CAP 11

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P.O.V Lia

Tras unos minutos más de cómodo -sarcasmo- silencio, Scott se comprometió a llevarme a casa, si después de arreglarme yo, le dejaba ducharse.
Fuimos en su moto hasta ella, y yo, obviamente, nerviosa.

¿Alguna vez había estado tan roja? Que ir abrazada a su cintura, mientras que ese olor suyo, y solo suyo, se infiltraba a cada vez que respiraba, apoyar mi barbilla sobre su hombro, no era para nada algo por lo que sonrojarse. ¿No?
Madre mía. Me estoy volviendo loca.
Maldito seas, Scott McAll.

Arrastré la puerta atascada de la entrada, la cual tras un crujido por la madera, cedió.
Pasé y vi todas las cosas de Jean tiradas por el suelo, pero esta vez, tambien había algo más. ¿De donde me sonaban a mí aquellas sandalias romanas que estaban tiradas por el suelo? ¿Y ese vestido negro?
Sí, supongo que vosotros también estaréis pensando lo mismo que yo.
Lo metí debajo de la alfombra totalmente avergonzada, mientras miraba a Scott.

-Me... Me gusta tu casa. -dijo aguantando la risa-.

-Siento mucho, mucho, mucho el desorden.

-Esto no es nada comparado con la habitación de Stiles antes. De seguro había una manada ahí dentro. -ambos reímos-.

-Mi habitación no es para nada así. E-es decir, tampoco es que quiero que subamos, b-bueno, yo... ¡E-estás en tu casa!

Dicho eso, corrí escaleras arriba. Me encerré en el baño y lavé mi rostro con agua de manera un tanto agresiva.
Me desnudé y entré a la ducha, dejando que el sonido sordo del agua caer a la porcelana, y la humedad se apoderaran de mis sentidos.

Unos minutos más tarde estaba más relajada y despierta, por no decir que mi olor comparado con el de antes, era una maravilla. Vainilla.

Me sequé y corrí lo más rápido que pude a mi habitación, cubriéndome solo con una toalla. Una vez me había vestido, pasé al baño a peinarme. No merecía la pena maquillarse para unas horas de instituto, ya que llorando en clase de mates se me iría a la mierda. Coloqué el baño de nuevo y salí.
Bajé las escaleras, buscando a Scott con la mirada. Le encontré apoyado sobre la mesa de la cocina. Me acerqué y le hice una seña.

-El baño está en la planta de arriba, segunda puerta a la derecha. Hay toallas, utiliza las que quieras. Si necesitas algo, dilo. De seguro te oiré. -dije con una sonrisa burlona-.

Asintió y posó sus manos sobre mis hombros sonriente, antes de salir de la sala.
Decidí preparar café. Nada mejor para mantenerse despierta.
Una vez hecho, empecé a ordenar la casa. Si lo hacía ahora, cuando llegara Jean tendría menos cosas que hacer.
No pude evitar agudizar mi oido y mordí mi labio inferior.
Subí las escaleras con sigilo, y reí en mi interior al comprobar que mis sospechas eran ciertas.
Dí dos leves toques sobre la puerta del baño, y rápido respondió.

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