La Perfección Rubia (Veddy/Tedtoire)

Prólogo (2005)

La pequeña rubia de 5 años saltaba por su cuarto. Revoloteaba con su vestido florado cuando sus hermanitos de 3 y 4 años llegaron a su cuarto revolucionándolo todo.

—Vamos a casa de los abuelos Weasley—decía emocionado Louis, el menor de los Weasley-Delacour. 

—¡Sí!—bramó Dominique, la única que había heredado el pelo rojizo de los tres. Al contrario de sus dos hermanos, la pelirroja era alocada, no respetaba las normas de etiqueta, no se mostraba interesada con los vestidos, la moda o las apariencias perfectas. Casi parecía que no era hija de una Delacour. A su madre, Fleur, le desesperaba. "Tan pequeña y ya es tan...", solía suspirar muchas veces. "Tan Weasley", terminaba con orgullo su padre. 

A diferencia de ella, Louis y Victoire transmitían elegancia, y ya a su temprana edad, habían dado signos de ser muy inteligentes. El poco respeto por los modales de la pelirroja había originado más de una discusión entre ella y su madura hermana. Louis, en cambio, seguía ciegamente a la pelirroja en todas sus locuras; aunque cuando ella no estaba, él era muy responsable y callado. 

—¡Niños, bajad!—gritó Bill desde abajo. 

Los tres hermanos corrieron escaleras abajo. El Refugio era una casa sencilla, de dos plantas. La primera para la cocina, el salón, el comedor y un baño, y la segunda para las habitaciones. A pesar de no ser muy grande, aparentaba ser lujosa por el elegante toque de Fleur. 

***

En la Madriguera ya estaban todos los demás. Tía Audrey ya llevaba varios meses de embarazo y estaba sentada platicando tranquilamente con Tía Ginny y Tía Hermione. Tío Charlie y Tío Percy alardeaban de sus progresos. Tío Ron y Tío Harry jugaban una partida de Ajedrez Mágico que, claramente, estaba ganando el pelirrojo. Tío George le contaba a Albuelo Weasley sus nuevas ideas y éste asentía con admiración. Abuela Weasley y Tía Angelina trabajaban en la cocina. Y... espera... ¿quién era ese chico que estaba jugando con sus primos? 

Cuando Ginny vio a los recién llegados, corrió a abrazar a su hermano y a sus sobrinos y le dio una sutil cabezada a Fleur a modo de saludo. "Al menos", pensó Victoire, "Ha dejado de llamar a mamá Flegg". 

—Teddy, acércate—llamó la pelirroja. 

El chico dejó de jugar  y llegó donde estaba Ginny, seguido de Molly, Roxanne (de la edad de Louis), Fred y James (de un año).  

—Chicos, este es Ted, ahijado de Tío Harry. Ted, estos son mis sobrinos, Victoire, Dominique y Louis. 

—Hola, Ted— se adelantó Dominique con la mayor de sus sonrisas. Louis saludó con la mano. Y Victoire estaba demasiado intrigada con la presencia de ese chico del que nadie le había hablado para percatarse de que él estaba esperando a que le hablara. 

—¿Conoces la Madriguera?—le preguntó Louis. El chico asintió con una cabezada y dijo algo que Victoire no oyó. 

El chico era un poco más alto que ella. Tenía los ojos entre verdes y azules. No, los tenía marrones. No, eran negros. No, no, no. Eran grises. ¿Castaños? ¿Verdes de nuevo? La niña empezó a marearse contando los colores de sus ojos y se fijó en el resto de sus facciones. Una nariz pequeña con el puente ligeramente hundido. Unos hoyuelos a los lados de una preciosa sonrisa. Y un rebelde pelo verde. No, ahora era morado. ¿Qué pasaba?

Escuchó las risas de sus hermanos y volvió a la realidad. 

—¿Entonces puedes cambiar el color de tu pelo y de tus ojos?—preguntó Dominique asombrada. 

—Y a veces, si me concentro mucho mucho mucho puedo cambiar mi nariz. Pero ahora no me sale...

—Wow... ¿Cómo lo haces?