolsillo. Fue de a su habitación para tomar su billetera y a asegurarse que todo estuviera orden.

Escuchó pequeños golpes en la puerta principal y asegurándose que no había dejado nada importante caminó hasta la puerta para abrirla.

-Hol... -Su voz se apagó al igual que su sonrisa cuando vio al mismísimo chico punk del concierto de hace unos días frente suyo.

-¿Gerard? -Cuestionó Frank igual de sorprendido.

-Eh...

-Sólo serán una hora y media. -Interrumpió Linda llegando a un lado de su primogénito. -¿Me perdí de algo? -Cuestionó al ver al azabache con un leve sonrojo en sus mejillas.

-Nada, Linda. -Habló Frank con tranquilidad como si nada hubiese pasado. -Sólo que ya conozco al señor Way.

Gerard sonrió con nerviosismo al sentir la mirada sorprendida de Linda sobre él.

-Un inquilino y mi hijo se conocen... -Murmuró. -¡Qué locura!

-Lo sé. -Murmuró rápidamente Gerard aún teniendo sus nervios de punta.

Frank observó por unos segundos a Gerard y después suspiró.

-¿Nos dejará hacer el trabajo, señor Way? -Cuestionó Frank observando que el ojiesmeralda seguía de pie en la entrada.

-Oh, claro, claro. -Respondió rápidamente quitándose de la puerta para que Frank junto otros tres chicos más o menos de su edad entraran a su departamento.

Linda sonrió.

-Dentro de una hora y media puedes de nuevo entrar. -Volvió a repetir la pelinegra. -Los chicos son jóvenes pero tienen experiencia en esto.

Gerard sonrió sin tener nada que decir y tratando de procesar lo que había pasado hace unos segundos.

-Bueno... -Murmuró. -Dentro de una hora y media entonces.

Linda asintió y observó al azabache caminar con cierto nerviosismo hacia el departamento donde el chico del afro vivía.

Gerard tocó la puerta del departamento de su amigo desesperadamente con sus manos temblorosas y fue cuestión de segundos para que el latino abriera la puerta para que después sin permiso alguno el ojiesmeralda entrara a la residencia de Ray.

-¿Qué sucede? -Cuestionó Ray cerrando la puerta.

-Nada. -Murmuró Gerard tratando de regular sus nervios.

Ray frunció el ceño.

-Parece que acabas de ver un fantasma. -Habló Ray.

-Claro que no. -Respondió Gerard sentándose en el sofá de su amigo.

El latino suspiró.

-Te creo. -Habló después de unos segundos de examinar el rostro de Gerard. -Ahora, ¿cuál es el plan?

Gerard suspiró aliviado. Al menos tendría una hora y media para pensar bien que había sido esa extraña sensación en su estómago...

***
Miren que yo no sé cómo salió esto pero salió.

Xo, Jaaz.

Gracias por leer.

Gerascofobia || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora