Sobreviviente

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NO SOPORTABA EL HECHO QUE Ilia no me dejara de ver con repugnancia, y mucho menos mientras me estaba cambiando.

—No es necesario que te quedes en la habitación— le hable a regañadientes mientras me colocaba el vestido largo negro con un cinturón de tela azul oscura que me hacía ver ligeramente más alta de lo que era.

Ella me vio con odio ante mis palabras por lo que me encogí de hombros y me di a la tarea de analizar mis alrededores mientras me colocaba unas sandalias de tela. Ilia me había llevado a una habitación más amplia que en la que me había levantado, tenía un techo abovedado y un piso cubierto por una alfombra tejida con imágenes del anochecer, la luna y las estrellas brillaban en la oscura tela.

A mi derecha se encontraba una pequeña mesa, una silla y un espejo, a mi izquierda se encontraba un armario del cual Ilia había sacado la ropa que me estaba colocando, y detrás de mí se encontraba una chimenea la cual iluminaba el lugar con su ondeante llama. Por ningún lugar lograba encontrar algún tipo de cuchillo o navaja lo cual me tenía un poco nerviosa, no estaba acostumbrada a andar sin una arma.

—Apúrate y siéntate— me ordeno Ilia con firmeza cuando me termine de poner las sandalias, yo le hice caso para no ocasionar más problemas.

Ilia agarro un peine de madera y comenzó a desenmarañar mi corto cabello a fuerza, poco a poco mi cabello, el cual no había peinado en meses, comenzó a tener esa consistencia voluminosa que solía tener cuando mis padres aún seguían vivos.

Por un horrible segundo la sensación de las manos de mi madre recorriendo mi cabello me dejaron sin aire, para que Ilia no sintiera mi debilidad hice lo único que se me ocurrió, enojarme con ella— ¡podrías dejar de arrancarme mi cabello!

—Con gusto— dijo ella mientras lanzaba el peine sobre la mesa y comenzaba a caminar fuera de la habitación— para tu información solo estoy haciendo esto por mi abuela no por ti.

Cuando por fin me encontré en la habitación agarre el peine y me comencé a cepillar el pelo con más calma, intentando tirar las memorias del pasado al fondo de mi mente.

Al cabo de unos minutos tire el peine al suelo, golpea las puntas con la sandalia hasta que solo quedo el cuerpo principal al cual afile con las puntas que acaba de quebrar hasta que tuve en mis manos un pedazo de madera afilado y puntiagudo.

Me levante de la silla y lo metí debajo del cinturón, mientras escondía los pedazos de madera rota debajo de la alfombra, aplane mi vestido contra mi cuerpo para que no quedara señal de lo que había hecho y salí de la habitación con una sonrisa en el rostro, tener un arma conmigo siempre me hacía sentir mucho mejor.

***

Para mi sorpresa Ilia me estaba esperando afuera de la habitación, su cara de odio se había transformado por una neutra, me veía pero realmente no quería registrar mi presencia.

—Sígueme— dijo secamente mientras comenzábamos a caminar por un amplio pasillo de techo adornado por lámparas colgantes y piso de piedra pulida que reflejaba nuestras figuras al caminar.

Debía de admitir que nunca me había visto tan arreglada, con mi piel bronceada completamente limpia, cubierta por un elegante vestido que dejaba mis brazos descubiertos, y mi pelo ordenado cayendo por mi rostro anguloso, acentuándolo de tal manera que no parecía una ladrona.

A medida que seguíamos nuestro camino podía escuchar aplausos y gritos, el arco que marcaba el final del pasillo estaba marcado por una luz dorada que hacia parecer que el piso pulido era de oro.

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