Me quedé despierto hasta tarde en aquella noche cuando todo terminó...
Lo último que recordaba era a mi mismo correr por mi vida aferrándome a un bate de béisbol bañado en sangre y órganos...
Solo comprendía una cosa... Destruir la cabeza era vital...
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Un hombre vestido con un uniforme azul y negro decorada con medallas plateadas, haciendo gala del estado físico que su empleo le exigía en los entrenamientos constantes, corriendo por las calles abriéndose paso entre las multitudes de personas desenfrenadas que buscaban escapar de los infectados igual que él. Metía una pequeña cantidad de oxigeno por la nariz a cada paso que daba, sintiendo sus pies arder al friccionarse contra el piso empapando las suelas de sus botas con charcos de sangre que estaban por todas partes ocasionando que la bilis subiera por su garganta obligándose así mismo tragársela. Si fuera una película estaría en cámara lenta, eso pensaba porque no importaba cuanto corriera e intentara alejarse todo se repetía a su alrededor.
Personas luchando, escapando, siendo atacadas por infectados, siendo devoradas por ellos y lo peor de todo, voltear y ver a los jodidos infectados persiguiéndolo con recelo desde atrás alguno de ellos sin bajar siquiera un poco la velocidad, como si fuera una maldito disco rayado sacándole de quicio.
"Definitivamente este es el peor día de mi vida" Pensó inflando el pecho tratando de no quedarse sin aire. Su mente se dejo llevar reproduciendo recuerdos al azar, sin saber porque rememorando el pasado.
-6 años antes del accidente-
- ¿Qué te parece? ¿Comenzamos con lo básico?- Preguntó una voz ronca y grave en la habitación.
-De acuerdo ¡Desenfunda!- Exclamó otra con un tono menos grave que la anterior. Un fuerte suspiro se oyó en el lugar.
-Así no se responde hijo, si realmente quieres hacer esto debes decir: ¡Si, Señor! ¡No, Señor! Respuestas más directas ¿Entendido?- El hombre con leves arrugas marcándose en los costados de sus ojos, levantó una ceja viendo como el joven rodaba los orbes por toda la oficina antes de soltar un fuerte suspiro.
-Sí, Señor- Arrastró las palabras con suma lentitud, aun no estaba acostumbrado a utilizar ese código pero si quería el trabajo debía esforzarse. Con una mueca y expresión de "¿No fue tan difícil verdad?" Su padre asintió resignado con la cabeza.
-Vamos avanzando- Dijo levantando ambas cejas y las comisuras.
- Ahora, empieza- Le indicó.
-Bien, aquí voy- Dijo el joven respirando hondo para darse impulso.
-Mi nombre es Park Chanyeol, tengo 17 años y estoy aquí porque desde pequeño mi sueño fue seguir los pasos de mi increíble padre el Comandante de la fuerza policial de Seúl- Con una sonrisa ladina y una confianza que casi parecía engreída Chanyeol respondió arrancándole una risa profunda a su viejo.
