CAP 3

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P.V Lia

-¿Se puede saber que intentábais hacer? -dijo mi hermano entrecerrando los ojos.

Varios mechones de su cabello moreno, despeinado y rebelde caían sobre sus ojos claros. Pero eso no lo hacía más adorable. Para nada. Su piel pálida y sus fracciones tan marcadas y frías como el hielo, hacían que me diera miedo cada vez que se enfadaba. Apretó la mandíbula, marcándolas todavía más.
-Y-yo... Esto... Jean... P-puedo explicarlo... ¡De verdad..! -tragué saliva sonoramente cuando escuché cristales romperse. Cerré los ojos por el molesto ruido. La gente podría haberlas escuchado, pero ese sonido a mí se me quedó metido en los oidos, provocándome dolor de cabeza. Controlaba todas mis habilidades sobrenaturales, pero aún así, siempre te acababan sorprendiendo.
Jean levantó la mirada al frente, buscando el origen de aquel dañino sonido.
Pude ver una sombra pasar entre la gente, que nos miraba extrañada y asustada.
-Nos han encontrado. - Dije yo. Nos miramos divertidas, y luego miramos a nuestros respectivos hermanos, los cuales soltaron nuestras camisetas.
-Esto no es seguro para vosotras, chicas. Tenéis que salir de aquí.
-¡Pero Luna...! -intentó decir Talía a mi lado.
-Tu hermana tiene razón, Talía. Lia, llévala a la cueva.
-¿Desde cuándo decides lo que hacer? Yo soy la Alpha, Jean. Yo decido lo que hacer. ¿?
La gente empezaba a entrar en pánico. No sabían lo que hacer. Unos hombres armados -doce, pude contar- entraron en la casa y taparon todas las entradas y salidas. Rápido divisé las escaleras, las que supuse que llevarían a las habitaciónes. Si había ventanas, podríamos saltar por ahí.
-Tengo una idea. Jean, tienes que distraerlos... -volví a mirarlos. Los analicé- 3 minutos. ¿Podrás, verdad?
Él gruñó, mostrando sus caninos. Luego me miró y asintió.
-Eso está hecho. Os veo allí.
Asentí y tomé las manos de Talía y su hermana.
-Tenéis que confiar en . Todo va a salir bien.
La hermana de Talía miró a Jean. Luego me miró a mi.
-No podemos dejarle solo...
-Él puede con todo esto.
-Yo me quedo, le ayudaré. Salid sanas y salvas, nos vemos luego.
-¡Luna! -exclamó Talía, pero esta no se giró. Siguió andando.
-¿Preparada? -le dije sonriendo- esto va a ser muy divertido...
Los ojos de Talía brillaron, seguramente por la adrenalina y la emoción. Había encontrado a mi alma gemela.
Jean y Luna se pararon delante de los guardias, y hablaron con ellos. Podía escucharles.
Jean pedía explicaciones sobre el asalto y Luna le respaldaba.
Hizo una seña con la mano que ocultaba tras su espalda.
Miré a Talía.
-Esa es la señal. Vámonos.
Subimos las escaleras sigilosamente hasta más de la mitad, pero uno de los cazadores nos detectó, apuntándonos con la ballesta que llevaba exclamó.
Eh! ¡Alto ahí!
Le di la mano a Talía y susurré.
-No te gires... Confía en ellos. Espera.
Los pasos de uno de ellos al subir por las escaleras de madera retumbaron por toda la estancia. A decir verdad, estaba asustada. Pero tenía que confiar en Jean.
Aguanté la respiración y escuché un aullido. Uno fuerte y poderoso. Era él. Se había transformado.
Talía dió un apretón a mi mano y me miró con preocupación.
No pude evitarlo y miré detrás de mi. Había saltado sobre uno de los hombres. El de detrás de nosotras empezó a disparar.
-¡Ahora Talía! -tiré de su mano y subí las escaleras corriendo.
Pasamos por los pasillos de la casa. Entre ella y yo tiramos varias puertas abajo.
Dimos con una habitación de paredes verdes.
-¿Qué hacéis aquí? -Un chico de piel morena y cabello oscuro nos miró mientras nos señalaba- tenéis que iros de aquí.
-Ya nos ibamos, alpha. -mis ojos cambiaron a un azul más brillante e intenso. La pupila se alargó.

 La pupila se alargó

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-¿Tú también...?
-¿Tú que crees? Abajo hay cazadores. Nos vamos.
-Esperad. -dijo el chico a su izquierda. Pelo castaño claro y ojos color ámbar. Su piel era pálida, comparada con la de su amigo- vamos con vosotras. Tampoco debemos quedarnos.
-Bien. Vámos. -dijo Talía mirando la ventana. La abrimos de par en par, y por primera vez en aquella noche pude respirar el aire limpio del bosque.
-¿Vas a saltar? -me dijo mirándome. Abrió los ojos de par en par cuando sonreí asientiendo.
-Tiene que ser divertido. -dijo Talía con sarcasmo mirando la caída que había desde allí.
-¡Yo primera! -me paré enfrente de la puerta. Di unos saltitos sobre mi sitio. Empecé a correr hacia la ventana mientras Talía gritaba mi nombre.
Salté sobre el marco de la ventana, apoyando mis pies y luego las manos, saltando por la ventana.
Al aterrizar había cambiado de forma. Busqué a mi alrededor, buscando algún peligro. Los miré y aullé, indicando que el camino estaba libre.

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