Ceremonia

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MIS PASOS SOBRE EL PISO me llevaron hacia el cuarto real, mi plan era hablar con Roman no encontrarlo en medio de una charla romántica con Gareth, me escondí en el filo del balcón de su cuarto mientras miraba una escena fascinante desarrollarse en el cuarto del rey.

Gareth y Roman se encontraban en medio de la elegante habitación, Gareth estaba a pocos centímetros de Roman, con la mirada enfocada en la camisa de su rey, que estaba intentando abrochar.

— Gareth me puedo vestir solo— comento Roman mientras llamaba la atención de Gareth al agarrarle la barbilla y levantarla hasta que logro que su guardián tuviera su mirada enfocada en él.

— Roman espera...— Gareth no había terminado de terminar la frase cuando Roman lo beso apasionadamente. Intente con todas mis fuerzas voltear a ver a otro lado pero era como ver un accidente, no deberías de verlo pero la mirada siempre se mantiene sobre estos.

— Lo se Gareth— Roman comento al separarse de Gareth, para después voltear a ver en mi dirección— sé que Milla está aquí pero parece que le gusta el espectáculo.

Ligeramente sonrojada deje mi escondite, ya no me servía esconderme, Gareth se sonroja al verme también e intenta obviar mi mirada, por el otro lado Roman la mantiene como si nada hubiera ocurrido.

— ¿Qué te trae por estos lados?— me pregunto el rey de Agann con una sonrisa coqueta en el rostro.

— Vine... vine a decirte que no quiero estar cuando comience la celebración, llámame solo para realizar la celebración— tartamudee mientras miraba al piso.

— Está bien— contesto él casi al instante.

— ¿Está bien?— no podía creer que convencerlo había sido tan fácil, él se hecho a reir de mi reacción antes de girarse hacia su cama y agarrar una capa azul que estaba en esta para luego ponérsela.

— Se cómo leer a las personas, soy un rey Milla, sé que estas nerviosa, pero ten confianza en ti misma, yo sé que la tengo— Roman me volteo a ver con una mirada solemne mientras que Gareth asentía detrás de él, haciéndome pensar que había hecho para ganar tal confianza.

***

Miles de personas comenzaron a entrar al castillo cuando vino la noche, cada una de ellas, ataviadas en sus mejores galas para hacerle frente a su rey; yo los veía tranquilamente desde el techo que cubría mi cuarto, no tenía ganas de estar ahí dentro en especial cuando sabía que me vendrían a buscar en cualquier momento.

— ¿Señorita Milla donde esta?— como haciendo eco a mis pensamientos la sirvienta de ayer entro en mi cuarto y me comenzó a buscar, fue en el momento que la escuche agacharse, para buscarme debajo de la cama probablemente, que supe que mi tiempo de escondidas se había acabado.

—Aquí estoy— dije mientras que caía en el barandal del balcón, ella grito mientras se levantaba de un salto del suelo— ¿lo siento?— intente no reírme con todas mis fuerzas de su reacción pero me era casi imposible.

— No, disculpe mi reacción— la chica se veía totalmente agobiada por el hecho de que la había visto perder su compostura calmada.

— ¿Podrías decirme que haces aquí?, creo que fui clara con tu rey al decirle que quería bajar en el momento que fuera necesario y no antes— no podía creer que Roman quisiera que me hiciera presente desde antes a la fiesta, si estando en mi cuarto podía sentir los nervios de lo que estaba a punto de realizar, no quería imaginarme una vez que estuviera rodeada de gente.

— El rey Roman admitió su pedido pero debe comprender que la hora para que usted sea presentada a los demás vendrá más pronto que tarde y por ello tenemos que prepararla desde este momento— para ponerle más peso a sus palabras abrió la puerta del cuarto y de esta aparecieron otras tres sirvientas cargando una baúl enorme que colocaron con esfuerzo sobre el piso.

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