La promesa

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LA VERDAD ES QUE NO me había esperado que me enviaran una nueva mudada que consistía en una camisa manga larga de color olivo, de botones laterales, con un par de pantalones de cuero para combinar. Era la primera vez que veía alguna ropa ajustada en toda la ciudad lo que me hizo pensar si la habían mandado a hacer para que me sintiera más cómoda.

Cuando termine de vestirme y me vi en el espejo de la habitación llegue a una simple conclusión— definitivamente habían hecho esta ropa para mí. La tela se ajustaba a mi cuerpo en los lugares correctos y los ángulos que me proveían gritaban a peligro, justo como se debería de ver una ladrona.

El sonido de alguien tocando la puerta del cuarto llamo mi atención, con una sonrisa en el rostro fui a abrir la puerta, pero esta desapareció en el momento que vi quien era del otro lado.

—Su alteza— le dije amargamente a Rosetta, quien iba vestida en un precioso vestido de color verde lima.

—Lamento como te trataron ayer eso fue incorrecto, después de todo nos ayudaste a escapar, aunque sé que lo último que hiciste fue muy muy malo— aquello lo dijo como si se estuviera ahogando y aunque me parecieron palabras sinceras lo único que pude sentir hacia ella era indignación.

— ¿Siempre tienes que quedar bien con todos?— le pregunte mientras me reía secamente— ¿haces esto simplemente para quedar bien conmigo?

Ella me miro como si le hubiera dado una cachetada, considerando que probablemente nadie le había contestado mal en toda su vida esto era una situación completamente nueva.

—Vine a traerte, Solail nos está llamando— fue rápida en cambiar de tema, una cobarde hasta el final.

—Entonces guíe el camino su alteza— su rostro se tiño de rojo ante la vergüenza, para ocultarlo me dio la espalda y comenzó a caminar.

— ¿Podrías dejar de llamarme, su alteza?—Alce mis cejas mientras me encogía de hombros, era el pedido que menos me había podido esperar de parte de la realeza.

Cambie mi punto de atención de Rosetta al pasillo por el que caminábamos, había cambiado en apariencia, el piso que antes solo reflejaba nuestras figuras ahora mostraba en todo su esplendor el pasillo, sus paredes marcadas por arcos de madera que daban la impresión de grietas en la corteza del árbol Ezra permitían una vista fenomenal de la ciudad.

Islas interconectadas por puentes, y canales de agua dulce llenos de botes que iban y venían con personas ocupadas en su día a día me daban una sensación de paz que nunca había encontrado en otro lugar que hubiera visitado, o tal vez es que siempre había tenido buen ojo para encontrar problemas.

Rosetta doblo a la derecha y yo la seguí sin decir ni una sola palabra, hasta comencé a escuchar el murmullo proveniente de una conversación, antes de que pudiéramos llegar a la boca del pasillo y en la habitación, donde estaban Solail y Lyon, agarre a Rosetta del brazo y la empuje detrás de mí, ella abrió la boca para espetarme algo pero yo coloque mi dedo índice sobre mis labios y para mi sorpresa ella se calló.

Me apoye contra la pared y escuche en silencio la charla que se estaba desenvolviendo a pocos metros de nosotras.

—No saber en dónde está mi hermano es algo con lo que tendré que vivir Lyon, no tiene por qué culparte por ello— la voz de Solail se escuchaba abatida, como si hubiera repetido aquellas palabras con anterioridad.

—No diga eso Sol, deberías de odiarme, yo abandone a tu hermano— Lyon hablaba rápidamente como si, en caso de que las palabras nunca saliera, él se asfixiaría— yo respondí a su llamado debí de haber permanecido con él.

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