Dice la leyenda que una noche de luna llena nacerá una niña con una marca de una luna y un sol en su cuello. Esta niña será la elegida para ser la portadora de un gran poder: el poder del dragón de la luz, el tigre dorado y el lobo sagrado. No solo...
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Haruka y Akane habían llegado a casa muy felices y agotados.
—¡Estoy tan feliz! ¡Al fin soy mamá! ¡¿Escucharon?! ¡Soy mamá! —Akane exclamó, prácticamente flotando en una nube de euforia, como si hubiera ganado la lotería de la felicidad.
—¡Ya cállate, vieja! —gritó un vecino, asomándose por la ventana con una expresión que mezclaba la sorpresa y la irritación.
Akane se quedó boquiabierta, sus ojos abriéndose como platos y su mano levantándose en un gesto de incredulidad.
—¿¡Vieja!? —exclamó, poniendo las manos en las caderas y frunciendo el ceño, como si hubiera recibido un insulto a su dignidad de ninja. "¡Él no tiene idea de lo que es ser madre! Ya le hubiera dado una lección con mi mejor técnica, pero la maternidad me ha vuelto más pacífica... por ahora."
—Disculpa, por molestarte con mi felicidad —respondió, enderezándose con una postura de orgullo
—¡Disculpas aceptadas! —respondió el vecino, aunque su mirada decía que deseaba más bien un par de tapones para los oídos.
—No, Akane, no te alteres. Este día debe ser solo de felicidad —trató de calmarse mientras inhalaba y exhalaba.
—Cariño, no te enojes, ¿sí? También estoy muy feliz de que nuestra pequeña Hikari al fin esté con nosotros —dijo Haruka, jugando con las manitas de Hikari—. Aunque estoy un poco cansado.
—¿Tú cansado? Disculpa, cariño, pero creí que fui yo la que dio a luz a nuestra hija —dijo, con un ceño fruncido y una sonrisa sarcástica.
—Ya sé, cariño... pero tú casi me quitas la mano y me dejas calvo. "¿Te imaginas? Sin pelo seria la verguenza del clan "
—Deja de quejarte, que no es para tanto. Si tienes dos manos, una menos... no es nada. Y lo del pelo, tienes raíces muy fuertes.
— "Mejor no sigo hablando... Akane enojada es igual a sin dango por un mes, y jamás querría eso. Solo de imaginarlo... ¡no! ¿Qué haría sin mis dango?" —con lágrimas en los ojos.
—"¿Y a este qué le pasa? Me parece que tantos golpes en la cabeza le han afectado," pensó, mirándolo como si le hubiera salido otro ojo. "Creo que debí escuchar a la gente y no darles tantos golpes."
Hikari empezó a reír mientras aplaudía ante la escena que montaban sus padres.
—Bien, mejor te cambiamos —dijo Akane, dirigiéndose a Hikari mientras jugaba con sus cachetes—. Querido, calenté la comida y no la quemes como la última vez —le lanzó una mirada amenazante—. Porque ya sabes lo que pasará.
—H-h-hai!!
Akane se fue a su cuarto y comenzó a cambiarle la ropa, pero al ponerle la remera notó la marca que tenía.
